viernes, 10 de noviembre de 2017

VISITA A SEVILLA DE LA BANDA DE MÚSICA DE LA AGRUPACIÓN MUSICAL OROTAVA, AÑO 1994



Después de permanecer cincos días en la Ciudad del Turia (Valencia), conmemorando el 150 aniversario de la música villera,  para participar en el Certamen Internacional de Bandas de  Música,  y explanar la prolongación de la gira, cambiando el atril por la panorámica cultural andaluza. La visita artística comienza en la espléndida Granada de la Capilla Real, palacio del Soberano Musulmán conocido por la Alambra y  los arrogantes jardines pertinentemente intachable de la Generalífe. Recinto nazari más importante de España. Precedentemente visitar panorámicamente las ciudades de; Benidor, Alicante, Elche y Murcia. Continuando el trayecto hacia la capital hispalense visitando Córdoba y sus lugares más  importantes, como  la monstruosa Mezquita, el Cristo  de Los Faroles, la casa y monumento del malogrado matador de toros "Manolete", las ruinas de  Medina Azahara, el museo del pintor de Torres, -en donde  la mujer cordobesa realiza su deslumbrante esplendor en  su proceder y en la filosofía de la apotegma -, y culminar en el Monasterio de San Jerónimo. Los que habíamos visitado Sevilla en otros tiempos observamos un  deleite de innovación ingeniosa de la Ciudad, que descansa de las resacas de su universal exposición, y que prepara impartir sus espléndidos edificios arquitectónicos para usos exclusivamente culturales, comerciales, etc... Y aborrascar las necesidades actuales de los sevillístas. Un gran hotel hospedó a los músicos y acompañantes orotavenses en  la  memorable ciudad andaluza "Al-Andalus Palace", una construcción modélica calificada como el primer "Hotel Inteligente". El diseño no sólo ofrece una  imagen de modernidad y buen gusto, sino que parece estar construido de cristal. Su interior ha sido  planeado en base a la ergonomía, es decir, cuidando su medio ambiente interno, de forma que su decoración y ambientación tienen efectos probados en la relajación y el bienestar  psicológico de  quienes se alojen en él. Desde que fenicios, griegos, cartagineses y romanos se disputaban el poder y la fortuna en una pequeña ciudad íbera que reposaba sus encantos en el regazo del río Guadalquivir, Sevilla tiene la vocación de ser puente y punto  de unión de mundos lejanos. En aquellos  tiempos en que la ciudad recibía el nombre romano de Hispalis, sus habitantes jamás imaginaron que estaban sentando las bases de la capital del universo. Esta categoría le ha sido otorgada por  el organismo Bureau Internacional  des Expositions, cuya sede está en París. La última exposición de este tipo fue la que se realizó en Osaka en el año  1970, pero ya para esas fechas el  verdadero espíritu de las  exposiciones universales se había perdido convirtiéndose en  algo  similar a una gran feria de productos. La exposición universal de Sevilla  1.992 tuvo  como escenario la isla de  la Cartuja, sobre 215 hectáreas, arquitectos e  ingenieros  de todo el Mundo  construyeron  cerca de  cien pabellones y otros  edificios en los que, a través de toda índole de exposiciones, se desarrollaron temas de "la era de los descubrimientos", que comprendieron todo aquello que han sido descubierto por la humanidad desde el siglo XV hasta nuestros días.  La historia y la naturaleza han dotado a las ocho provincias que actualmente  integran Andalucía, de  importantes factores que desde siempre  han despertado gran interés turístico. Por este motivo la industria turística andaluza se cuenta entre  las más antiguas y  las más completas de España. En Andalucía hay Palacios de Congresos con larga trayectoria internacional y una planta hotelera que en su momento fue la pionera en España, pero que ha sabido modernizarse con el  paso del tiempo. Nos sorprendió de manera tan tajante, el aeropuerto de San Pablo, a 12 kilómetros de Sevilla por  la carretera de Carmona, de aquel habitual aeródromo sevillista, la verdad es que, hoy está  preparada para cuadriplicar su capacidad, lo que  implica que podrá mover 4.500 pasajeros en una hora. A su vez el  aeropuerto de Jerez y Málaga también han sido modernizados para cubrir cualquier  incremento  previsto de los volúmenes de tráfico aéreo en Andalucía.
