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reciente (2016) del Cronista Oficial de S/C. de Tenerife Luis Cola Benítez,
fallecido el 3 de agosto de 2016
El amigo
del Puerto de la Cruz; MELECIO HERNÁNDEZ PÉREZ, remitió entonces (agosto del
2016) estas notas que tituló; “LUIS COLA BENÍTEZ EN LA VALIOSA HISTORIOGRAFÍA
CANARIA”: “…La noticia del triste desenlace en el pasado mes de
agosto de Luis Cola Benítez, Cronista Oficial de Santa Cruz de Tenerife,
atendiendo al parentesco que me une y la buena relación que siempre mantuve con
él, me ha impactado dolorosamente, pues ignoraba su cruel enfermedad, pese a
que breves fechas antes del óbito mantuvimos una amena conversación telefónica
y nada me hizo sospechar por su voz firme y segura el sufrimiento que
silenciaba, y que ahora me consta llevó con entereza y resignación.
Supe por el propio Luis Cola que al menos hasta 1620, los
ascendientes de los Benítez procedían de La Victoria de Acentejo, debiendo trasladarse
posteriormente a Fuerteventura, ya que
tanto Gabriel Benítez Martín, nuestro común tatarabuelo, como su padre Bernardo
y el padre de éste, Pedro Benítez, eran todos de La Antigua y de sus aledaños.
El primero de estos Benítez en trasladarse a Tenerife,
posiblemente huyendo de las famosas hambrunas que periódicamente azotaban dicha
isla, fue Gabriel. Una vez establecido y casado en la capital del archipiélago
con Ignacia Gutiérrez Umpiérrez, sus descendientes son naturales de Santa Cruz
de Tenerife, como nuestro común bisabuelo, José Jacinto Benítez Gutiérrez
(1837-1918), único varón de tres hijos habidos en el matrimonio.
Este interesante personaje de espíritu inquieto, contrajo
matrimonio con Bibiana de la Concepción Expósito, natural de La Orotava, y procrearon ocho
hijos: cinco hembras y tres varones, si bien sólo llegaron a adultos las
hembras y el primogénito Anselmo J. Benítez (1859-1937). Anselmo era abuelo de Luis Cola y
tío abuelo del que suscribe estas líneas. Entre sus hermanas ocupa el orden
segundo mi abuela paterna, Adelaida, casada con el portuense Cecilio Hernández
González, y con la que se asienta finalmente en el Puerto de la Cruz esta rama de los
Benítez, figurando entre los cinco hijos habidos tres hembras y dos varones,
entre ellos, mi padre, Melecio Hernández Benítez (1892-1964), quien al llevar
el segundo apellido materno, conforme a la ancestral costumbre, desaparece en
los descendientes la herencia del Benítez.
Me unía a Luis Cola, además de la común sangre, la coincidencia
de nacer en el mismo año, ser autodidacta y tener idénticas vocaciones por la
historia y la investigación así como por la defensa del patrimonio histórico y
artístico y el consiguiente afán divulgativo a través de la prensa, revistas y
libros: él, por su Santa Cruz de Tenerife, y yo por mi Puerto de la Cruz.
A partir de los ochenta del siglo pasado nos comunicábamos
preferentemente por correspondencia hasta el punto de intercambiar consultas,
datos, textos y proyectos como el
referido en carta de abril de 1981, que hizo realidad 20 años después con la
publicación de su libro La imprenta Benítez (2001) y, por supuesto, en otros
encuentros de diferentes actividades culturales en las que intervenía, ya fuera
presentación de sus libros o ajenos, conferencias, entrega de premios, etc.
Hubo entre los descendientes de esta familia un inolvidable
encuentro que tuvo lugar en 2005 en el
hotel La Quinta Park
de Santa Úrsula, consistente en un almuerzo que concentró a 180 familiares. En
esta distendida reunión, donde estuvo presente Luis Cola, la numerosa familia
vivió una jornada memorable con sus momentos emotivos y alegres. Tampoco
faltaron los respectivos discursos y brindis por el éxito de la concentración.
En otra ocasión, con motivo de un homenaje de los Benítez a Luis Cola, celebrado en 1997 en el
restaurante “Los Comuneros”, recitó una festiva composición poética para la
ocasión, leída con sabor a folia que fue muy aplaudida, y de la que reproduzco
los últimos versos:
“A todos quiero abrazar
no olvidando este momento.
Hoy yo tengo que cantar
mi emoción y sentimiento.”
Aunque dolorosa la ausencia física de un ser tan querido para su
esposa Luz y demás familiares y amigos, nos consuela el legado de su obra
enriquecedora de la historiografía canaria, donde su memoria permanecerá para
siempre junto a esos grandes maestros que tanto admiraba: Viera y Clavijo,
Antonio Rumeu de Armas, Alejandro Cioranescu,
Marcos Guimerá Peraza, Elías
Serra Rafols, Buenaventura Bonnet, entre otros relevantes intelectuales…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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