lunes, 26 de marzo de 2018

EL SEÑOR DE LA CAÑITA



En acecinamiento a la Semana Mayor de La Orotava, me dispongo a pesquisar la hemeroteca capitalina, en busca de datos sobre la Pasión de Cristo, y su celebración en la Villa norteña. Son muchos los datos sustraídos de revistas y periódicos de la isla, sin embargo me llama la atención un artículo firmado por V. Cabrera sobre la muerte de Cristo, - la más excelsa figura del linaje humano -, concretamente en la lejana revista "Gente Nueva" del mes de Abril de 1.900. Un contenido de científicos del preámbulo del siglo XX y final del XIX, que muestran sus teorías fascinantes sobre el perecimiento de Cristo. Jorge Gottlob Bichtér(de Gotinga) afirma que la muerte de Cristo fue producida por el retorno anormal de la sangre al corazón, efecto de la posición violenta en la cruz, de la presión de las vísceras ventrales y por las congestiones compensadoras. Simpson, cirujano de Edimburgo, la atribuye a la rotura del corazón; dice, para probar su teoría, que la muerte de Cristo no fue producida por los fenómenos propios de la crucifixión, pues no hubo tiempo para ello, y que no murió como los crucifixos por inanición, toda vez que habló en alta voz y que los síntomas eran de una parálisis del corazón o de su ruptura; agrega que la lanzada del soldado romano fue como una autopsia, pues de la herida salió sangre y agua; "el suero de la que se extravasó en el tórax con la rotura del centro circulatorio". El ilustre experimentado medico madrileño Amalio Jimeno, dice que examinando la admirable relación de los Evangelios, dedúcese que la muerte de Cristo fue producida por un abatimiento rápido y general de las fuerza de la vida. Cristo, a pesar de hallarse en la flor de su edad, era de complexión delicada. Su organismo estaba muy debilitado con los sufrimientos de la Pasión; prueba de esta astenia es que en el camino del Calvario no pudo sufrir el peso de la cruz, y hubo de buscarse a un hombre de Cirene para que la llevase: síntoma también de debilidad es el copioso sudor de su rostro, que enjugó, según la hermosa tradición cristiana, la Verónica. En la Villa de La Orotava, contemplando documentos trascendentales, escojo el condicional de una imagen de Cristo que desde mi infancia me llamaba el interés de ella, una imagen evocadora, reflectora de la figura de Cristo, El Señor de la Cañita de San Juan. Una imagen conocida en la Pasión de Cristo, y en muchos pasos procesionales donde hace su presencia, por el Señor de la Sangre, indudablemente en su historia es más conocido por ECCE HOMO. Claro está que; Ecce Homo son palabras latinas, que significan " aquí tenéis al hombre",  término que Pilato  dirigió a los judíos mostrándoles a Jesús, después de azotado, llevando la corona de espinas en la cabeza y un manto de púrpura sobre los hombros. El Ecce Homo es la representación de la imagen de Jesucristo, sumamente pálido y flaco, de lastimoso aspecto, mal vestido o con el traje hecho jirones. En La Orotava se presenta en una efigie, moradora de la Villa Arriba, llamada devotamente  Señor de la Cañita. Pertenece a la parroquia de San Juan Bautista del peculiar contorno del Farrobo. Los historiadores Alloza Moreno y Rodríguez Mesa, la describen; como una imagen sedente, de las denominadas de vestir, de 112 cms de alto. Tiene tallados y policromados solamente la cabeza, parte del pecho, manos y pies, quedando lo demás cubierto por las vestiduras de telas naturales. Procede de la iglesia del convento agustino de Nuestra Señora de Gracia, donde recibió culto hasta su cierre, por la exclaustración de las órdenes religiosas. Conserva aún la antigua túnica de terciopelo roja bordada en oro. También el solio de madera dorada en forma de rayos, que luce en el retablo, así como la caña de madera tallada y dorada, que originalmente era plateada. En La Orotava se tuvo relación entre los conventos existentes, que fueron numerosos, por lo tanto El Eccehomo aparece en un lienzo maravilloso en San Francisco de una medida de 97 por 131, que el ensayista Alfonso Trujillo Rodríguez dice; que pertenecía al ex-convento de franciscanos de La Orotava, denominado por Viera el “Escorial de Canaria”. Trujillo Rodríguez  lo expone de forma espléndida: En primer plano, el rabino, de espaldas, también, parece gritar, con ese gesto de las manos ante el rostro: "Quítalo de delante. No tenemos más Rey que a César". Tiene cuerpo de gigante y la musculatura se intuye, tensa, bajo la bien trazada vestimenta, en la que el muy delineado cíngulo determina los pliegues que suben o bajan desde la cintura. El personaje que, entre el rabino del turbante y el soldado, al otro extremo, cubre con púrpura a Cristo, se muestra ceñudo y burlón. Han puesto por cetro una caña al Galileo. Y al fondo, un edificio de tipo renacentista, como renacentistas son las vestiduras, tocados y el armamento y pica del soldado. El mismo lienzo lo presenta el Catedrático de la Complutense madrileña, académico correspondiente de la real de la Historia y de Bella Artes de San Fernando asimismo de Madrid, ex-rector de la Universidad de La Laguna y académico de Honor de Bella Artes de Santa Cruz de Tenerife, el villero Don Jesús Hernández Perera como: Cristo es presentado al pueblo por Pilato en lo alto de una terraza del pretorio, custodiado por tres soldados. En primer término, en ambos extremos del lienzo y a mayor escala por más próximos al espectador, dos parejas de fariseos, uno de perfil, otro de espaldas, con acusada influencia miguelangelesca; tras éstos, en un plano inferior y mirando hacia el podio, otros siete judíos - uno de ellos con sombrero y bordón de peregrino  - de espaldas, vociferando.
