Fotografía correspondiente al Unión Fomento (Real Unión de
Tenerife) año 1947.
Mi amigo desde la infancia en la calle El Calvario de la Villa
de La Orotava; FRANCISCO SÁNCHEZ GARCÍA. Remitió entonces (2009) estas notas que
tituló; “A PROPOSITO DE LA MUERTE DE DON RAMON MESA
FARIÑA, UN EXTRAORDINARIO ENTRENADOR DEL
FUTBOL CANARIO”: “…Leí el título del artículo entrañable que
Salvador García le dedicó a Don Ramón Mesa
y me enteré de su fallecimiento (verano del 2009). Dejé
intencionadamente pasar unos días para leerlo detenidamente y recordar de esa
manera a un amigo del fútbol al que quise visitar y no visité cuando se
encontraba en un Centro de mayores de La Matanza, me parece.
Salvador lo retrata espléndidamente porque
como profesional periodista que es, sabe captar fácilmente y reflejar mediante
la escritura los interiores de las personas con las que trata o ha tratado. Por eso supo dibujar con
brillante sencillez el carácter y la
personalidad de un gran entrenador del fútbol canario.
Con
permiso de Salvador, quiero añadir la experiencia deportiva que viví con
Don Ramón Mesas en la UD
Orotava de la temporada 1966-67, y que me marcó
personalmente, para tratar de completar su figura
Había terminado en Septiembre de 1966 mi Licenciatura de
Derecho en Madrid. Por aquellas fechas, concretamente en Mayo de ese año de
1966, me había fichado el Real Madrid de Don Miguel Malbo, por si daba un
Velázquez o un Pirri de aquella época, por lo que me tuve que incorporar a los
entrenamientos del Real Madrid Aficionado de Santamaría, al no poder reforzar
al Rayo Vallecano de 2ª División en el que pensaban baquetearme, para en su
caso subirme al primer equipo.
Mi debilidad renal ya me había interrumpido
a finales de ese mes de Mayo de 1966 la práctica del fútbol, y al volver en
septiembre a aquellos entrenamientos, los consejos del nefrólogo Dr. Hernando
de la Clínica
de la Concepción
de Madrid, me llevaron a comunicarle a Santamaría y a Malbo, que abandonaba el
fútbol y que regresaba a la
Villa de la
Orotava para en Mayo de 1967 hacer las prácticas de la Milicia, y comenzar a
ejercer mi profesión.
Tan pronto llego a la Villa, me entero que la UD Orotava de Don Ramón
Mesa no andaba muy firme en la Liga Regional. Me pareció extraño dado su
prestigio deportivo. Lo achaqué a que los jugadores seguramente no se habrían
amoldado a sus sistemas.
Nos saludamos, animándome a echarle una
mano. Le expliqué mi problema renal cuya solución esperaba de mi especialista
de aquí, Don Tomás Naranjo, a cuyo dictamen me remití para el abandono
definitivo o no del fútbol.
Mi sorpresa fue grande cuando Don Tomás me
dió el alta incluso para poder entrenar y jugar al fútbol. Se lo comuniqué a
Don Ramón quien me aseguró que en un mes me ponía en forma. Don Miguel Malbo
del Real Madrid, cuando le pedí la cesión a la UD Orotava, se
sorprendió de tan inesperada
recuperación y tardó más de un mes en tramitármela. Pensando quizás le
estuviese haciendo una jugarreta.
El equipo con mi aportación o porque ya era
la hora, empezó a recuperarse, volviendo el humor a la caseta y
al campo, y yo a la buena forma,
que consiguió Don Ramón con su entrenamiento a base de toque, toque y toque,
con la derecha, con la izquierda, y pase y más pase y devolución al compañero
con el interior, con el exterior, balón de cabeza, individual, con otros
compañeros etc. Ese era el calentamiento
inicial, para hacer luego ejercicios físicos y tiros a puerta. Fue el sistema
que me fue muy bien y que completado luego con el de otro gran preparador como lo fue Don
Francisco Duque en el CD Puerto Cruz con el que jugué la Liguilla Interregional
de esa temporada, conseguí una forma que motivó el interés de Don Luís
Molowny para que el Real Madrid me
cediese a su UD Las Palmas temporada 1967-68, en la que quedamos tercero.
