Fotografía correspondiente al principio
del siglo XX. Fachada del templo parroquial y Matriz de Nuestra Señora de La
Concepción de La Villa de La Orotava.
A la derecha aún se mantenía en pie, las
ruinas del histórico palacio de Celada. Desgraciadamente derruido por esa
época, para realizar la plaza de Casañas que pernocta en la actualidad. Y la
recordada espadaña del convento de San Nicolás de las monjas Catalinas y
Dominicas, también destruida y maltratada al principio de los cincuenta del
siglo XX.
Patricio
García, era cantero y destacado alarife, director técnico y maestro mayor de
las obras de la nueva iglesia de Nuestras Señora de la Concepción en La Orotava
conocida por los villeros por la pequeña catedral, desde 1775 a 1781. Y
además es autor de la cantería de la casa de la calle de Tomas Zerolo nº 10, de
la que el exterior subsiste una parte de su esquina norte (casa y venta de los
hermanos Pacheco). Este último edificio está totalmente inacabado y fue
construido por don Alonso de Llarena Carrasco y Peña (enterrado en la
Concepción de la Villa), que en vida fue el más importante mayordomo de fábrica
de la iglesia de la Concepción.
El arquitecto
don Diego Eduardo llevó en 1781 al orotavense Patricio García a Gran Canaria,
donde trabajó en las obras de la Catedral y en la parroquia de Gáldar. De
regreso a la Orotava, fallece el 21 de noviembre de 1782. Casado con doña
Isabel García Abréu, está enterrado en la iglesia del desaparecido convento de
San Lorenzo de los padres franciscanos, incendiado en el año 1801.
En su memoria
la corporación villera, perpetuó su nombre a la plaza colindante por el norte
con la majestuosa Iglesia de la Concepción, donde este villero desarrolló una
impresionante labor de cantería con las piedras extraídas del Lomo Román (Santa
Úrsula), y edificar el impresionante templo del barroco canario, declarado
monumento histórico nacional.
En el norte de
la mencionada plaza, exactamente frente al lugar donde está ubicado el
monumento al alfombrista, se encuentra una histórica mansión con el numero
2. Esta mansión fue construida en la primera mitad del siglo XVII por don
Fernando Castillo Cabeza de Vaca. Posteriormente pasó a propiedad de doña
Magdalena de Valcárcel, esposa del regidor de Tenerife don Felipe Machado
Espínola, cuya descendencia la posee. Conserva una galería pictórica con los
retratos de los ascendientes, hasta el constructor de la casa.
Su jardín,
representado en un grabado de Williians fue reproducido en la “historia natural
de las islas Canarias de P. Barker y Sabino Berthelot.
Los laureles
allí presente botánicamente catalogado “laurus camphora y el laurus
cinnamomum”, aun se conservan. Y además se encuentra toda una rica vegetación
de cafetos, bambúes, frutales como la manzana rosada, aguacateros, cocoteros,
árboles como el alcanforero, canelos, arrayanes, pándanos, una fina glicina,
alpinias, magnolias (con un tallo de 3 pies de diámetro), todo adornado con
flores margaritas blancas, grupo de rosas amarillas y una palmera real.
La viajera
británica Miss Stone, según Nicolás González Lemus, única viajera que lo
visitó al final del siglo XIX, decía; que se había sentado en la terraza con
las hijas de don Lorenzo y doña Balbina; Josefina y María Julia, quienes con
una exquisita amabilidad le ofrecieron algunas de las muchas frutas que se
producían en el jardín, mientras hablaban de todas las cosas que el mismo
contenía. Doña Balbina, muy amablemente, le ofreció una bandeja con vino, sopa,
pan y bizcochos mientras disfrutaba del jardín. Además gozaba enormemente del
néctar y ambrosia, sentados entre el follaje y las frutas que por su belleza
parecería apenas destinado para los mortales. Miss Stone pensó que podría haber
vivido en este encantador lugar y escribir en medio de las bellas adelfas y
magnolias de la Orotava. Su pluma habría seguramente fluido más libre y
enteramente en una atmósfera tan poética y pacífica.
En este
edificio, sobre su puerta principal aun se conserva uno de los elementos
propios de la construcción canaria: una hornacina destinada a colocar a un
santo benefactor. La mencionada hornacina y los dos balcones descubiertos son
las características distintivas de esta edificación del siglo XVIII.
En su costado
la familia Zarate y Machado edificó en el año 1960, un moderno edificio estilo
canario, sobresaliendo su gran balcón, según proyecto del artista y arquitecto
gran canario Miguel Martín - Fernández de la Torre.
Según el profesor RUMEU DE ARMAS.
Anuario de Estudios Atlánticos. VOL.1, Nº 43. 1997: “… El 17 de Marzo de 1722 abrió por primera
vez los ojos al mundo, Patricio José García. Hijo de Juan García del Valle y
Antonia Ramos, este villero se encuentra engrosando la lista de maestros que ha
dado Canarias a la Historia de Nuestro Arte.
Aparejador, maestro de cantería, alarife o maestro de
obras, tal como lo anuncian diferentes documentos de su tiempo, destacó como
uno más de entre los mejores maestros del Archipiélago; lo que le llevó a
participar no sólo en proyectos en la isla de Tenerife, sino también en Gran
Canaria. Precisa afiliarlo, de manera general, al gusto barroco, lo que se
aprecia principalmente en sus brillantes ornatos.
El prestigio con el que gozó, o por lo menos su buen
hacer, queda patente en los proyectos que asumió. Probablemente destaca por
encima del resto, en cuanto a fama, la Iglesia Parroquial de la Concepción de
La Orotava.
La fábrica del actual templo se inicia en 1768. Lo
controvertido de su autoría se resuelve entendiendo la participación de
distintos maestros en momentos diferentes del proyecto. Frente a unos planos
previos del ingeniero militar Francisco Gozar, en la fecha de inicio de las
obras, Patricio García planificaba y dirigía la construcción. El maestro se
mantiene al frente de las mismas hasta 1778. A su mano responde la singular
fachada (donde demuestra también su pericia como cantero) que evidencia su
formación barroca, así como la disposición interna.
Es el arquitecto Diego Nicolás Eduardo, prebendado de
la Catedral de Santa Ana, el que reclama a Patricio García como colaborador
para proyectos en Gran Canaria; pues sentía gran admiración por la capacidad
profesional que demostraba el maestro villero. En un expediente catedralicio se
hace constar como méritos que el maestro de obras tenía en su haber la
construcción de dos templos en La Orotava e importantes reparos en la Iglesia
de La Concepción de La Laguna.
En Gran Canaria, participa primero en la construcción
de la Iglesia de Santiago de los Caballeros, en Gáldar. Lo aquí ejecutado
(cimentación, labrado y asentado de las arquerías de la Epístola y el
Evangelio) demuestran su valía y los motivos que llevaron a Diego Nicolás
Eduardo a tomarlo como colaborador.
Por ello, no dudó Eduardo en contar con él en las
edificaciones de la postrera etapa de la Catedral de Santa Ana, siendo éstas
sus últimas actividades. Pone fin a su participación en el proyecto en Octubre
de 1782, sintiendo la cercanía de la muerte…”
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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