jueves, 29 de marzo de 2018

EL CRUCIFICADO


El Jueves Santo es el día más grande de la Semana Santa orotavense, el día en que se hermanan ritos contradictorios de penas y alegrías. En la Orotava destacan durante esta jornada los "Monumentos", una forma solemne de exaltación eucarística, que responden a la antiquísima tradición que desde la tarde noche del Jueves Santo y hasta la media tarde del día siguiente, los cristianos oran durante las horas que duró la agonía de Jesús. La Villa de La Orotava y la ciudad de San Cristóbal de La Laguna destacan por la monumentalidad de estos "altares de reserva", que "parecen palacios indianos enriquecidos por legendarios tesoros incaicos". 
Las parroquias e iglesias de la Villa utilizan sus andas de Corpus, baldaquino de Vírgenes, decoraciones, orfebrería, etc. para realizarlos. La visita de los monumentos es algo tradicional en la madrugada, que están repartidos entre las diferentes iglesias del Casco Histórico.
Tras la Solemne celebración de la Cena del Señor, sale desde la Parroquia Matriz de Nuestra Señora de la Concepción la suntuosa procesión del Mandato. El cortejo procesional, organizado por la Cofradía de la Vera Cruz, está formado por cuatro bellas imágenes: La primera es Santa María Magdalena, incorporada a esta procesión en el siglo XX, es la misma que procesiona junto al Cristo Predicador en la procesión del Domingo de Ramos. Ambas pertenecían al extinguido convento dominico y llegaron al Templo Matriz en 1836, tras la desamortización. Le sigue la efigie del evangelista, una talla de José Lujan Pérez realizada en 1799 para la Cofradía de la Vera Cruz con el fin de sustituir a la anterior imagen. Se trata de una obra única respecto al resto de imágenes lujanescas.
Representa a un escritor solitario, que porta en su mano derecha una pluma de plata, y en la otra, un pergamino. Es una talla completa, de vivos colores, cuya policromía recayó en manos de Manuel Antonio de la Cruz, destacando, sobre todo, el trabajo de su barba. La imagen central de la procesión es el Santísimo Cristo de la Misericordia, un crucificado realizado en 1585 por RUI DÍAZ DE ARGUMEDO. De composición similar al Santísimo Cristo de la Laguna, fue encargado por la Cofradía para sustituir a la anterior imagen titular, que se encontraba en el Hospital de la Santísima Trinidad. En la procesión luce una cruz de tea chapada en caoba, con perillas de plata como remate. Cierra el cortejo la bella imagen de Nuestra Señora de los Dolores, una talla de candelero realizada en 1798 por José Luján Pérez y reformada por Nicolás Perdigón Oramas a principios del siglo XX. La Dolorosa alterna cada año sus dos mantos de terciopelo negro, uno de ellos salpicado de estrellas de plata. Pero sobre todo, destaca su pectoral cruciforme, perteneciente al obispo D. Luis Folgueras y Sion, obispo de Nivaria. El escudo de la Cofradía representa los tres clavos de Cristo, enmarcados en la corona de espinas. Sus cofrades visten una túnica blanca con fajín y capa de color violeta.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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