Interesándole al CD Tenerife la siguiente temporada 1968-69 para intentar el
ascenso a segunda división, lo que no conseguimos a pesar de contar, en la
misma temporada, con los entrenadores Carlos Galbis, Luís Guiance, Santiago
Villar, Olimpio Romero y Fernando Coba
Fueron los métodos de esos entrenadores más
los aprendidos de Don Chano, de Chile, de Don Juan Herrera, Martinica, Nando,
Unzaín y de mi primo Antonio los que me dieron la formación deportiva que yo
empleé luego con cierto éxito con mis
jugadores del Infantil San Isidro, Selección Juvenil de Tenerife, y Benjamín y
Alevín Los Pinos.
De Don Ramón siempre recuerdo una anécdota
que comento con los amigos porque me impactó y me ayudó en mi trato hacia mí
mismo y hacia las demás personas.
Empezó todo
al término del entrenamiento del viernes antes de un partido que
teníamos que jugar el siguiente domingo en San Andrés. Yo tenía fuera del
campo Los Cuartos el VW 1500 de mi padre
que me había prestado para visitar a una amiga del Puerto de la Cruz. Le había dicho a
Andrés Socas que era del Puerto y que también jugaba con nosotros, que le
bajaría. Como Don Ramón tenía que ir hasta la calle Calvario para coger la
guagua de Santa Cruz, me ofrecí llevarlo hasta la parada, a lo que accedió.
Cuando se bajó en la parada, nos advirtió: Ojito con lo que van a hacer en el
Puerto. Andrés le contestó que él se iba
para su casa. Y yo, que iba a acompañar formalmente a una vecina de Andrés.
Realmente era lo que íbamos a hacer.
Pero se nos torcieron las cosas. Pues al
dejar a Andrés en su casa, su educación le obligó a invitarme a pasar a su casa
para merendar algo, lo que mi educación le aceptó para no ser menos. Pero
claro, la merienda se nos convirtió en cena y en sobremesa casera bien regada con el whisky de
la época…..cuya alegría no le pasó desapercibida a Don Ramón en el partido
de San Andrés un día y medio después,
cuando a los 15 minutos ya había fallado tres claras ocasiones de gol. Alegría
que empezó a convertírsele a Don Ramón en cabreo cuando en la segunda parte se
mantenía el 0-0 o el 1-1 no recuerdo bien, porque yo seguía fallando goles.
El cabreo lo tuvo que desahogar porque si
no, reventaba. Y lo desahogó dirigiéndose a unos aficionados de La Orotava, a los que con
gritos y cara destemplada me recriminó personalmente desde la banda mi visita
al Puerto el viernes por la noche, después del entrenamiento, a pesar de sus
paternales consejos. Yo seguía fallando.
Al terminar el partido, me dirigí a la caseta sin decir ni pum, y como el
resultado al final había sido satisfactorio, no hubo más palabras que las
de Angelito el de la charca, que, al
haber oído a Don Ramón tan duras quejas hacia mi persona, le indicó que no eran
formas.
El siguiente martes, antes de empezar el
entrenamiento, Don Ramón me llamó aparte, y me pidió perdón por las palabras
que me había gritado en San Andrés. Yo
sólo supe decirle que quien tenía que pedirle perdón era yo a él por no
haberle hecho caso y no haberme sabido cuidar en la cena y sobremesa
portuenses. Una verdadera lección de humanidad y humildad que nunca olvidé de
Don Ramón, y que a mi vista engrandeció su persona.
