Digna presidenta y demás señoras: Desde que la caridad se trata,
no pueden ser indiferentes las palabras, idénticas a las que habéis oído en
años anteriores. A la falta de concierto literario que en ellas no se podrás
menos de notar, suple el placer que experimentan las almas con las repetidas
noticias del bien que emana de esta nuestra piadosa institución. El que
místicamente goza en la caridad, no advierte las faltas del lenguaje que se la
consagre; y los que atentos al problema social escuchan con ansia filosófica
todo cuanto se relaciona con la suerte del proletariado, no pueden menos que
fijar su vista, siquiera sea de soslayo, presidiendo de formas escolásticas, en
lo que al menestral enfermo y al desgraciado inválido del trabajo se contrae.
Animar esta confianza y la cortés indulgencia de vosotras
mismas, para cumplir la obligación que
nuestro cargo de Secretarias nos impone;
dando cuenta en los modestos términos que están a nuestro alcance, de los
trabajos practicados por esta asociación durante el séptimo año de su provechosa
existencia. En verdad puede llamarse útil. Llena un espacio aunque
microscópico, del gran vacío que se
observa en el Mundo, contrario al
parecer a su admirable concierto, con la tristísima situación de varios
seres desgraciados respecto de otros más felices. Quizá menos dichosos sean
quienes en medio de la opulencia - excepción por cierto en este decaído país -
carecen de la tranquilidad que constituye el mejor bien: y más infelices aún
los que luchan con las necesidades que su anterior posición les impusiera con
dificultad para cubrirlas - situación por desgracia la más general en las
clases que aparentemente figura como acomodadas. - De mayor felicidad relativa
disfrutan sin duda los que faltos de bienes de fortuna poseen el tesoro de su
brazo para procurarse alimentos, que saborean sin ningún acíbar que se los
amargue. Pero cuando es el hambre el que siembra la desolación en la humilde
cabaña, antes feliz y alegre, y la pérdida de la salud o la escasez de trabajo
la causa de tamaña desgracia, nada hay que con la misma pueda compararse. Casos
de tal naturaleza jamás debieran darse si los poderes públicos, a la vez que
extinguieran la vagancia, procurasen que nunca faltase ocupación a los brazos
excelentes, ni los recursos necesarios a los que por vejez o enfermedad se
inutilicen, - jubilación tan merecida para el que ha sido útil con su honrado
trabajo material, como la concedida al empleado público. Cuando los pueblos
puedan cambiar las armas por instrumentos de labor y convertir las fortalezas
en palacios donde alojar a los inválidos del trabajo; nada tendrá que hacer la
caridad particular para hacer menos aflictiva la suerte del proletario que es
víctima del hambre; pero mientras tanto no llegue ese día profetizado por
cierto en nuestra religión, es de necesidad que existan asociaciones como esta
a que nos honramos de pertenecer. No es soberbio egoísmo el que la mueve por la
orgullosa satisfacción de la limosna como merced a semejantes que se postran.
No; es el noble impulso del cumplimiento del deber de hacerles participes de lo
que la Providencia ha suministrado para todos, aunque sin ser posible estricta
igualdad en su posesión. Guiando ciertamente estos móviles en todos sus actos,
según se desprende de la reseña que de los mismos pasamos a insertar. Tres son,
pues sus principales objetos; el asilo de los inválidos del trabajo, la
atención de los enfermos del hospital acogiendo por su cuenta a los que le es
posible de los rechazados por falta de camas del presupuesto oficial, y el
cuidado de los niños expósitos. Para realizar estos santos fines ha celebrado
su junta directiva en el año de que se trata, trece sesiones, tomando en ellas
entre otros acuerdos, los siguientes: facultar a la señora Presidenta para
admitir en dicho asilo de inválidos del trabajo mayor número del que existía,
teniendo en cuenta para ello el estado de los fondos y las circunstancias de
los que lo soliciten; dotar al mismo asilo de una sirvienta que auxilie a las
Hijas de la Caridad en el ímprobo trabajo que les proporciona, por el estado de
decrepitud y postración en que se hallan muchos de los acogidos; contestar una
comunicación del entonces Sr. Alcalde de la Villa de La Orotava manifestándole
quedar admitida en el Hospital por cuenta de esta Sociedad la enferma Emilia
Expósito, cuyo ingreso solicitó dicha Alcaldía; quedar enterada de la renuncia
presentada por la digna socia representante en el pueblo de Buenavista, Srta.
