Fotos:
1.- Procesión de Viernes Santo al Calvario de San Benito. Foto: archivo Juan
García Dumas. 2.- Entrada del Nazareno en la plaza el Viernes Santo. Foto:
archivo Juan García Dumas. 3.- Regreso del Calvario el Viernes Santo. Foto:
Alfredo Acosta Rodríguez.
El
amigo de la Villa de Los Realejos; JERÓNIMO DAVID ÁLVAREZ GARCÍA, remitió
entonces (26/03/2018) estas notas que tituló; “BREVE HISTORIA DE LA SEMANA
SANTA DEL REALEJO ALTO EN 1936 (I)”.
Publicadas
en el periódico EL DÍA, LA PRENSA, Paginas; 6 y 7. El sábado, 24 de marzo de
2018: “…Ya se van los Carnavales/cosa buena poco dura/ ya llega la
Semana Santa/ la fiesta de los curas L a Semana Santa conmemora la Pasión y Muerte
de Cristo. La Pascua de Resurrección implica un paso o renacimiento: de la
Naturaleza, del espíritu, del nuevo hombre o de nueva vida. A esa semana
religiosa anteceden la Cuaresma, que a su esencia preparatoria –ayuno,
disciplinas e interiorización– aúna la visión antropológica, que la califica
como periodo de racionalización de los recursos alimenticios al final del
invierno. A ese tiempo precede el Carnaval, previo al Miércoles de Ceniza,
fiesta pagana que se remonta a las Saturnales Romanas, al coincidir en fecha e
identidad del desenfreno popular. Estos festejos han existido a lo largo de la
Historia, alternando épocas de prohibición y permisividad, como resultó en las
Fiestas de Invierno del Franquismo en Canarias. La Semana Mayor florecerá en Canarias
tras la Conquista y configuró su idiosincrasia en los siguientes siglos, con
aportes culturales europeos. Esto no impidió que, incluso a principios del
siglo XIX, la burguesía local instaurase nuevas procesiones o que florecieran
centros de producción artística religiosa. El devenir histórico de Realejo Alto
en 1936 queda enmarcado en las alcaldías de Manuel Espinosa, Francisco Morales
y Manuel Hernández. En el municipio, condicionado por la convulsa coyuntura
político-social nacional, no acontecieron actos anticlericales dignos de
reseñar durante la Semana Santa1, ni en otros momentos de esa etapa política.
La parroquia de Santiago estaba regentada por un célebre personaje, Carlos
Delgado Delgado2, quien legó un interesante texto sobre esa celebración y otros
cultos anuales de la parroquia; he aquí la fuente de estudio3. La transcripción
parcial y adaptada del documento4 se inicia con la Semana de Pasión: el jueves
previo al Viernes de Dolores, “al toque de las 12 a las oraciones de este día,
se darán sendos repiques con todas las campanas anunciando la fiesta del día
siguiente. El Viernes de Dolores al toque del alba de este día, se repiten los
repiques en la misma forma del día anterior. A las horas ordinarias de los días
feriados se canta la misa en la Capilla del Sr. Difunto5, donde se encontrarán
previamente, los tronos de la Virgen Dolorosa y el Evangelista, colocados
respectivamente a derecha e izquierda del altar. Por la noche, los oficios se
cambian por el “Nombre de la Virgen” en lugar del “Nombre del Señor”, que se
canta los Viernes de Cuaresma, guardando el mismo orden de ceremonias que allí
se estableció. En lugar del “Miserere” que se canta en último lugar, se canta
alguna estrofa del “Stabat Mater”, terminando con el “ora pro nobis Virgo Dolorosissima”
y después la oración “Deus in cuius Passione”. Así, terminaban los cultos.