Nos seguimos entendiendo esa temporada
hasta el último partido con el Mensajero. Estábamos a punto de jugar incluso la Liguilla Interregional.
El domingo de ese encuentro nos habíamos convocado algunos antiguos alumnos
salesianos a comer al mediodía en La
Caldera de La
Orotava. Me fui con ellos, incluido Pepe Santos que también
jugaba en la UD,
pero que se creía arrestado, pensando que era sólo para comernos una paella y
p´abajo. Pero sí,........... lo que
ocurre siempre en estos casos, que si la paella, que si un vasito de vino
porque estoy encajado, que si otro porque tengo sed, que si un partidillo de fútbol.......
Cuando ya eran sobre las tres, tres y media
de la tarde, Pepe Santos y yo nos bajamos y nos presentamos en la caseta, el
uno, alegrito, con el convencimiento de que no iba a jugar por estar arrestado;
y el menda, alegrito y coloradito como siempre, pensando que todo lo iba
arreglar con Don Ramón contándole la imposibilidad de eludir el compromiso con
los compañeros colegiales, y que la intrascendencia del partido era el momento
para darle la oportunidad a alguno de los jugadores que venían siendo
suplentes. Ja, Ja. Se la íbamos a dar a Don Ramón como hechos consumados
Sánchez, póngase la camiseta y al campo.
Santos, que arrestado ni que monsergas, al campo.
Don
Ramón nos dio una lección, haciéndonos afrontar la situación “alegre” ante
nuestros aficionados, principalmente por razón de la paella, los vasos de vino
y del partidillo de fútbol de nuestra irresponsabilidad. Pero aquel partido lo ganamos por 3 a 1, dos goles de Pepe Santos
(Lapepa), y uno mío (Lapaca). La coña al
final fue de lo más simpático con la risita de Don Ramón por medio. Resultó sin
embargo que Pepe estaba realmente
arrestado, por lo que nos quitaron los dos puntos más otros dos más por
alineación indebida. Su deseo de darnos una lección y que se le respetara como
entrenador estaban por encima de jugar o no una Liguilla.
Nos vimos y nos saludamos en otras
ocasiones, y siempre con su risita especial que le daba un atractivo especial,
como si nos hubiéramos estado tratando todos los días, lo que ocurre
normalmente con la gente que se conoce y se admira.
Y al final, creo que se quiso despedir de
los amigos de La Orotava
en el momento de su fallecimiento. Pues me cuenta el amigo Ramón Hernández
Fariña (ex Plus Ultra, Iberia, UD Orotava, Castellón, Badalona, Europa,
Figueras, San Isidro, Los Pinos) que el pasado 26 de agosto (2009), de regreso
de su visita a Lanzarote con el Juvenil Plus Ultra 1959, tuvo que ir a
Urgencias del Hospital Universitario, sobre las 9 de la noche, para verse una
hemorragia ocular. En la sala de espera
oyó por su altavoz que avisaban a los parientes de Don Ramón Mesa
Fariña. Coral, la mujer del amigo Ramón fue hasta la sala de megafonía por si
se habían equivocado de apellido, y en lugar de Hernández habían dicho Mesa.
No, le confirmaron que estaban llamando
a los parientes de Don Ramón Mesa Fariña. Al comprobar Ramón la noticia de su muerte al día
siguiente entendió que aquella llamada era, seguro, para comunicarle a los
parientes de Don Ramón Mesa, su muerte, y de la que él pudo saber por una
coincidencia del destino, personalizada en uno de los grandes jugadores de
fútbol que ha dado esta Villa.
Son las
casualidades que nos hacen recordar con cariño los personajes de nuestra
vida, que en el caso de Don Ramón Mesa se nos hace presente por sus enseñanzas
deportivas y humanas, y que le agradezco con estas sencillas letras, pidiéndole
a Dios que le dé el descanso eterno que se merece…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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