sábado, 5 de agosto de 2017

MEMORIA DE LA SOCIEDAD “LA CARIDAD” EN EL AÑO DE 1889 A 1890, LEÍDA EN LA JUNTA GENERAL CELEBRADA EN EL DESAPARECIDO HOSPITAL DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD DE LA OROTAVA EL DÍA 13 DE ABRIL DE 1890



Digna presidenta y demás señoras: Desde que la caridad se trata, no pueden ser indiferentes las palabras, idénticas a las que habéis oído en años anteriores. A la falta de concierto literario que en ellas no se podrás menos de notar, suple el placer que experimentan las almas con las repetidas noticias del bien que emana de esta nuestra piadosa institución. El que místicamente goza en la caridad, no advierte las faltas del lenguaje que se la consagre; y los que atentos al problema social escuchan con ansia filosófica todo cuanto se relaciona con la suerte del proletariado, no pueden menos que fijar su vista, siquiera sea de soslayo, presidiendo de formas escolásticas, en lo que al menestral enfermo y al desgraciado inválido del trabajo se contrae.
Animar esta confianza y la cortés indulgencia de vosotras mismas, para  cumplir la obligación que nuestro cargo de  Secretarias nos impone; dando cuenta en los modestos términos que están a nuestro alcance, de los trabajos practicados por esta asociación durante el séptimo año de su provechosa existencia. En verdad puede llamarse útil. Llena un espacio aunque microscópico, del gran vacío  que se observa en el Mundo, contrario al  parecer a su admirable concierto, con la tristísima situación de varios seres desgraciados respecto de otros más felices. Quizá menos dichosos sean quienes en medio de la opulencia - excepción por cierto en este decaído país - carecen de la tranquilidad que constituye el mejor bien: y más infelices aún los que luchan con las necesidades que su anterior posición les impusiera con dificultad para cubrirlas - situación por desgracia la más general en las clases que aparentemente figura como acomodadas. - De mayor felicidad relativa disfrutan sin duda los que faltos de bienes de fortuna poseen el tesoro de su brazo para procurarse alimentos, que saborean sin ningún acíbar que se los amargue. Pero cuando es el hambre el que siembra la desolación en la humilde cabaña, antes feliz y alegre, y la pérdida de la salud o la escasez de trabajo la causa de tamaña desgracia, nada hay que con la misma pueda compararse. Casos de tal naturaleza jamás debieran darse si los poderes públicos, a la vez que extinguieran la vagancia, procurasen que nunca faltase ocupación a los brazos excelentes, ni los recursos necesarios a los que por vejez o enfermedad se inutilicen, - jubilación tan merecida para el que ha sido útil con su honrado trabajo material, como la concedida al empleado público. Cuando los pueblos puedan cambiar las armas por instrumentos de labor y convertir las fortalezas en palacios donde alojar a los inválidos del trabajo; nada tendrá que hacer la caridad particular para hacer menos aflictiva la suerte del proletario que es víctima del hambre; pero mientras tanto no llegue ese día profetizado por cierto en nuestra religión, es de necesidad que existan asociaciones como esta a que nos honramos de pertenecer. No es soberbio egoísmo el que la mueve por la orgullosa satisfacción de la limosna como merced a semejantes que se postran. No; es el noble impulso del cumplimiento del deber de hacerles participes de lo que la Providencia ha suministrado para todos, aunque sin ser posible estricta igualdad en su posesión. Guiando ciertamente estos móviles en todos sus actos, según se desprende de la reseña que de los mismos pasamos a insertar. Tres son, pues sus principales objetos; el asilo de los inválidos del trabajo, la atención de los enfermos del hospital acogiendo por su cuenta a los que le es posible de los rechazados por falta de camas del presupuesto oficial, y el cuidado de los niños expósitos. Para realizar estos santos fines ha celebrado su junta directiva en el año de que se trata, trece sesiones, tomando en ellas entre otros acuerdos, los siguientes: facultar a la señora Presidenta para admitir en dicho asilo de inválidos del trabajo mayor número del que existía, teniendo en cuenta para ello el estado de los fondos y las circunstancias de los que lo soliciten; dotar al mismo asilo de una sirvienta que auxilie a las Hijas de la Caridad en el ímprobo trabajo que les proporciona, por el estado de decrepitud y postración en que se hallan muchos de los acogidos; contestar una comunicación del entonces Sr. Alcalde de la Villa de La Orotava manifestándole quedar admitida en el Hospital por cuenta de esta Sociedad la enferma Emilia Expósito, cuyo ingreso solicitó dicha Alcaldía; quedar enterada de la renuncia presentada por la digna socia representante en el pueblo de Buenavista, Srta. Dª. Guadalupe del Hoyo y Nieves por su traslación de domicilio y nombrar en su lugar a la señora Dª. Guadalupe Rodríguez de Cejas. Admitir como asilada a la pobre del Puerto de la Cruz Josefa Mª. Cabrera, en atención a la generosidad con que contribuye dicho pueblo y no obstante haber estado más que cubierto por entonces, según lo estaba el número de los