Domingo de Ramos. La primera misa se celebraba a la misma hora que los otros
domingos del año y a las 10 de la mañana comenzaba al canto de Tercia y
Asperges (la mayoría de las preces citadas en el texto se mantienen
actualmente, pero el lector debe considerar que se han eliminado el latín y las
formas litúrgicas, tras la aplicación del Concilio Vaticano II). Después de
estos cantos se procedía a la bendición de palmas y olivos y se cubría con el
velo corrido el altar mayor donde se celebra el culto (descubriéndose al
terminar la bendición y antes de repartir las palmas). El preste distribuía los
ramos comenzando por los ministros. Luego entonaba el Procedamus in pace y organizaba
la procesión, que partía del altar mayor por el lado izquierdo, nave de la
epístola, para salir por la puerta de ese lado. Al llegar a la puerta mayor se
detenía para realizar las ceremonias que marcaba el ritual (entre las que
destacaba el acto de tocar la puerta mayor con la fusta de la manga tres veces,
y al abrirse ésta entraban los fieles en el templo). Una vez dentro se
celebraba la misa propia del día. Nos advierte el texto de que por la noche, a
la hora señalada, se canta en el templo parroquial el Nombre de la Virgen,
encontrándose ya colocadas a los lados del presbiterio las imá- genes de la
Dolorosa, a la derecha, y San Juan Evangelista6, a la izquierda.
Tradicionalmente, los más jóvenes portaban este último paso como estreno, o en
prueba, para tronos de mayor porte que eran llevados por la Hermandad del
Santísimo y devotos en general. Reanudamos la lectura del texto: “Se observan
las mismas ceremonias que se mencionaron para los cultos de los Domingos de
Cuaresma, cambiando los salmos y las oraciones que son las propias del día.
Terminado el canto del “Nombre”, se procede al sermón y terminado éste, se
organiza la procesión”. El sacerdote, con estola y pluvial blancos, entona en
el altar mayor el Procedamus in pace y sale la procesión; por el lado del
Evangelio la Dolorosa y el Evangelista por el de la Epístola, para salir por la
puerta mayor por la parte superior de la Plaza Viera y Clavijo y entrar en la
calle de este mismo nombre7, por donde se sigue hasta el punto llamado
“Alhóndiga”. El regreso acaecía por la misma calle y zona baja de la plaza,
entrando en el templo por la nave de la Epístola, (la plaza se extendía a nivel
de la calle, pues no se había desnivelado, como sucedió en las actuaciones
urbanísticas del siglo pasado, citadas arriba). Prosigue el texto: “Al ser
colocadas de nuevo las imágenes en sus respectivos tronos, se cantaba una
estrofa del “Stabat Mater” con su correspondiente versículo, a continuación,
frente al trono de la Dolorosa se entona la oración “Deus in cuius Passione”,
concluyendo y retirándose los oficiantes a la sacristía. Observamos por esta
fuente, cómo el Lunes Santo los ritos matutinos emulaban a los días ordinarios,
pero se suprimía la procesión de ánimas8 hasta la octava de Pascua. De igual
manera sucedía en la mañana del Martes Santo, excepto la procesión de tarde que
se organizaba a las 7.30 horas, “para trasladar la imagen del Sr. Difunto9
desde su capilla a la ermita de San Benito10, en la forma siguiente: puesto el
párroco sin estola ni roquete, de rodillas ante la urna ya preparada en la
Capilla, empieza el rezo del Santo Rosario o Tercio y enseguida sale la
procesión privada por la parte superior de la Plaza de Viera y Clavijo, a tomar
la llamada Avenida de Fermín Galán y Carretera (actual avenida de Los
Remedios), hasta llegar a San Benito”. En el trayecto se rezaba el Tercio,
Letanía Lauretana y preces de costumbre y al llegar la procesión a la ermita se
colocaba el trono en el lugar preparado al efecto y se rezaba el credo.
