sábado, 8 de abril de 2017

DEL CONVENTO DE MONJAS CLARISA DE SAN JOSÉ A LA CASA CONSISTORIAL



Nos cuenta el amigo y compañero de docencia, catedrático de enseñanzas medias JUAN JOSÉ MARTÍNEZ SÁNCHEZ, en su libro “El Ayuntamiento de La Orotava 100 Años de Historia”.  En las Páginas 39, 40, 41, y 42: “…En el lugar en el que hoy se levanta el edificio de las Casas Consistoriales de La Orotava, existió anteriormente un convento de monjas. El enfoque evangelizador que tuvo la conquista de Canaria s se tradujo en el establecimiento en las Islas de diversas órdenes religiosas, tanto de frailes como de monjas. Eran muchas las mujeres que deseaban servir a Dios a través de la clausura conventual. Además de la vocación religiosa, otra causa destacada de ese afán femenino de encerrarse en un convento era el "desamparo" en que quedaban muchas damas de las clases pudiente s cuando las riquezas familiares se le asignaban al hermano mayor (mayorazgos). Desde principios del siglo XVI se intenta establece r las primeras órdenes religiosas en Tenerife. Sería el año 1547 cuando llegaron a la Isla las fundadoras del convento de Santa Clara de La Laguna, según Núñez de la Peña. La Orotava era lugar atractivo para ubicar un convento, por sus condicione s naturales y las mucha s familias acomodada s residentes. La iniciativa de la fundación del convento de Monja s Claras partió del coronel José de Llarena y su esposa Isabel Ana Calderón. Para lograr su propósito obtuvieron una licencia real en el año 1597. Los representante s del pueblo (regidores) expresaron su satisfacción por lo "conveniente que habría de ser al servicio de Dios, al Rey y de los vecinos de aquel pueblo donde había mucho s con hacienda s e hijos”, nos dice Viera y Clavijo. El convento se construyó en "las propias casas de la habitación de los patronos”, lugar que hoy ocupa el edificio del Ayuntamiento. Desde La Laguna llegaron: la abadesa, Catalina de San Francisco Llarena, y su hermana María del Cristo (hijas del patrono) y otras cinco monjas que se convirtieron en las fundadoras del convento de Santa Clara de la Orotava. Entraron en clausura el 20 de enero de 1601. El convento se llamó de San José y quedó bajo la obediencia de los padres franciscanos (orden de frailes establecida en el "lugar"). En el siglo XVIII llegó a contar con setenta religiosas. A principios del siglo XIX ocupaban el convento veinticuatro profesas y una hermana lega. Al realizarse el proceso desamortizador durante el siglo XIX, el convento de San José pasó, como todos los demás conventos, a formar parte de los bienes del Estado. Pero se tuvo, por parte de las autoridades del Gobierno, una deferencia hacia las monjas clarisas orotavenses: las que residían en el convento podrían seguir viviendo en él mientras continuasen en este mundo. Grave error, pues unas cuantas monjas anciana s ocupando un enorme convento, que tenía una superficie de unos siete mil ochocientos metros cuadrados, no podía acarrear otras consecuencias que el deterioro creciente del ya vetusto edificio.
La Orotava carecía, en el siglo XIX, de locales adecuados para las dependencias de la Corporación municipal, para Juzgados, par a Escuelas, etc. Todos estos organismos públicos estaban ubicados en otros conventos que presentaban un estado material nada halagüeño, de cara a satisfacer unas exigencias de solidez, capacidad e higiene imprescindibles en estas dependencias  públicas. Las autoridades políticas de la Villa intentaron convence r a la madre abades a de las Claras a fin de que cediera parte del convento o se trasladaran a otro monasterio; pero todo fue inútil. Por eso, cuando se produjo la Revolución del 1868 y al amparo del aire liberal y laico que la promovía , la Junta de Gobierno de la Villa de la Orotava , en sesión de 21 de octubre de ese mismo año (no olvidemos que la revolución se afianza en España el día 28 de septiembre ) tomó en consideración que el edificio de monja s Claras ocupad o por unas cuantas religiosas era de todo punto indispensable para el establecimiento de las Casas Consistoriales, Juzgados, Escuelas y demás oficinas y estaba en la conciencia de todos los habitante s la necesidad de dedica r aquel céntrico edificio a los objetos ya citados. La Junta acordó "dar por extinguido y cerrado el indicado convento, notificándolo a la M.R.M. Abadesa para que dentro del tercero día evacúen el local y se trasladen con el decoro que corresponda a donde mejor crean conveniente”.
Con este desalojo se inicia el proceso que llevará a la construcción de las Casas Consistoriales. Evacuado que fue el convento de las monjas Claras, la Junta de Gobierno de la Villa de La Orotava instalase en él, así como las oficinas del Ayuntamiento, "arrancándose los hierros que contenían sus marcos como prueba de incautación”.
En noviembre de 1868 se creó una Junta de destacadas personalidades orotavenses, encargada de proceder al derribo del ex convento y levantar en su solar obras de utilidad pública. Dentro de esta Junta se nombró una Comisión, especie de Directiva de la misma, que fue la que directamente llevó todo el trabajo y responsabilidad del asunto.
Sus integrante s eran: Antonio María de Lugo Viña, Antonio Díaz Flores, Francisco Román y Fernando Monteverde. El primer paso de esta Comisión fue lograr de las autoridades del Estado respaldo legal par a sus proyectos. Efectivamente, consiguen del Ministerio de la Gobernación (oficio de 13 de marzo de 1869) permiso para la demolición del ex convento y para que con los materiales aprovechables se construya el edificio de las Casas Consistoriales, Juzgado s y Escuelas. Esta decisiva intervención ministerial espoleó los ánimos de los miembros de la Comisión de tal forma que el 28 de abril de ese mismo año presentaban a la Corporación Municipal el plano - proyecto de obra s a realizar. Dicho plano fue realizado por Don Pedro Maffiotte, ayudante del cuerpo de Ingenieros de esta provincia de Canarias. Según el proyecto podían hacerse: Casa s Consistoriales, Juzgados, Escuelas, Plaza de Mercado y Plaza de Paseo. El nuevo edificio tendría dos pisos, siendo la parte baja dedicada a las Escuelas y la parte alta al Ayuntamiento y Juzgados. Tanto la Comisión como el Señor Maffiotte opinan que con el importe de los solares que pueda n venderse, de la amplia superficie del ex convento, así como con la utilización de madera s y materiales del derribo, habría suficientes fondos para terminar la construcción proyectada.
Caso de que este proyecto fuese aceptado por la Corporación se procedería después a realizar los planos de la fachada y el presupuesto de las obras. Días después se pidió al arquitecto el plano de la fachada y los presupuestos totales, que fueron remitidos al Ayuntamiento el día 7 de diciembre de 1869. Estaban realizados los primeros planos del edificio de las Casas Consistoriales. El Ayuntamiento los aprobó el día 24 de ese mismo mes. Y la Diputación Provincial dio su visto bueno a los mismos el 15 de enero de 1870…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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