mismos acogidos; y además otros varios acuerdos que no fueron necesarios detallar por referirse a asuntos corrientes, como por ejemplo los libramientos de fondos para las distintas atenciones de la Sociedad “La Caridad”. Quince eran los pobres inválidos albergados por entonces en el Hospital, y a pesar del gasto que su alimentación, medicinas y vestidos ocasionaban, la Sra. Presidenta que no perdonaba medio para ver de conseguir la extinción de la mendicidad pública en La Orotava, ensayó el sistema de comidas para los mendigos en el Hospital, a fin de invitar a las casas que sostienen la misma mendicidad con la limosna colectiva y periódica, a que contribuyesen a este efecto, librando al pueblo orotavense de tan denigrante espectáculo; para todo ha sido en vano, no obstante el buen resultado que las mismas comidas ofrecieron; pues las expresadas casas siguen reuniendo a los indicados mendigos frente a sus puertas en determinados días de la semana, formando haraposo ejercito que da lugar a escenas impropias de todo pueblo civilizado.
El número de enfermos sostenido ese año de 1.890 en el Hospital por cuenta de la citada sociedad, por haber estado cubiertas todas las camas de presupuesto con los admitidos por el actual celoso Director, ascendió a 14 que causaron 357 estancias. Veinte fueron los niños expósitos de que ha cuidado esta Sociedad, habiendo ingresado durante el año 1.890 seis y fallecido solo uno. Fueron imprescindibles los servicios de las Hijas de La Caridad en todos los ramos que se relacionan en la institución benéfica; distinguiéndose especialmente la superiora Sor Concepción Alegría, que sufrió en unión de sus compañeras con una resignación que pudiera calificarse de santidad, el enorme trabajo que pesó sobre ellas, y las privaciones hasta del alimento necesario, que fueron consiguientes al abandono en que por los  fondos provinciales se tuvo a este hospital, hasta el extremo de no haber podido librárseles en ese año(1.890) económico más que dos meses de su haber, aparte de adeudárseles años enteros por atrasos. Digno de mención fue también el proceder del facultativo Don Tomás Zerolo que, sin embargo de no percibir casi sueldo alguno, atendió con la asiduidad y esmero que les son propios, no solo a los enfermos del  Hospital, sino también a los asilados sin pretender retribución de ningún género. Y aunque la Sociedad no intervino absolutamente con sus fondos, en lo que respeta al culto, era ingratas si no hicieran mérito de los valiosos servicios y generoso desprendimiento del digno Capellán Sr. Don Santiago Benítez de Lugo, que auxiliado por algunas personas mejoró notablemente el culto y ornato de la Capilla Franciscana. La filantrópica Junta Administrativa del Hospital, de la que fueron Director, Administrador y Secretario respectivamente sin sueldo ni emolumento de ninguna clase, los Sres. Don Luis Monteverde, Don Ignacio Llarena y Monteverde y Don Lorenzo Machado y Benítez de Lugo, favoreció eficazmente los propósitos de la mencionada asociación de La Caridad, auxiliándola en sus justas pretensiones sobre albergue de enfermos y asilados. Las socias representantes en otros pueblos se distinguieron por sus meritorios servicios, siendo notable el exquisito celo con que desempeñaron su cometido. Varias fueron las caritativas personas que contribuyeron con sus donativos en el año 1.890. Los Sres. Conde del Valle de Salazar, Don Alonso Méndez y de León, Don Domingo de León y Don Fulgencio Melo y Urtusáustegui, con 20, 15,18 y 15 pesetas respectivamente que les correspondieron como jurados y cedieron con la filantropía que les distinguieron. El caballero ingles Mr. W. Long Bereham, Mrs Dalmey y Mr. Toller con 50, 25,  y 5 pesetas tambien respectivamente, que enviaron por conducto de Don Tomás Zerolo para gastos extraordinarios de los enfermos. La distinguida señora de nacionalidad inglesa  Dª. Julia Beanes con 100 pesetas por mediación de Don Antonio Mª. Casañas para ropas de cama de los enfermos. Y finalmente la piadosa señora Dª. Concepción Darmauin de Renshaw donó al Hospital una cocina económica por valor de más de 300 pesetas.
RESUMEN DE LOS INGRESOS Y GASTOS DETALLADOS POR LA SOCIEDAD “LA CARIDAD” DE LA VILLA DE LA OROTAVA DURANTE EL AÑO 1.889 A 1.890:
INGRESOS
PESETAS,CMS
Existencias en caja el 28.02.1.889, según la cuenta rendida en su fecha
3.290,73
Cuotas mensuales de los socios de esta Villa .
1.183,53
Cuotas mensuales de los socios del Puerto de la Cruz de Orotava
450,00
Cuotas mensuales de los socios del Realejo Alto
10,00
Cuotas mensuales de los socios del Realejo Bajo
12,00
Cuotas mensuales de los socios de Buenavista
60,00
Cuotas mensuales de los socios de los Silos
40,00
Cuotas mensuales de los socios de Guía Isora
85,50
Cuotas mensuales de los socios de San Miguel
12,00
Donativos en metálico y limosnas
563,19
Contingente provincial para los expósitos
2.031,31
TOTAL INGRESOS
7.738,26
GASTOS
PESETAS,CMS
Pagas oficiales y particulares
2.029,76
Por entrega de limosnas en la visita de enfermos, al Sr. Administrador del Hospital
130,19
Estancias satisfechas para varios enfermos que no pudieron ser admitidos en dicho

