domingo, 25 de marzo de 2018

ORO PARA LA CENTENARIA LIBRERÍA…


La última visita  a la centenaria librería “Miranda” de la Villa de La Orotava, su última propietaria mi amiga desde la infancia de la Villa; CARMITA MIRANDA, me obsequió como recuerdo el libro del poeta canario Tomás Morales.
El pleno del Ayuntamiento de la Orotava acordó por unanimidad concederle la medalla de oro de la ciudad a la mencionada Librería, por su labor  cultural a lo largo de un siglo.
En homenaje personal a la Librería que al Principio del año 2009 cerró sus puertas definitivamente, es deseo de expresarle un esquema de la poesía de Tomás Morales  y su gran obra “LAS ROSAS DE HÉRCULES”.
Al mar le debe Tomás Morales esa plenitud que muy pronto alcanzó su arte. Le vemos contemplar, tímidamente a lo primero, desde los muelles, la mole bamboleante de un viejo casco que lanza en la noche su rítmica que­jumbre, o seguir con ojos ávidos el grupo ma­rinero que, saturado de alcohol, camina por la tierra firme con tambaleas tan peligrosos como los del barco en mar gruesa; le acom­pañamos en su vigilia, en el puerto, y es­cuchamos con él toda la escala de rumores con que arrulla el mar a la tierra dormida, o vemos, desde su misma nave, surgir en lon­tananza una costa y arder, ya cercanas, las luces de la ciudad.
S.T. publicó en el Diario de Aviso, el día 25 de marzo de 2009: "…Hoy estamos homenajeando a una institución y a una familia que ha sabido proyectar el saber a través de los libros. La Librería Miranda ha desempeñado un papel excepcional en la difusión de la cultura en La Orotava y en la Isla, sobre todo, en épocas muy difíciles". Isaac Valencia, el alcalde orotavense, presentó ayer de esta manera la concesión de la Medalla de Oro de la Villa a la Librería Miranda. El Salón de Plenos del Consistorio acogió ayer una emotiva ceremonia de reconocimiento a todas las personas que desde 1904 regentaron el emblemático establecimiento que ahora acaba de cerrar sus puertas. El acto contó con una amplia representación de la Corporación local, y numerosos amigos y familiares de Carmen Miranda, la propietaria de la librería.
El secretario del Ayuntamiento, Juan Carlos de Tomás Martí, fue el encargado de leer el acuerdo plenario adoptado por unanimidad el pasado tres de marzo. Una iniciativa del Consistorio en la que se destaca "la trayectoria cultural y profesional de la popularmente conocida Librería Miranda", una entidad que en su día fue "un exponente casi único de la difusión de la cultura en general y de la lectura en especial".
Durante su discurso, el alcalde quiso tener un recuerdo especial para el fundador de la librería Francisco Miranda, así como para su hijo, Vicente, "un gran caballero, siempre preocupado por hacer cosas en beneficio de su pueblo". Y aquí el alcalde aludió también a la destacada gestión municipal de quien fuera un destacado dirigente socialista, y a quien, ya en la Alcaldía, encomendó la Concejalía de Educación y Cultura.
Por otra parte, Isaac Valencia apuntó también a la posibilidad de que la casa donde se ubicaba la Librería Miranda -y en la que nació el escultor Fernando Estévez- pueda "recuperarse" a corto plazo para la actividad cultural. "No sería malo -apostilló- que las instituciones participemos de alguna manera y colaboremos en un futuro…".
La última propietaria del establecimiento, Carmen Miranda, agradeció el reconocimiento y destacó la función del libro como herramienta formadora del espíritu crítico. "Leemos para ser más libres -subrayó-, para que sea mayor nuestra capacidad de reacción ante el pensamiento único y manipulador". "A la tarea de poner el libro al alcance de sus futuros lectores nos hemos dedicado más de cien años, desde que mi abuelo trajese a La Orotava desde Cuba esta afición". Pero además de a Francisco Miranda, en su intervención la homenajeada aludió a sus tíos y destacó la labor al frente del negocio de su padre, "un lector empedernido, que leía y releía El Quijote, y que no sólo estaba rodeado de libros, sino que siempre hablaba de ellos con pasión".
"Luego me hice yo cargo del negocio -explicó Carmen Miranda-, pero nunca he estado sola en esta actividad tan satisfactoria. Hoy les toca a otros compañeros libreros seguir adelante, en un momento especialmente delicado. Recibo esta distinción en nombre de toda la familia con gran gratitud".
En la obra de Morales hay que distinguir dos épocas: una primera de tipo sentimental, simbólico-modernista, en que recoge la parte más romántica de las Prosas profanas de Rubén Darío, el decadentismo de los poetas "liliares", como se les apellidaba en aquel momento. Casi todos los críticos coinciden en rechazar estos primeros poemas por exceso de sensiblería y sentimentalismo, y efectivamente el poeta ya había hecho una depuración de esos poemas para la edición del primer libro de Las Rosas de Hércules (1922). Había en ese libro una faceta de auténtico poeta íntimo, en "Las Vacaciones sentimentales", donde Ramiro de Maeztu valora: “…los primeros recuerdos de personas y cosas familiares; revelan a un artista que no necesita sino vivir y trabajar para ser grande. Tiene rico lenguaje, delicado oído, abundantes imágenes y una mezcla preciosa de in­timidad y elocuencia…"
Hay que insistir -como dice Leenhartd- "en la función de las estructuras de pensamiento ofrecidas por los grupos". En el caso de Morales -este poema lo prueba-,- nos ofrece una muestra de su integración en el grupo de intelectuales fuertemente influidos por el naciente desarrollo marítimo y comercial de Canarias, de tendencia predominantemente anglosajona. Interpretando, pues, los anhelos del grupo social donde estaba inserto el poeta ha entrevisto el futuro de su "clara ciudad", -que es el hoy de nosotros-, ha soñado con su grandeza, y ha visto que el puerto es el pasado, la historia y la fuente de energía y de poder de su isla.
Así, pues, los poemas de las épocas triunfales (entre ellos el de la Oda al Atlántico), corresponden, biológica y psicológicamente, a la madurez sexual e intelectual del poeta. Plenitud fisiológica por su casamiento con su amada real: Leonor. Se comprende, ahora. Que su actitud vital y poética, ante los temas, no puede ser ya la misma de su época juvenil, sino la de una nueva actitud de triunfante poderío. De ahí que la navegación (hombre-mar o nave­mar) no pueda ser la de fracaso o hundimiento del soneto "Final", sino la triunfadora, simbolizada por Hércules o la de Poseidón, en el plano mítico o la del Hombre pri­migenio en el plano natural, triunfador del mar por la Nave; es decir, la fuerza genésica e intelectual triunfadora, personificada en los tripulantes, que tienen su último fin en la esposa, la mar eterna.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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