El amigo desde la infancia de la Villa de La Orotava; EVARISTO
FUENTES MELIÁN “ESPECTADOR”, remitió entonces (17/12/2016) estas notas que
tituló “PLAZAS Y TORRES DE LA OROTAVA”: “…Hay tres plazas principales en el casco urbano de La Orotava,
con pros y contras cada una de ellas: la de Franchi Alfaro o del Llano, que
sirve de escape del rigor colegial salesiano, con sus laureles encantadores; la
plaza del Kiosco o La Alameda o la Constitución (¿cuál Constitución?), con
nuestros escarceos amorosos primarios y con los charquitos en las losetas de su
pavimento que cuando llueve te mojan el calzado si te descuidas al pisar; y la
plaza del Ayuntamiento, Consistorio con la burocracia de sus trabas engorrosas,
pero también con la Alfombra del Corpus
multitudinaria y suntuosa. Hay más plazoletas, como la de San Francisco, que es
una plaza triangular inclinada, solamente para verla al pasar por la calle
adosada del mismo nombre; o para acceder por el lado de arriba a la esquina del
local del zapatero remendón que todavía labora allí al estilo antiguo pero
eficaz. Y que yo recuerde ahora, hay una que pudo ser plazoleta silvestre, con
árboles centenarios que fueron talados impunemente; hubiera sido la placita del
Recodo o del Gurugú, donde se plantó una gran fuente con chorros de agua, pero
sin gracia…También tiene su plaza la iglesia de San Juan del Farrobo, formada
con rectángulos en forma de U, abrazando
al edificio eclesial. Allí los chicos jugaban en mis tiempos con pelotas de
trapo o de badana.
En cuanto a torres, mencionemos sólo una:
la torre de dicha parroquia de San Juan
Bautista. En las tripas interiores de esta torre, hace más de medio siglo,
destacaban tres particularidades: 1.- Las dos pesas cilíndricas colgantes de la
cuerda del reloj de la torre, que al gastarse la cuerda van bajando
verticalmente hasta casi llegar al suelo. 2.- La exclusividad de los
Profesionales del Repique, que no dejaban entrar a casi nadie a lo alto del
campanario, al cual se accede a través de una puerta / tranca horizontal de
madera. Y 3.- Lo peor, y siento decirlo: el olor a orines, hace más de medio
siglo, actualmente ignoro si persisten estos aromas…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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