Aniversario de su fallecimiento. Doña
Berta Hernández Gutiérrez, simplemente “Doña Berta”, era de las profesoras que
trabajaba con todas clases de alumnos, desde el de más talento hasta el que
menos se le daba el estudio. Tenía una técnica, y un sistema de trabajo, que
profundizaba, con el más inteligente al igual que con aquel que le costaba
entrar en la didáctica o en las matrices terminales.
La verdad que sus alumnos le lloran,
le quieren y le adoran, pues se entendía igual con el que aprobaba o suspendía,
puesto que usted sabía que todos trabajaban, pero en las evaluaciones, no solo
le importaba el trabajo en sí, si no el trabajo en el provecho, lo negativo
siempre venía por fallos humanos o falta de la simple llegada en el
entendimiento.
En este sentido recuerdo que un día a
titulo anecdótico, apareció en casa de mi hermana, con el examen de mis
sobrinas en sus propias manos, para decirle cual había sido el fallo, y la
equivocación. Esto solo se le vio a usted, querida madre profesora, por qué usted
siempre transcurría la humildad y la honradez.
Doña Berta Hernández Gutiérrez nació
en la Laguna, murió en su domicilio, tranquilamente leyendo su literatura, sus
autores, en su querida villa de La Orotava, un lunes de calima 30 de noviembre.
Vino a la Villa tras contraer matrimonio con el recordado profesor orotavense
don Domingo Pérez Betancourt (Licenciado en Ciencias Químicas). Tuvieron tres
maravillosas hijas; Rita, Berta y Margarita.
El matrimonio se instaló en una
mansión en la calle de La Iglesia (Inocencio García Feo), allí vivieron y
trabajaron en la docencia particular con todos aquellos alumnos que le
necesitaban. Muchos de ellos realizaron el bachillerato completo por libre,
desde su propio domicilio. Años más tarde se cambiaron a otra mansión que
adquirieron en propiedad en la Calle Verde (Nicandro González Borges) de la
Villa, allí continuaron con su labor de docencia particular.
Doña Berta Hernández Gutiérrez era
licenciada en Filosofía y Letras (Románica) por la Universidad de La Laguna,
empezó a dar clases oficiales, en el Colegio de San Isidro de la Villa de La
Orotava, de latín, concretamente a mi
promoción de bachiller superior, en el curso 1966 – 1967, con solo cuatro
alumnos; Juan Ramos Amaro, Juan Jesús de
Francisco (Ringo - fallecido), Fernando Oliva y Arturo. Después pasó al
Instituto de la Torrita y finalmente al de Villalba y Hervás, en Carmenati,
donde se jubiló a cumplir su edad.
No se esperaba su pronta ida al
paraíso eterno, por las calles de la Villa siempre la veíamos paseando, bien
con alguna compañera o bien con unas señoras.
Siendo director del IES Villalba
Hervás de La Villa de La Orotava; Sebastián Estévez, se le otorgó el merito de
Alfonso X El Sabio, evento que se desarrolló en un restaurante de la Cuesta de
la Villa, repleto de sus alumnos y compañeros.
Doña Berta, usted sabes que todos nosotros,
le estamos agradecidos, por su bondad, su personalidad, su honradez, su
preocupación, y por su enseñanza. En este nuevo mundo de la Esperanza y de la
misericordia, está su esposo don Domingo Pérez Betancort, al que muchos de
nosotros también le estamos agradecidos por su enseñanza en las ciencias.
Aquí nos queda como recuerdo sus tres
hijas, sus tres hadas, que le querían al igual que todos nosotros. Descanse, y
que el paraíso del color blanco, de lo eterno, se convierta en una nueva
mansión, donde todos podamos acudir a recibir su sencilla y honrada enseñanza.
Un abrazo de mi parte y de mi señora
Antonia María González de Chaves y Díaz, que le está muy agradecida, por su
interés en lograr los conocimientos necesarios de la vida.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
Fui alumno de doña Berta, y por alguna extraña razón me acordé de ella y la busqué en internet. Creo que estaba a punto de jubilarse cuando me dio clases, en el nuevo instituto.
ResponderEliminarNo se lo tome a mal, pero Doña Berta habría corregido el leísmo que arrastra en todo el artículo: "Sus alumnos la lloran, la quieren y la adoran...", y no "le lloran, le quieren..." todos ellos verbos intransitivos y por lo tanto el pronombre referido a una mujer, doña Berta, es "la" y no "le". Es curioso porque en Canarias no se suele cometer ese error, que es más propio de castellanos, que intentando huir del laísmo, acaban cayendo en el leísmo.
En cualquier caso, bonito de recuerdo de nuestra querida profesora Doña Berta.