Fotografía del
amigo de La Vera; J. Peraza correspondiente a una panorámica de la zona de La
Vera del Puerto de la Cruz en la década de los años cincuenta del siglo XX.
Entre el
platanal observamos la construcción del nuevo templo parroquial de La Vera por
el constructor portuense Manuel Yánez Barreto, donde se venera Nuestra Señora
de la Candelaria del escultor orotavense del siglo XX Ezequiel de León
Domínguez.
Trabajo del Cronista
oficial de Canarias F.R. Montesdeoca y García. Página 12. Publicado en la
revista Hespérides correspondiente al mes de septiembre año 1926: “…Los paisajes del Durazno. Las Arenas. Vera y Dehesas,
no tienen que desear a los del rincón más bello del orbe Corónalo un grupo de
montañas y les sugestiona, la figura del Teide que a lo lejos, se ve pregonando
sus infinitas grandiosidades.
El Teide, visto de la «Montaña de la Horca», de la
vieja fragua incendiada en tiempos que Colón marchaba a las Indias y que la
tradición nos señala como verídico suceso, es la propia Columna del Cielo, de que nos hablan los geógrafos
antiguos, los poetas helénicos y ante este coloso, hay que descubrirse, hay que
entonar
Homérica estrofa porque el ilustre Hurnboldt, nos lo
ha dicho: «…Es de los volcanes
más notables y curiosos del mundo…».
Desde la Montaña de la Horca, podemos contemplar lo
que el notable médico y cirujano don Tomás Zerolo, dejó por memoria en su
discurso “Orotava-Vlaflor”.
Hacia el centro se interrumpe esta línea maestra de la
Creación, para dar asiento al Puerto. de la Cruz, pequeño por su extensión pero
grande por su espíritu que ha sido inscrito en la historia de la patria por sus
hijos ilustres y que es para nosotros bajo el punto de vista de mi tesis, digno
de, preferente atención, por ser uno de los; pueblos de la tierra, cuya
demografía proclama un grado de salubridad inmejorable.
Su clima, al copiar lo escrito por las mayores
eminencias, es el mejor de Canarias y sus hijos ilustres, al repetir sus
méritos, también pregonan la superioridad en talento que superan a cuantos
otros han nacido en
estas peñas atlánticas, salvo desde luego honrosas distinciones…”
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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