Dª. Guadalupe del Hoyo y Nieves por su traslación de domicilio y nombrar en su
lugar a la señora Dª. Guadalupe Rodríguez de Cejas. Admitir como asilada a la
pobre del Puerto de la Cruz Josefa Mª. Cabrera, en atención a la generosidad
con que contribuye dicho pueblo y no obstante haber estado más que cubierto por
entonces, según lo estaba el número de los mismos acogidos; y además otros
varios acuerdos que no fueron necesarios detallar por referirse a asuntos
corrientes, como por ejemplo los libramientos de fondos para las distintas
atenciones de la Sociedad “La Caridad”. Quince eran los pobres inválidos albergados
por entonces en el Hospital, y a pesar del gasto que su alimentación, medicinas
y vestidos ocasionaban, la Sra. Presidenta que no perdonaba medio para ver de
conseguir la extinción de la mendicidad pública en La Orotava, ensayó el
sistema de comidas para los mendigos en el Hospital, a fin de invitar a las
casas que sostienen la misma mendicidad con la limosna colectiva y periódica, a
que contribuyesen a este efecto, librando al pueblo orotavense de tan
denigrante espectáculo; para todo ha sido en vano, no obstante el buen
resultado que las mismas comidas ofrecieron; pues las expresadas casas siguen
reuniendo a los indicados mendigos frente a sus puertas en determinados días de
la semana, formando haraposo ejercito que da lugar a escenas impropias de todo pueblo
civilizado.
El número de enfermos
sostenido ese año de 1.890 en el Hospital por cuenta de la citada sociedad, por
haber estado cubiertas todas las camas de presupuesto con los admitidos por el
actual celoso Director, ascendió a 14 que causaron 357 estancias. Veinte fueron
los niños expósitos de que ha cuidado esta Sociedad, habiendo ingresado durante
el año 1.890 seis y fallecido solo uno. Fueron imprescindibles los servicios de
las Hijas de La Caridad en todos los ramos que se relacionan en la institución
benéfica; distinguiéndose especialmente la superiora Sor Concepción Alegría,
que sufrió en unión de sus compañeras con una resignación que pudiera
calificarse de santidad, el enorme trabajo que pesó sobre ellas, y las
privaciones hasta del alimento necesario, que fueron consiguientes al abandono
en que por los fondos provinciales se
tuvo a este hospital, hasta el extremo de no haber podido librárseles en ese
año(1.890) económico más que dos meses de su haber, aparte de adeudárseles años
enteros por atrasos. Digno de mención fue también el proceder del facultativo
Don Tomás Zerolo que, sin embargo de no percibir casi sueldo alguno, atendió
con la asiduidad y esmero que les son propios, no solo a los enfermos del Hospital, sino también a los asilados sin
pretender retribución de ningún género. Y aunque la Sociedad no intervino
absolutamente con sus fondos, en lo que respeta al culto, era ingratas si no
hicieran mérito de los valiosos servicios y generoso desprendimiento del digno
Capellán Sr. Don Santiago Benítez de Lugo, que auxiliado por algunas personas
mejoró notablemente el culto y ornato de la Capilla Franciscana. La
filantrópica Junta Administrativa del Hospital, de la que fueron Director,
Administrador y Secretario respectivamente sin sueldo ni emolumento de ninguna
clase, los Sres. Don Luis Monteverde, Don Ignacio Llarena y Monteverde y Don
Lorenzo Machado y Benítez de Lugo, favoreció eficazmente los propósitos de la
mencionada asociación de La Caridad, auxiliándola en sus justas pretensiones sobre
albergue de enfermos y asilados. Las socias representantes en otros pueblos se
distinguieron por sus meritorios servicios, siendo notable el exquisito celo
con que desempeñaron su cometido. Varias fueron las caritativas personas que
contribuyeron con sus donativos en el año 1.890. Los Sres. Conde del Valle de
Salazar, Don Alonso Méndez y de León, Don Domingo de León y Don Fulgencio Melo
y Urtusáustegui, con 20, 15,18 y 15 pesetas respectivamente que les
correspondieron como jurados y cedieron con la filantropía que les
distinguieron. El caballero ingles Mr. W. Long Bereham, Mrs Dalmey y Mr. Toller
con 50, 25, y 5 pesetas tambien
respectivamente, que enviaron por conducto de Don Tomás Zerolo para gastos
extraordinarios de los enfermos. La distinguida señora de nacionalidad
inglesa Dª. Julia Beanes con 100 pesetas
por mediación de Don Antonio Mª. Casañas para ropas de cama de los enfermos. Y
finalmente la piadosa señora Dª. Concepción Darmauin de Renshaw donó al Hospital
una cocina económica por valor de más de 300 pesetas.
