jueves, 17 de agosto de 2017

“A PROPOSITO DE LA MUERTE DE DON RAMON MESA FARIÑA, UN EXTRAORDINARIO ENTRENADOR DEL FUTBOL CANARIO”



Fotografía correspondiente al Unión Fomento (Real Unión de Tenerife) año 1947.

Mi amigo desde la infancia en la calle El Calvario de la Villa de La Orotava; FRANCISCO SÁNCHEZ GARCÍA. Remitió entonces (2009) estas notas que tituló; “A  PROPOSITO DE LA MUERTE DE DON RAMON MESA FARIÑA, UN EXTRAORDINARIO ENTRENADOR DEL  FUTBOL CANARIO”: “…Leí el título del artículo entrañable que Salvador García le dedicó a Don Ramón Mesa  y me enteré de su fallecimiento (verano del 2009). Dejé intencionadamente pasar unos días para leerlo detenidamente y recordar de esa manera a un amigo del fútbol al que quise visitar y no visité cuando se encontraba en un Centro de mayores de La Matanza, me parece.
Salvador lo retrata espléndidamente porque como profesional periodista que es, sabe captar fácilmente y reflejar mediante la escritura los interiores de las personas con las que trata o  ha tratado. Por eso supo dibujar con brillante  sencillez el carácter y la personalidad de un gran entrenador del fútbol canario.
Con  permiso de Salvador, quiero añadir la experiencia deportiva que viví con Don Ramón Mesas en la UD Orotava de la temporada 1966-67, y que me marcó personalmente, para tratar de completar su figura
Había terminado en Septiembre de 1966 mi Licenciatura de Derecho en Madrid. Por aquellas fechas, concretamente en Mayo de ese año de 1966, me había fichado el Real Madrid de Don Miguel Malbo, por si daba un Velázquez o un Pirri de aquella época, por lo que me tuve que incorporar a los entrenamientos del Real Madrid Aficionado de Santamaría, al no poder reforzar al Rayo Vallecano de 2ª División en el que pensaban baquetearme, para en su caso subirme al primer equipo.
Mi debilidad renal ya me había interrumpido a finales de ese mes de Mayo de 1966 la práctica del fútbol, y al volver en septiembre a aquellos entrenamientos, los consejos del nefrólogo Dr. Hernando de la Clínica de la Concepción de Madrid, me llevaron a comunicarle a Santamaría y a Malbo, que abandonaba el fútbol y que regresaba a la Villa de la Orotava para en Mayo de 1967 hacer las prácticas de la Milicia, y comenzar a ejercer mi profesión.
Tan pronto llego a la Villa, me entero que la UD Orotava de Don Ramón Mesa no andaba muy firme en la Liga Regional. Me pareció extraño dado su prestigio deportivo. Lo achaqué a que los jugadores seguramente no se habrían amoldado a sus sistemas.
Nos saludamos, animándome a echarle una mano. Le expliqué mi problema renal cuya solución esperaba de mi especialista de aquí, Don Tomás Naranjo, a cuyo dictamen me remití para el abandono definitivo o no del fútbol.
Mi sorpresa fue grande cuando Don Tomás me dió el alta incluso para poder entrenar y jugar al fútbol. Se lo comuniqué a Don Ramón quien me aseguró que en un mes me ponía en forma. Don Miguel Malbo del Real Madrid, cuando le pedí la cesión a la UD Orotava, se sorprendió  de tan inesperada recuperación y tardó más de un mes en tramitármela. Pensando quizás le estuviese haciendo una jugarreta.
El equipo con mi aportación o porque ya era la hora, empezó a recuperarse, volviendo el humor a  la caseta y  al campo, y yo a la  buena forma, que consiguió Don Ramón con su entrenamiento a base de toque, toque y toque, con la derecha, con la izquierda, y pase y más pase y devolución al compañero con el interior, con el exterior, balón de cabeza, individual, con otros compañeros etc.  Ese era el calentamiento inicial, para hacer luego ejercicios físicos y tiros a puerta. Fue el sistema que me fue muy bien y que completado luego con el de  otro gran preparador como lo fue Don Francisco Duque en el CD Puerto Cruz con el que jugué la Liguilla Interregional de esa temporada, conseguí una forma que motivó el interés de Don Luís Molowny  para que el Real Madrid me cediese a su UD Las Palmas temporada 1967-68, en la que quedamos tercero. Interesándole al CD Tenerife la siguiente temporada 1968-69 para intentar el ascenso a segunda división, lo que no conseguimos a pesar de contar, en la misma temporada, con los entrenadores Carlos Galbis, Luís Guiance, Santiago Villar, Olimpio Romero y Fernando Coba
Fueron los métodos de esos entrenadores más los aprendidos de Don Chano, de Chile, de Don Juan Herrera, Martinica, Nando, Unzaín y de mi primo Antonio los que me dieron la formación deportiva que yo empleé  luego con cierto éxito con mis jugadores del Infantil San Isidro, Selección Juvenil de Tenerife, y Benjamín y Alevín Los Pinos.
De Don Ramón siempre recuerdo una anécdota que comento con los amigos porque me impactó y me ayudó en mi trato hacia mí mismo y hacia las demás  personas.
Empezó todo  al término del entrenamiento del viernes antes de un partido que teníamos que jugar el siguiente domingo en San Andrés. Yo tenía fuera del campo  Los Cuartos el VW 1500 de mi padre que me había prestado para visitar a una amiga del Puerto de la Cruz. Le había dicho a Andrés Socas que era del Puerto y que también jugaba con nosotros, que le bajaría. Como Don Ramón tenía que ir hasta la calle Calvario para coger la guagua de Santa Cruz, me ofrecí llevarlo hasta la parada, a lo que accedió. Cuando se bajó en la parada, nos advirtió: Ojito con lo que van a hacer en el Puerto. Andrés  le contestó que él se iba para su casa. Y yo, que iba a acompañar formalmente a una vecina de Andrés. Realmente era lo que íbamos a hacer.