Hospital, por cuenta de su presupuesto, por estar ocupadas todas sus camas, y lo

fueron por cuenta de esta Sociedad “La Caridad”
448,75
Por ropas y  menaje para el Hospital.
119,00
Manutención, ropas, medicinas etc., para los inválidos del Trabajo, asilados por esta

Sociedad  “La Caridad”
1.459,78
Reparos en el edificio del Hospital.
60,00
Manaje necesario para el servicio del mismo.
76,62
TOTAL DE GASTOS
4.324,10
BALANCE
PESETAS,CMS
Importan los INGRESOS
7.693,26
Importan los GASTOS
4.324,10
EXISTENCIA EN CAJA
3.369,16
 Al comienzo del siglo XX, concretamente al inicio de la década de los años treinta, El Hospital de la Santísima Trinidad de La Orotava, experimenta una ventajosa transformación. La prensa de esa época decía que al penetrar en el Hospital se observaba el efecto de buen aspecto que ofrecían todas sus dependencias, la claridad de sus espaciosa galerías exornadas con hermosas plantas decorativas, que le prestan una grata semejanza a hotel o particular mansión de época; la limpidez de sus blancas paredes lustrosas y el sosiego y la paz que en todo él se disfruta, nuestra mente da un salto retrospectivo en el tiempo  y el recuerdo de aquel otro deficiente hospital  pugna inútilmente por querer borrar esta grata visión del tiempo. Pero ya hemos dicho que en vano; porque instantáneamente nos recobramos, durando el recuerdo solamente lo imprescindible para hacernos la reflexión de que aquel cascarón  decrépito fue el principio para que pudiera lograrse este gran Hospital de entonces, pleno de técnica científica y de idóneos servicios.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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