Esta panorámica, fue durante muchísimos años la despensa – almacén de
abundantes cefalópodos, sardinas, chicharros, caballas, viejas y demás peces de
todos los ranilleros. Los Bajíos de la Ranilla dieron de comer a todos en
tiempo de penuria, en tiempo de escaseé de alimentos, en tiempo de
fraccionamiento. Con el Boom Turístico ocurrido en la ciudad al final de la
década de los años cincuentas y principios de los sesenta del siglo XX,
terminaron con ellos.
Muchos no pudieron desde el principio, pero al final pensaron en destruirlo
de cara al progreso “imaginario” con el gran muro de hormigón que atraviesa el
litoral desde el muelle pesquero hasta el estadio Municipal El Peñón,
construyeron allí la muralla China, siempre pensando en la vanguardia que está
por venir.
Decía un filosofo griego que; “…el progreso no es equivalente a la
hecatombe…”, todo ha quedado ahí, de momento se utiliza para estacionamientos de
automóviles forasteros que visitan la ciudad, salvo en épocas de fiestas donde
colocan la feria de atracciones.
Todo a la esperanza de construir el codiciado Puerto Deportivo, Pesquero y
Comercial, estaremos años dándole tiempo al tiempo, pues las proposiciones de
los políticos y de la política en sí, destruyó lo que debió ser el
adelantamiento y convertirlo en reflujo.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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