La categoría de ciudad monumental Sevilla la tiene por más de un concepto. La historia  ha dotado a  esta urbe de señales puntuales  del tiempo y de las distintas culturas que  han pasado por su  territorio; grandes edificios como el del Archivo de Indias o  torres como la Giralda, que  no hablan más que de grandiosidad de su  pasado. Sin embargo Sevilla también es  monumental en  la simpleza de su arquitectura civil, en los  cantos redondeados de calque forman el dulce entramado de sus barrios más populares. Y en consideración del buen gusto y la belleza, hemos de decir que  por  las calles   sevillanas circulan algunos  insignes  monumentos. Sevilla,  emplazada en la  margen izquierda del río Guadalquivir,  fue  bautizada por los romanos  con el nombre de Betis; la extraña estructura de su casco urbano es medieval  y las caprichosas formas de sus casas  y su "laberíntica" disposiciones obedecen sobre todo a la necesidad de  crear pasillos de aire y espacio frescos y sobreados en los que se puedan burlar los números rojos del termómetro  del estío. Sus monumentos más emblemáticos son, sin duda, la Torres del Oro y La Giralda. La primera aparece como vigía  en  la margen izquierda del  río Guadalquivir; su reconstrucción data de 1.220, año  en que se erigió como torre extrema de una  muralla que  defendía el  puerto cerrándolo con  una cadena  que se aferraba a una torre similar en la otra orilla. Su planta es dodecágonal, la titilante luz de su linterna  fue añadida en el siglo XVIII. Pero la torre más  representativa de cuantas existen en éste género  de construcciones es, por antonomasia, la Giralda.  El minarete está asentado sobre piedras romanas y visigodas, y su construcción data de 1184; un moro sevillano llamado  Guever fue su  primer arquitecto. En el año 1.568, tras diversas vicisitudes, el  arquitecto cordobés Hernán Ruiz le dio la forma definitiva con la que hoy la conocemos. El universal Miguel de Cervantes eligió  Sevilla como cuna del loco más célebre de todos los tiempos, Don Quijote de la Mancha. Pero la de la Catedral de Sevilla no es una locura de novela:  más de cien años estuvieron día a día los canteros  colocando y tallando  estas piedras para levantar sus sesenta  y ocho altísimas  bóvedas sostenidas por las frágiles ramas pétreas que brotan  de cuarenta pilares. Un paseo por el Museo  de  Bellas Artes de Sevilla, ubicado en el antiguo convento de la Merced Calzada, nos  permite una aproximación muy exacta a la  historia de la  ciudad a través  de los rostros  de sus protagonistas y, también, a través  de  una  de las colecciones de arte más ricas de Europa; basta decir que se trata de la segunda pinacoteca más  importante  de España.   Entre los  muros de este antiguo  convento,   fundado por San Pedro Nolasco  y en el que vivió  Tirso de Molina, actualmente habita la mejor colección  de pintura  de Murillo,  veinticuatro cuadros de Zubarán, otros tantos de Valdés Leal, diecinueve de Pacheco, catorce  de Herrera el Viejo,  cinco de Roelas, un Greco, y muchos otros.
Muchos villeros acompañante de la expedición musical,  después de visitar esas maravillas de Reales Atarazanas, Torre del Oro, la Catedral etc..., en tiempo libre nos dejamos  llevar por la fascinación de conocer  el pasado de Sevilla a través de su pintura.  Cada cuadro es una venta hacía el paisaje de su  historia, un paisaje más  humano que natural y más rico que pobre,  porque si Valencia fue una pintura de la música, de las bandas de músicas, Sevilla fue, sobre todo, una pintura de retratos de personalidades.

BRUNO JUAN ALVAREZ ABREU
PROFESOR MERCANTIL

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