jueves, 3 de agosto de 2017

LUIS COLA BENÍTEZ EN LA VALIOSA HISTORIOGRAFÍA CANARIA




Imagen reciente (2016) del Cronista Oficial de S/C. de Tenerife Luis Cola Benítez, fallecido el 3 de agosto de 2016

El amigo del Puerto de la Cruz; MELECIO HERNÁNDEZ PÉREZ, remitió entonces (agosto del 2016) estas notas que tituló; “LUIS COLA BENÍTEZ EN LA VALIOSA HISTORIOGRAFÍA CANARIA”: “…La noticia del triste desenlace en el pasado mes de agosto de Luis Cola Benítez, Cronista Oficial de Santa Cruz de Tenerife, atendiendo al parentesco que me une y la buena relación que siempre mantuve con él, me ha impactado dolorosamente, pues ignoraba su cruel enfermedad, pese a que breves fechas antes del óbito mantuvimos una amena conversación telefónica y nada me hizo sospechar por su voz firme y segura el sufrimiento que silenciaba, y que ahora me consta llevó con entereza y resignación.
Supe por el propio Luis Cola que al menos hasta 1620, los ascendientes de los Benítez procedían de La Victoria de Acentejo, debiendo trasladarse posteriormente a  Fuerteventura, ya que tanto Gabriel Benítez Martín, nuestro común tatarabuelo, como su padre Bernardo y el padre de éste, Pedro Benítez, eran todos de La Antigua y de sus aledaños.
El primero de estos Benítez en trasladarse a Tenerife, posiblemente huyendo de las famosas hambrunas que periódicamente azotaban dicha isla, fue Gabriel. Una vez establecido y casado en la capital del archipiélago con Ignacia Gutiérrez Umpiérrez, sus descendientes son naturales de Santa Cruz de Tenerife, como nuestro común bisabuelo, José Jacinto Benítez Gutiérrez (1837-1918), único varón de tres hijos habidos en el matrimonio.
Este interesante personaje de espíritu inquieto, contrajo matrimonio con Bibiana de la Concepción Expósito, natural de La Orotava, y procrearon ocho hijos: cinco hembras y tres varones, si bien sólo llegaron a adultos las hembras y el primogénito Anselmo J. Benítez  (1859-1937). Anselmo era abuelo de Luis Cola y tío abuelo del que suscribe estas líneas. Entre sus hermanas ocupa el orden segundo mi abuela paterna, Adelaida, casada con el portuense Cecilio Hernández González, y con la que se asienta finalmente en el Puerto de la Cruz esta rama de los Benítez, figurando entre los cinco hijos habidos tres hembras y dos varones, entre ellos, mi padre, Melecio Hernández Benítez (1892-1964), quien al llevar el segundo apellido materno, conforme a la ancestral costumbre, desaparece en los descendientes la herencia del Benítez.
Me unía a Luis Cola, además de la común sangre, la coincidencia de nacer en el mismo año, ser autodidacta y tener idénticas vocaciones por la historia y la investigación así como por la defensa del patrimonio histórico y artístico y el consiguiente afán divulgativo a través de la prensa, revistas y libros: él, por su Santa Cruz de Tenerife, y yo por mi Puerto de la Cruz.
A partir de los ochenta del siglo pasado nos comunicábamos preferentemente por correspondencia hasta el punto de intercambiar consultas, datos, textos y  proyectos como el referido en carta de abril de 1981, que hizo realidad 20 años después con la publicación de su libro La imprenta Benítez (2001) y, por supuesto, en otros encuentros de diferentes actividades culturales en las que intervenía, ya fuera presentación de sus libros o ajenos, conferencias, entrega de premios, etc.
Hubo entre los descendientes de esta familia un inolvidable encuentro  que tuvo lugar en 2005 en el hotel La Quinta Park de Santa Úrsula, consistente en un almuerzo que concentró a 180 familiares. En esta distendida reunión, donde estuvo presente Luis Cola, la numerosa familia vivió una jornada memorable con sus momentos emotivos y alegres. Tampoco faltaron los respectivos discursos y brindis por el éxito de la concentración.
En otra ocasión, con motivo de un homenaje de los Benítez a  Luis Cola, celebrado en 1997 en el restaurante “Los Comuneros”, recitó una festiva composición poética para la ocasión, leída con sabor a folia que fue muy aplaudida, y de la que reproduzco los últimos versos:
“A todos quiero abrazar
no olvidando este momento.
Hoy yo tengo que cantar
mi emoción y sentimiento.”
Aunque dolorosa la ausencia física de un ser tan querido para su esposa Luz y demás familiares y amigos, nos consuela el legado de su obra enriquecedora de la historiografía canaria, donde su memoria permanecerá para siempre junto a esos grandes maestros que tanto admiraba: Viera y Clavijo, Antonio Rumeu de Armas, Alejandro Cioranescu,  Marcos Guimerá  Peraza, Elías Serra Rafols, Buenaventura Bonnet, entre otros relevantes intelectuales…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

No hay comentarios:

Publicar un comentario