Las papas bonitas de Juan González en 'los Barros' de los montes
de Pinolere (Villa de La Orotava). / Foto Y. M.
El
amigo de la Villa de La Orotava; JAVIER LIMA ESTÉVEZ. Graduado en Historia por
la Universidad de la Laguna, remitió entonces (29/11/2015) estas notas que
tituló; “TENERIFE Y LAS PAPAS EN 1916”.
Publicadas
en "La Opinión de Tenerife"
el día 28 de noviembre de 2015: “…En la obra Los símbolos de la identidad
canaria el catedrático de antropología de la Universidad de La Laguna, Alberto
Galván Tudela, expone toda una serie de datos sobre el significado de la papa,
señalando su importancia a lo largo de la historia de nuestro Archipiélago. Su introducción
se remonta al siglo XVI, alcanzando durante las centurias siguientes una mayor
difusión a partir de la crisis de monocultivos como el azúcar o el vino. En la
actualidad, el denominado tubérculo tiene un papel fundamental en la
gastronomía canaria, considerándose uno de sus elementos más representativos.
En ese sentido, Galván Tudela ofrece toda una serie de detalles respecto al
significado que en la estructura familiar ha tenido la papa, pues traspasa su
simple importancia económica para incluirse en otros espacios de nuestra vida,
formando parte del “grupo doméstico, las relaciones de vecindad, la fiesta, e
incluso en nuestra valoración de la riqueza, de la buena suerte, la
comensalidad…” Hace un siglo, según recoge el investigador e historiador orotavense
Antonio Luque Hernández en su obra La Orotava, corazón de Tenerife, el Valle de
La Orotava llegaría a producir en torno a unas 20.000 toneladas de papas. A
partir de ese contexto señalamos que la situación de tal cultivo nunca ha sido
fácil, reflejando como ejemplo un artículo bajo el título “Las Patatas. A
prohibir la exportación” publicado en el periódico “El Progreso” el sábado 19
de febrero de 1916, disponible en la red gracias al portal Jable de la ULPGC. En
ese sentido, su autor, analizando las circunstancias y el contexto de tal
periodo histórico, ofrece una opinión sobre el encuentro de la Comisión de la
Cámara Agrícola ante el Gobernador Civil, indicando que la Comisión presentó un
informe en el que señalaba que el precio de la papa era por entonces de 17
pesetas los 100 kilos, asegurando ser un precio “que no excede al de otras
capitales de la Península”. Sin embargo, el autor del artículo advierte que la
Cooperativa no forma parte de un establecimiento regulador abierto a todo el
pueblo de Santa Cruz de Tenerife, pues, en tal entidad tan solo “pueden
realizar compras sus accionistas, porque precisamente fue creada para beneficio
de los que contribuyesen a su fundación”. A todo ello se continúa afirmando que
la Cooperativa debía regirse por una norma en la que el precio era establecido
a través de un contrato. Al mismo tiempo, expone que las cifras manifestadas
ante el Gobernador Civil no son del todo reales, pues, frente a la defensa de
17 pesetas expuesta por la Cooperativa, la realidad es que alcanzaba las 30
pesetas los 100 kilos. No duda en expone el autor del artículo una crítica
contra el alcalde Casariego, al asegurar
que no tenía ningún interés en modificar el precio del tubérculo por no ser
beneficioso para sus intereses. Sin embargo, frente a tales opiniones, recurre
el articulista al testimonio de un agricultor conocedor del tema, Luis Díaz,
exponiendo éste la necesidad de conocer la presencia real del número de papas
existentes en las diferentes localidades para valorar su consumo, y, de esa
forma, evitar en parte la exportación, con la finalidad de asegurar un mínimo
de cultivos para el ámbito local ante la carencia de cosecha suficiente.
En definitiva, hemos analizado brevemente
la compleja situación que en 1916 se manifestaba en torno al cultivo de la papa
en Tenerife, ante la necesidad de encontrar
una solución adecuada para un mismo problema que afectaba a los miembros de la
Cooperativa Agrícola, las autoridades competentes y los agricultores…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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