Película, titulada "Habanera"
Douglas Sirk 1937, en plena guerra incivil española, de ambiente mejicano, los
escenarios elegidos fueron la casa solariega de La Paz y sus contornos, el Paseo
de los Tarajales y la
Plazoleta de San Telmo, transformada por la magia del cine en
una hacienda, donde se celebraba una gran fiesta ranchera. Al compás de una
música grabada, una pareja profesional de baile español ejecutaba un número. A
su término, los espectadores, entusiasmados, aplaudían o lanzaban al aire sus
sombreros. No es preciso decir que los mariachis -musicantes, para los
alemanes- y los espectadores eran mejicano-ranilleros. Rosita Alcaraz -así se
llamaba la bailarina-, dejaba al descubierto buena parte de sus hermosos y
elegantes muslos cuando ejecutaba los giros de baile. Aquellos rápidos revuelos
elevaban los volantes de su traje andaluz, y los "musicantes",
alelados ante semejante visión, quedaban como paralizados, boquiabiertos, y
dejaban de tocar los instrumentos. El director de la película gritaba
entonces: "Musicantes", para que el improvisado mariachi ranillero
no interrumpiera el movimiento de sus manos. Esto suponía que la escena debía
suprimirse, para disgusto de la guapa bailarina y su pareja, que tenían que
repetir una y otra vez su complicada coreografía. Pero la verdadera fiesta la
proporcionaron los vestidos de charros en las calles del Puerto de la Cruz. Sin
quitarse ropas, aprovechaban los descansos del rodaje para dirigirse a comer.
El rodaje de "Habanera" comenzó
en 1937. Muchos de los extras tenían en su bolsillo la orden de movilización
para irse al frente peninsular. Cobraban un duro diario, tanto si se rodaba como
si no. Con este duro se podía comprar un par de "tenis japoneses", de muy buena calidad, al
portuense don Salvador Pérez, que los vendía en la oficina del empaquetado de
su hermane Paco; en la Plaza
del Charco.
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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