Pero se nos torcieron las cosas. Pues al dejar a Andrés en su casa, su educación le obligó a invitarme a pasar a su casa para merendar algo, lo que mi educación le aceptó para no ser menos. Pero claro, la merienda se nos convirtió en cena y en  sobremesa casera bien regada con el whisky de la época…..cuya alegría no le pasó desapercibida a Don Ramón en el partido de  San Andrés un día y medio después, cuando a los 15 minutos ya había fallado tres claras ocasiones de gol. Alegría que empezó a convertírsele a Don Ramón en cabreo cuando en la segunda parte se mantenía el 0-0 o el 1-1 no recuerdo bien, porque yo seguía fallando goles.
El cabreo lo tuvo que desahogar porque si no, reventaba. Y lo desahogó dirigiéndose a unos aficionados de La Orotava, a los que con gritos y cara destemplada me recriminó personalmente desde la banda mi visita al Puerto el viernes por la noche, después del entrenamiento, a pesar de sus paternales consejos. Yo  seguía fallando. Al terminar el partido, me dirigí a la caseta sin decir ni pum, y como el resultado al final había sido satisfactorio, no hubo más palabras que las de  Angelito el de la charca, que, al haber oído a Don Ramón tan duras quejas hacia mi persona, le indicó que no eran formas.
El siguiente martes, antes de empezar el entrenamiento, Don Ramón me llamó aparte, y me pidió perdón por las palabras que me había gritado en San Andrés. Yo  sólo supe decirle que quien tenía que pedirle perdón era yo a él por no haberle hecho caso y no haberme sabido cuidar en la cena y sobremesa portuenses. Una verdadera lección de humanidad y humildad que nunca olvidé de Don Ramón, y que a mi vista engrandeció su persona.
Nos seguimos entendiendo esa temporada hasta el último partido con el Mensajero. Estábamos a punto de jugar incluso la Liguilla Interregional. El domingo de ese encuentro nos habíamos convocado algunos antiguos alumnos salesianos a comer al mediodía en La Caldera de La Orotava. Me fui con ellos, incluido Pepe Santos que también jugaba en la UD, pero que se creía arrestado, pensando que era sólo para comernos una paella y p´abajo. Pero sí,...........  lo que ocurre siempre en estos casos, que si la paella, que si un vasito de vino porque estoy encajado, que si otro porque tengo sed, que  si un partidillo de fútbol.......  
Cuando ya eran sobre las tres, tres y media de la tarde, Pepe Santos y yo nos bajamos y nos presentamos en la caseta, el uno, alegrito, con el convencimiento de que no iba a jugar por estar arrestado; y el menda, alegrito y coloradito como siempre, pensando que todo lo iba arreglar con Don Ramón contándole la imposibilidad de eludir el compromiso con los compañeros colegiales, y que la intrascendencia del partido era el momento para darle la oportunidad a alguno de los jugadores que venían siendo suplentes. Ja, Ja. Se la íbamos a dar a Don Ramón como hechos consumados
Sánchez, póngase la camiseta y al campo. Santos, que arrestado ni que monsergas, al campo.
 Don Ramón nos dio una lección, haciéndonos afrontar la situación “alegre” ante nuestros aficionados, principalmente por razón de la paella, los vasos de vino y del partidillo de fútbol de nuestra irresponsabilidad.  Pero aquel partido lo ganamos por 3 a 1, dos goles de Pepe Santos (Lapepa), y uno mío (Lapaca).  La coña al final fue de lo más simpático con la risita de Don Ramón por medio. Resultó sin embargo que Pepe estaba realmente  arrestado, por lo que nos quitaron los dos puntos más otros dos más por alineación indebida. Su deseo de darnos una lección y que se le respetara como entrenador estaban por encima de jugar o no una Liguilla.
Nos vimos y nos saludamos en otras ocasiones, y siempre con su risita especial que le daba un atractivo especial, como si nos hubiéramos estado tratando todos los días, lo que ocurre normalmente con la gente que se conoce y se admira.
Y al final, creo que se quiso despedir de los amigos de La Orotava en el momento de su fallecimiento. Pues me cuenta el amigo Ramón Hernández Fariña (ex Plus Ultra, Iberia, UD Orotava, Castellón, Badalona, Europa, Figueras, San Isidro, Los Pinos) que el pasado 26 de agosto (2009), de regreso de su visita a Lanzarote con el Juvenil Plus Ultra 1959, tuvo que ir a Urgencias del Hospital Universitario, sobre las 9 de la noche, para verse una hemorragia ocular. En la sala de espera  oyó por su altavoz que avisaban a los parientes de Don Ramón Mesa Fariña. Coral, la mujer del amigo Ramón fue hasta la sala de megafonía por si se habían equivocado de apellido, y en lugar de Hernández habían dicho Mesa. No, le confirmaron que estaban llamando  a los parientes de Don Ramón Mesa Fariña. Al comprobar  Ramón la noticia de su muerte al día siguiente entendió que aquella llamada era, seguro, para comunicarle a los parientes de Don Ramón Mesa, su muerte, y de la que él pudo saber por una coincidencia del destino, personalizada en uno de los grandes jugadores de fútbol que ha dado esta Villa.
Son las  casualidades que nos hacen recordar con cariño los personajes de nuestra vida, que en el caso de Don Ramón Mesa se nos hace presente por sus enseñanzas deportivas y humanas, y que le agradezco con estas sencillas letras, pidiéndole a Dios que le dé el descanso eterno que se merece…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

No hay comentarios:

Publicar un comentario