El amigo de la Villa de La Orotava; JAVIER LIMA ESTÉVEZ.
Graduado en Historia por la Universidad de la Laguna. Remitió entonces
(25/03/2018) estas notas que tituló; “QUIJOTERÍAS EN ÁLVAREZ RIXO”: “…El polígrafo portuense José Agustín Álvarez Rixo
(1796-1883), sería autor de una interesante obra bajo el título Miscelanea o
bien sea floresta provincial, depositada por sus herederos en los amplios
fondos de la Universidad de La Laguna. En el presente artículo nos centraremos
en un apartado que titula “quijoterías” y en el cual ofrece diversas historias
con un nexo en común. En primer lugar, muestra una serie de cuestiones
relacionadas por el considerado como el señor de Fuerteventura, siendo por
entonces Francisco Bautista Benítez de Lugo, natural del municipio tinerfeño de
La Orotava. A juicio de muchos, era un gran hombre “oponiéndose a la admisión
de alcabalas y otras cosas perjudiciales que venían de Madrid”. Álvarez Rixo,
anotaría como ejemplo de las buenas acciones de tal hombre las medidas desarrolladas
para evitar la llegada de nuevos impuestos en tiempos de Carlos III, teniendo
en cuenta el grave daño que podría suponer para la economía local, elevando
incluso su voz en el contexto de un motín. En otra ocasión, el propio Bautista
acudió a visitar la casa de un enfermo con problemas económicos. Tras una
amplia conversación decidió abandonar el lugar. Los allí presentes se
percataron que en la almohada del enfermo Bautista dejó algo de dinero para
sufragar un tratamiento. El señor de Fuerteventura también tendría relación con
otro acontecimiento desarrollado en el municipio de Los Silos. Al parecer, una
persona del lugar incendió una propiedad ajena, siendo descubierto y enfrentándose
a una pena por ello, por lo que la familia no dudó en contactar con nuestro
biografiado, bajo la idea de poder solucionar una falta injustificable y que la
misma podría evitarse atendiendo al cumplimiento del acusado de no volver a
cometer tal falta, aceptando estudiar el propio Bautista tal petición. De esa
forma, dirigió tal ruego al alcalde de Los Silos, lamentando ante el propio
Bautista su incapacidad para poder responder de forma afirmativa a su solicitud.
Con el orgullo dañado y ante la negativa del alcalde, el considerado como señor
de Fuerteventura se dirigió hasta la cárcel del lugar en compañía de medianeros
y criados. Aprovechando la circunstancia de la noche junto a tales personas,
lograron poner en libertad al reo tras tirar la puerta de la cárcel.
Sin embargo, entre
todas esas acciones también se pudieron contabilizar movimientos erróneos, tal
y como sucedió en La Orotava, de donde le correspondía la jurisdicción por ser
regidor perpetuo, le informaron un cierto día de la presencia de una ventera que
lucía un “jubón de raso labrado” y cuyo material llamaba la atención por
corresponder a una tela que solo podían permitirse las clases más acomodadas.
El propio Bautista se dirigió en compañía de sus alguaciles hasta llegar ante
la señora. Al estar junto a ella le pidió el jubón y lo depositó “en la
salmuera de un barril de carne que había en la venta, revolviéndosela a su
placer con la misma vara de la jurisdicción real”. Una situación que expondría
como advertencia para todo aquel que pretendiese “imitar a las señoras
principales”. Otro suceso tendría como protagonista al primo del propio
Bautista, Francisco Grimaldi, conocido como cuatro ojos. El citado primo tenía
un hijo que se enamoró de la hija de Miguel de Mora y N. Ugarte. Ante esa
situación y para conocer a la esposa del hijo de su primo, Bautista solicitó
reunirse con Grimaldi. En el lugar sacó unas pistolas y amenazó a su propio
primo que de consentir tal relación le levantaría “la tapa de los sesos”, pues
no consideraba a la joven de una familia tan ilustre como la suya. El hombre,
con miedo por lo que pudiera suceder, decidió anular tal relación y enviar a su
hijo a América.
Anécdotas, nombres y
recuerdos que Álvarez Rixo aglutina como parte de un legado que no deja de
sorprender y admirar por la cantidad de datos que su autor legó para la
posteridad…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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