Testimonio vivo de la integración entre la naturaleza y la arquitectura
obra cumbre de uno de los grandes genios que Canarias ha aportado a la cultura
universal, el artista lanzaroteño César Manrique.
El Lago Martiánez del Puerto de la Cruz, con más de 30 años de vida, es a
estas alturas un clásico del que la isla de Tenerife se enorgullece y venera y
al que no deben dejar de acudir los visitantes a la isla.
Son varios millones de turistas quienes a su paso por Tenerife han
reservado tiempo para poder conocer este conjunto de piscinas, jardines,
terrazas y restaurantes, en el que el protagonismo de la piedra volcánica, de
la lava, se funde con la arquitectura tradicional canaria, la flora autóctona,
impactantes esculturas y el azul de mar y del cielo.
Esta joya arquitectónica, que alberga un lago artificial de 27.000
metros cúbicos de agua de mar y que desde 2005 está declarada Bien de
Interés Cultural (BIC) por el Gobierno de Canarias, debe su diseño como ya he
mencionado al artista lanzaroteño César Manrique.
Manrique plasmó su ideario estético en este complejo, integrando el medio
natural con el desarrollo, siempre siguiendo su máxima “se trata de hacer
convivir la industria turística con la defensa del territorio y de la cultura
propia. Y esa convivencia es posible, pero, sobre todo, necesaria, obligatoria
para no vivir de espaldas al futuro."
Tras una profunda reforma, finalizada en agosto de 2006, reabrió sus
puertas al público comuna renovada y actualizada oferta, destacando la nueva
iluminación submarina, basada en proyección con fibra óptica, que contribuye a
crear imágenes a medio camino entre la ilusión óptica y la realidad visual,
islas que flotan sobre el agua, zonas relajantes o imágenes fantasmagóricas,
que fomentan su singularidad y belleza.
Las piscinas del Lago Martiánez ocupan una superficie total de más
de 50.000 metros cuadrados repartida en tres espacios diferentes
totalmente reformados: las piscinas de San Telmo, las piscinas de Los Alisios y
el Lago Martiánez, y este último acoge al Casino Puerto de la Cruz y
al restaurante Isla del Lago.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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