La última visita a la centenaria librería “Miranda” de la Villa de La Orotava, su última
propietaria mi amiga desde la infancia de la Villa; CARMITA MIRANDA, me
obsequió como recuerdo el libro del poeta canario Tomás Morales.
El pleno del
Ayuntamiento de la Orotava
acordó por unanimidad concederle la medalla de oro de la ciudad a la mencionada
Librería, por su labor cultural a lo
largo de un siglo.
En homenaje personal a la Librería que al Principio
del año 2009 cerró sus puertas definitivamente, es deseo de expresarle un
esquema de la poesía de Tomás Morales y
su gran obra “LAS ROSAS DE HÉRCULES”.
Al mar le debe Tomás
Morales esa plenitud que muy pronto alcanzó su arte. Le vemos contemplar,
tímidamente a lo primero, desde los muelles, la mole bamboleante de un viejo
casco que lanza en la noche su rítmica quejumbre, o seguir con ojos ávidos el
grupo marinero que, saturado de alcohol, camina por la tierra firme con
tambaleas tan peligrosos como los del barco en mar gruesa; le acompañamos en
su vigilia, en el puerto, y escuchamos con él toda la escala de rumores con
que arrulla el mar a la tierra dormida, o vemos, desde su misma nave, surgir en
lontananza una costa y arder, ya cercanas, las luces de la ciudad.
S.T.
publicó en el Diario de Aviso, el día
25 de marzo de 2009: "…Hoy estamos homenajeando a una institución y a una
familia que ha sabido proyectar el saber a través de los libros. La Librería Miranda
ha desempeñado un papel excepcional en la difusión de la cultura en La Orotava y en la Isla, sobre todo, en épocas
muy difíciles". Isaac Valencia, el alcalde orotavense, presentó ayer de
esta manera la concesión de la
Medalla de Oro de la
Villa a la Librería Miranda. El Salón de Plenos del
Consistorio acogió ayer una emotiva ceremonia de reconocimiento a todas las
personas que desde 1904 regentaron el emblemático establecimiento que ahora
acaba de cerrar sus puertas. El acto contó con una amplia representación de la Corporación local, y
numerosos amigos y familiares de Carmen Miranda, la propietaria de la librería.
El secretario del
Ayuntamiento, Juan Carlos de Tomás Martí, fue el encargado de leer el acuerdo
plenario adoptado por unanimidad el pasado tres de marzo. Una iniciativa del
Consistorio en la que se destaca "la trayectoria cultural y profesional de
la popularmente conocida Librería Miranda", una entidad que en su día fue
"un exponente casi único de la difusión de la cultura en general y de la
lectura en especial".
Durante su discurso, el
alcalde quiso tener un recuerdo especial para el fundador de la librería
Francisco Miranda, así como para su hijo, Vicente, "un gran caballero,
siempre preocupado por hacer cosas en beneficio de su pueblo". Y aquí el
alcalde aludió también a la destacada gestión municipal de quien fuera un
destacado dirigente socialista, y a quien, ya en la Alcaldía, encomendó la Concejalía de Educación
y Cultura.
Por otra parte, Isaac
Valencia apuntó también a la posibilidad de que la casa donde se ubicaba la Librería Miranda
-y en la que nació el escultor Fernando Estévez- pueda "recuperarse"
a corto plazo para la actividad cultural. "No sería malo -apostilló- que
las instituciones participemos de alguna manera y colaboremos en un futuro…".
La última propietaria del establecimiento, Carmen Miranda,
agradeció el reconocimiento y destacó la función del libro como herramienta
formadora del espíritu crítico. "Leemos para ser más libres -subrayó-,
para que sea mayor nuestra capacidad de reacción ante el pensamiento único y
manipulador". "A la tarea de poner el libro al alcance de sus futuros
lectores nos hemos dedicado más de cien años, desde que mi abuelo trajese a La Orotava desde Cuba esta
afición". Pero además de a Francisco Miranda, en su intervención la
homenajeada aludió a sus tíos y destacó la labor al frente del negocio de su
padre, "un lector empedernido, que leía y releía El Quijote, y que no sólo estaba rodeado de libros, sino
que siempre hablaba de ellos con pasión".
"Luego me hice yo cargo del negocio -explicó Carmen
Miranda-, pero nunca he estado sola en esta actividad tan satisfactoria. Hoy
les toca a otros compañeros libreros seguir adelante, en un momento
especialmente delicado. Recibo esta distinción en nombre de toda la familia con
gran gratitud".
En la obra de Morales
hay que distinguir dos épocas: una primera de tipo sentimental,
simbólico-modernista, en que recoge la parte más romántica de las Prosas profanas de Rubén Darío, el
decadentismo de los poetas "liliares", como se les apellidaba en
aquel momento. Casi todos los críticos coinciden en rechazar estos primeros
poemas por exceso de sensiblería y sentimentalismo, y efectivamente el poeta ya
había hecho una depuración de esos poemas para la edición del primer libro de Las Rosas de Hércules (1922). Había
en ese libro una faceta de auténtico poeta íntimo, en "Las Vacaciones
sentimentales", donde Ramiro de Maeztu valora: “…los primeros recuerdos de
personas y cosas familiares; revelan a un artista que no necesita sino vivir y
trabajar para ser grande. Tiene rico lenguaje, delicado oído, abundantes
imágenes y una mezcla preciosa de intimidad y elocuencia…"
Hay que insistir -como
dice Leenhartd- "en la función de las estructuras de pensamiento ofrecidas
por los grupos". En el caso de Morales -este poema lo prueba-,- nos ofrece
una muestra de su integración en el grupo de intelectuales fuertemente
influidos por el naciente desarrollo marítimo y comercial de Canarias, de
tendencia predominantemente anglosajona. Interpretando, pues, los anhelos del
grupo social donde estaba inserto el poeta ha entrevisto el futuro de su
"clara ciudad", -que es el hoy de nosotros-, ha soñado con su
grandeza, y ha visto que el puerto es el pasado, la historia y la fuente de
energía y de poder de su isla.
Así, pues, los poemas de
las épocas triunfales (entre ellos el de la Oda al Atlántico), corresponden,
biológica y psicológicamente, a la madurez sexual e intelectual del poeta.
Plenitud fisiológica por su casamiento con su amada real: Leonor. Se comprende,
ahora. Que su actitud vital y poética, ante los temas, no puede ser ya la misma
de su época juvenil, sino la de una nueva actitud de triunfante poderío. De ahí
que la navegación (hombre-mar o navemar) no pueda ser la de fracaso o
hundimiento del soneto "Final", sino la triunfadora, simbolizada por
Hércules o la de Poseidón, en el plano mítico o la del Hombre primigenio en el
plano natural, triunfador del mar por la Nave; es decir, la fuerza genésica e intelectual
triunfadora, personificada en los tripulantes, que tienen su último fin en la
esposa, la mar eterna.
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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