Esta procesión del Lunes Santo es una de la más impresionante de la Semana Mayor Villera, desfila por las calles de: San Juan, San Zacaría, León, Cantillo, Nueva, San Francisco, Marqués y de nuevo San Juan. Procesión estimada por los habitantes de la Villa Arriba, incluso por los de la Villa Abajo que se desplazan por la calle de los Tostones hacía arriba para ver salir de su templo este prodigioso paso. Los niños son los protagonistas de la procesión, le acompañan las hermandades de su parroquia. El historiador Miguel Tarquis en su Semana Santa de Tenerife, se expresa: A las ocho de la noche después del sermón, sale de la iglesia parroquial de San Juan del Farrobo la procesión conocida con el nombre de Señor de la Cañita. Este paso pertenecía al extinguido convento de San Agustín de donde salía al final del siglo XVII. La imagen es de vestir; su cabeza y manos son de las mejores tallas de la Villa. Parece obra del escultor Francisco Alonso de la Raya o de alguno de sus continuadores. Se puede fechar hacía 1.680. Francisco Alonso de la Raya, nació en la Gomera en 1.619 y murió en Garachico 1.690, fue discípulo del notable escultor Martín Andújar, maestro que también tuvo en su taller a Blas García Ravelo y otros imagineros. Según el boceto de la Semana Santa de 1.985, de la parroquia de San Juan Bautista: El Señor de la Cañita se encuentra en muy buen estado de conservación, el escultor Don José María Perdigón le restauró las piernas, con madera preparada por el ebanista Don Domingo Delgado (Don Domingo Febles, destacado músico compositor y alumno predilecto del inolvidable maestro Calamita, tiene varias composiciones en su haber entre ellas varias marchas procesionales). En 1.983 el imaginero Don Ezequiel de León Domínguez, con la ayuda de su hijo Ezequiel León y Cruz, reconstruyó parte de las mismas, así como los brazos con articulaciones en los codos y espigones en las manos para unirlas a las muñecas, retocando su deteriorada policromía. El arreglo, lo sufragó el villero Don Juan Antonio Suárez Bautista y Familia.  Evidentemente a Don Juan Antonio Suárez Bautista y familia, hay que agradecerle la labor totalmente desinteresada y piadosa. Por su retribución sincera y solidaria el mitológico Señor de la Cañita continua con su cita anual del Lunes Santo en la tradicional fiesta de la pasión de Cristo orotavense y sobre todo a la abuela Rosario Bautista (Masallo para todos), que fue camarera muchísimos años. En el mismo boceto, se dice que los lunes de Cuaresma se colocaba al Señor de la Cañita, en un trono junto al altar mayor, en el lado del evangelio. Allí se cantaba en su honor el nombre del Señor; costumbre que se mantuvo más tarde, pero ya en su retablo, perdurando mientras fue párroco Don Domingo Hernández González. El Beneficiado Don Rafael Cabrera González, entre los años 1.927-1.930 oficiaba la misa de los lunes en el altar de su retablo según testimonio de Don Anastasio Hernández Jorge.  Don Antonio González León, párroco de San Juan, compañero en la docencia, una vez más me ofrece unos términos solemne, está vez lo hace sobre esta imagen encantadora de su parroquia: La Imagen del Señor de la Cañita, expresa maravillosamente la actitud de atención profunda a su misión de Hijo fiel de Dios y servidor de los hombres; es el siervo de Javeh. En su cabeza real, coronada y divina se enseñan los mejores pensamientos y los más hermosos proyectos para la nueva humanidad. Estaba llamada a ser cabeza de esta nueva humanidad. En sus ojos se reflejan toda la inteligencia y toda la bondad de su alma. En su rostro resplandece la hermosura y la gloria del mismo Dios. Es un gesto de amor, de amor enteramente entregado. Ahí está, rendido para nosotros. Se ha dejado vencer, pero no tanto por la violencia de sus enemigos, sino por la violencia de su amor. Recibió, si, los golpes de los soldados y verdugos, pero él los perdonaba. Sufrió las puntadas de las espinas, pero para manifestar que su amor era más intenso. Ha querido así redimir nuestros orgullos, nuestras impaciencias y nuestras violencias. Ha querido enseñarnos hasta que límite hay que perdonar y comprender y aguantar. Y hasta qué punto hay que saber callar y esperar y dejar que sea Dios nuestra defensa y nuestra victoria....
Efectivamente Antonio, compañero, tus palabras siempre son maravillosas, impresionantes. Palabras que hacen amor, amistad, y compresión. Todo este trabajo es para ti, ocupación de muchísimas horas de sueños, pero no te preocupe porque lo importante para mí es tener informado metódicamente a nuestra juventud villera. Evidentemente este año ha sido invitado a pronunciar el pregón de la Semana Mayor orotavense, nuestro ilustre paisano Don Juan del Castillo y León, un pregón que organiza la parroquia de San Juan Bautista, un pregón para relatar lo prolegómenos de lo que va a ser la fiesta anual de la Pasión de Cristo en la Noble y Leal Villa de La Orotava, sus pasos, su arte, su tradición y sobre todo sus cultos en los templos verdaderas joyas del pasado. Don Juan sobre esta magnífica imagen manifiesta; lunes Santo, con el Ecce Homo, que como en La Laguna, también aquí llamamos cariñosamente el Señor de la Cañita. Con la Parroquia de San Juan, en el entrañable Farrobo, que celebró su III centenario.
Ayer templo pobre. Hoy, con un tesoro único fruto de los exvotos de sus indianos, los sacrificios de sus feligreses, como el conocido Mateo González Grillo; y el celo de sus pastores, con el villero Don Domingo al frente.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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