RESUMEN DE LOS INGRESOS Y GASTOS DETALLADOS POR LA SOCIEDAD “LA
CARIDAD” DE LA VILLA DE LA OROTAVA DURANTE EL AÑO 1.889 A 1.890:
INGRESOS
|
PESETAS,CMS
|
Existencias en caja el 28.02.1.889, según la cuenta rendida en
su fecha
|
3.290,73
|
Cuotas mensuales de los socios de esta Villa .
|
1.183,53
|
Cuotas mensuales de los socios del Puerto de la Cruz de
Orotava
|
450,00
|
Cuotas mensuales de los socios del Realejo Alto
|
10,00
|
Cuotas mensuales de los socios del Realejo Bajo
|
12,00
|
Cuotas mensuales de los socios de Buenavista
|
60,00
|
Cuotas mensuales de los socios de los Silos
|
40,00
|
Cuotas mensuales de los socios de Guía Isora
|
85,50
|
Cuotas mensuales de los socios de San Miguel
|
12,00
|
Donativos en metálico y limosnas
|
563,19
|
Contingente provincial para los expósitos
|
2.031,31
|
TOTAL INGRESOS
|
7.738,26
|
GASTOS
|
PESETAS,CMS
|
Pagas oficiales y particulares
|
2.029,76
|
Por entrega de limosnas en la visita de enfermos, al Sr.
Administrador del Hospital
|
130,19
|
Estancias satisfechas para varios enfermos que no pudieron ser
admitidos en dicho
|
|
Hospital, por cuenta de su presupuesto, por estar ocupadas
todas sus camas, y lo
|
|
fueron por cuenta de esta Sociedad “La Caridad”
|
448,75
|
Por ropas y menaje para
el Hospital.
|
119,00
|
Manutención, ropas, medicinas etc., para los inválidos del
Trabajo, asilados por esta
|
|
Sociedad “La Caridad”
|
1.459,78
|
Reparos en el edificio del Hospital.
|
60,00
|
Manaje necesario para el servicio del mismo.
|
76,62
|
TOTAL DE GASTOS
|
4.324,10
|
BALANCE
|
PESETAS,CMS
|
Importan los INGRESOS
|
7.693,26
|
Importan los GASTOS
|
4.324,10
|
EXISTENCIA EN CAJA
|
3.369,16
|
Al comienzo del siglo XX,
concretamente al inicio de la década de los años treinta, El Hospital de la
Santísima Trinidad de La Orotava, experimenta una ventajosa transformación. La
prensa de esa época decía que al penetrar en el Hospital se observaba el efecto
de buen aspecto que ofrecían todas sus dependencias, la claridad de sus
espaciosa galerías exornadas con hermosas plantas decorativas, que le prestan
una grata semejanza a hotel o particular mansión de época; la limpidez de sus
blancas paredes lustrosas y el sosiego y la paz que en todo él se disfruta,
nuestra mente da un salto retrospectivo en el tiempo y el recuerdo de aquel otro deficiente
hospital pugna inútilmente por querer
borrar esta grata visión del tiempo. Pero ya hemos dicho que en vano; porque
instantáneamente nos recobramos, durando el recuerdo solamente lo
imprescindible para hacernos la reflexión de que aquel cascarón decrépito fue el principio para que pudiera
lograrse este gran Hospital de entonces, pleno de técnica científica y de
idóneos servicios.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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