Fotografía de
la plaza de La Paz de la Villa de la Orotava, con su cruz realizada a cemento
de hormigón de estilo corintia diseñada por el arquitecto Mariano Estanga,
dibujada por escolares de mi época infantil.
La fotografía
es un arreglo de mi compañero de docencia del IES La Orotava Manuel González
Pérez del Barrio de San Antonio; DOMINGO GONZÁLEZ HERNÁNDEZ, el cual colocó a
sus padres (Alfonso y Dominga) paseando por el lado sur de la misma plaza.
A la izquierda
vemos la nueva Ermita El Calvario, también diseñada por el arquitecto Mariano
Estanga, que se colocó en la Atalaya del lugar al principio del siglo XX,
cuando se inauguró la carretera del Pinito que unía La Orotava con Vilaflor a
través de Las Cañadas del Teide. Detrás, la casa de Isabel Hernández Méndez
portando en el lateral una de la tres cruces que existieron en el Calvario
antiguo, y el chorro de hierro fundido (desaparecido) de abastecimiento de agua
potable, detrás el famoso Merendero de la recordada doña Antonia Calzadilla García
“La Vieja de Santa Úrsula”, donde los chicharros fritos con el mojito y el buen
vino de la zona Los Gómez era evidente. Una panorámica realista que ya es una
leyenda histórica en la Villa.
El amigo,
compañero de docencia; JUAN J. MARTÍNEZ SÁNCHEZ. En su libro “LA OROTAVA, SUS
CALLES, SU HISTORIA” en las páginas 22, y 23, con la colaboración del
profesor de arte de la Universidad de Las Palmas de Gran Canarias, el también
amigo de La Villa de La Orotava; SEBASTIÁN HERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, nos habla de
una de las plazas más importante de La Villa de La Orotava, por ser el
punto de entrada a la ciudad viniendo desde La Capital Santa Cruz de Tenerife,
desde el Puerto de la Cruz y desde La isla Baja: “…La Villa de La Orotava, corno casi todos los pueblos canarios que
pretendían abandonar de una vez el Antiguo Régimen, aprovechó el comienzo del
siglo XX para tomar el impulso necesario que la colocase en la era de la
civilización mecanizada.
Un grupo de
burgueses (comerciantes, médicos y banqueros) junto a algunos miembros de la
aristocracia local se constituyeron, al amparo de las instituciones culturales,
comunidades de aguas y empresas varias, en un grupo de presión-acción económica
cuyo fin fue el engrandecimiento de la población, sin despreciar la oportunidad
de mejorar sus fortunas particulares.
Dicha élite
comprendió a la perfección un axioma occidentalista: la imagen de la ciudad es
el espejo de sus habitantes. En consecuencia se propuso de manera oficial dar
rienda suelta a los antojos, en materia urbana, de las clases acomodadas. Se
empezó por consolidar una "Oficina Técnica" en el Ayuntamiento y se
continuó con la ordenación de las manzanas, la apertura de plazas y el
ajardinado de zonas, en definitiva se dio paso a la reforma urbana.
Fue entonces
cuando los miembros del grupo tuvieron la ocurrente idea de sustituir los
nombres añejos de las vías históricas y colocar en su lugar sus propios
apellidos. Así durante las primeras décadas del siglo XX desaparecen del
callejero orotavense los nombres de la calle de las Monjas, del Agua, Verde, La
Iglesia, etc.
En este
contexto, una plaza de nueva creación instalada en las puertas de la Villa
representa la excepción, pues a la hora de buscar una denominación despreciaron
las candidaturas personalistas y se decantaron por elogiar un anhelado evento
político: LA PAZ de 1918.
El
comportamiento urbano de la plaza de La Paz es único entre las
plazas Históricas de la Villa de La Orotava. Su exclusividad se basa en
dos argumentos: su tipología y su función urbana. Debemos remontarnos al año
1914 cuando las aspiraciones locales en materia urbanística se concentraban en
conectar las calles de la Villa con la carretera general del Norte, ya abierta
al tráfico rodado. Tal vía de comunicación enlazaba la capital tinerfeña con
los pueblos de la cornisa Norte.
El
Ayuntamiento de La Orotava emprendió entonces una serie de obras vinculadas a
este objetivo y cuyo proyecto más ambicioso fue el conocido como carretera de
El Pinito: una calzada que partiendo desde la Cuesta de la Villa y tras cruzar
ésta desemboca en los altos del municipio. Esta obra se concibió en dos fases,
la primera de las cuales transcurriría desde el emplazamiento del antiguo
Calvario, puerta de la población, hasta el Ramal.
Para la
realización de dicha vía se habían de contemplar dos circunstancias de carácter
ineludible: la presencia del automóvil y el crecimiento de la población
villera.
Estas fueron
tenidas en cuenta por el arquitecto Mariano Estanga cuando en 1916 emprendió su
trazado: un esquema circular, totalmente novedoso en La Orotava, que nacía con
el ánimo de ordenar el espacio urbano a la vez que crear un punto de referencia
que distribuyese el tráfico rodado.
La Plaza de La
Paz supo conservar intactos algunos ejemplos de arquitectura vernácula
enclavados en las esquinas de la calle del Calvario; pero desde hace bien poco
con la instalación de una fuente luminosa, en sustitución de una cruz de
piedra, y otros pastiches internacionalistas ha empezado a mostrar sus
debilidades como encrucijada urbana. …”.
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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