Pronunciado el sermón de feria, se cantaba de rodillas ante la urna el
Miserere. Al terminar ese salmo se cantaba el versículo Adoramus te Christe y
la oración Respice Quaesumus, finalizando los cultos. El Señor Difunto
permanecía en la ermita de San Benito hasta el Viernes Santo, cuando regresaba
a la Parroquia, conforme se dirá. Para los cultos del Miércoles Santo se aporta
este relato: “A las 8 de la mañana se da comienzo a la misa cantada estando el
altar mayor, donde se dice esta misa, cubierto por el velo blanco. Cuando se
leen o cantan en la “Passio” las palabras ”Haec dicens expiravit” se produce un
estruendo, haciendo estallar en lugar seguro y apartado, un objeto cargado de
pólvora o cosa semejante o de alguna otra forma, entonces de abre el velo
blanco para dejar al descubierto el altar mayor, cerrándose todas las cortinas
del templo con objeto de oscurecerlo.” Con ese acto se retiraba el velo y
continuaba la misa sin otro particular. En la tarde se realizaba la procesión
de la Columna11, saliendo la Dolorosa y el Evangelista por la nave donde se
situaban sus tronos hasta la puerta mayor; de allí a la Plaza de Viera y
Clavijo, avenida Fermín Galán, calle de Pérez Zamora, Puente de Arriba (las
actuales El Sol y La Pila, respectivamente), calle del Medio o República, lado
izquierdo nuevamente de la plaza de Viera y Clavijo y entrar en la parroquia
por la nave de la izquierda o de la Epístola. Esa noche se suprimía el canto de
Tinieblas y confesaban los feligreses. El Jueves Santo, a las 10 de la mañana,
comenzaban los cultos propios del día. A las 2:30 de la tarde se oficiaba la
ceremonia del Mandato, que se explica así: (…) “cantado el Evangelio en el
lugar destinado, previa la incensación y demás ceremonias que marca el ritual
para ese día, (…) se oficiaba el lavatorio de los pies a doce miembros,
previamente elegidos entre la Hermandad del Santísimo” (fundada en 1629).
Terminada esa ceremonia partía la procesión del Crucificado12, junto a la
Dolorosa, San Juan Evangelista y la Magdalena guardando el mismo orden de salida,
recorrido y entrada que la procesión del día anterior. “Al regresar esta
procesión, la imagen del Crucificado no entra en la Parroquia sino que se
coloca en la Capilla del Sr. Difunto, entrando solamente las restantes que se
colocan en sus respectivos tronos (…). Mientras esta procesión está haciendo su
recorrido, se traslada la imagen del Nazareno13, ya preparada, desde la Capilla
del Sr. Difunto a la Parroquia para colocarlo en el trono donde antes se
encontraba el Sr. Crucificado. Terminada esta procesión y previo un corto
descanso, se organiza la visita al Monumento14 de la Parroquia de la Concepción
del Realejo Bajo. Veremos la descripción de esta visita al vecino pueblo de
Realejo Bajo en nuestra próxima entrega.
NOTAS: 1. Para ampliar en la Semana Santa
realejera: AA.VV, Semana Santa: Los Realejos. Ayto. Los Realejos, se
complementa con los Programas de Semana Santa de Los Realejos, y LÓPEZ
PLASENCIA, J. Cesareo, “La Semana Mayor en el Realejo de Arriba, ss. XVI-XX”.
07.04.2001, La Prensa- El Día, entre otros. 2. Nació en Puerto Rico (1893-1972)
fue párroco de Garachico, Realejo Alto (1928-1948) arcediano y canó- nigo
magistral 3. Otro texto relaciona estos cultos: La Gaceta de Tenerife,
23.03.1937, p.3. Biblioteca Universidad de La Laguna. 4. DELGADO DELGADO,
Carlos, “Orden de los cultos que se celebran es esta Iglesia Parroquial en los
días ordinarios de la semana y en las funciones que se celebran durante el año.
Año 1936”, pp. 6-13.Archivo Parroquia de Santiago de Los Realejos. Agradecemos
a Gaspar Carballo su conservación, la cesión de su partida de bautismo y la
publicación de un extracto titulado: “La Semana Santa del Realejo Alto en
tiempos del recordado sacerdote don Carlos Delgado”, en Programa de Semana
Santa de la Parroquia Matriz del Apóstol Santiago. Los Realejos, 1999. 5.Esta
capilla y otra, sita entre el cementerio y la plaza, son derruidas hacia 1960
para trazar la actual trama urbanística. 6. Ese paso fue sustituido en los años
noventa por su antiguo homónimo, preservado en la iglesia y restaurado. 7. Es
la actual avenida Tres de Mayo, rotulada históricamente como la Alhóndiga,
Viera y Clavijo o Calvo Sotelo. 8. La procesión de ánimas tenía lugar los lunes
del tiempo ordinario y queda redactada en la fuente en estudio, página 2 de su
preámbulo, de esta forma: “A las 8 de la mañana, misa rezada. Al final toma
pluvial y estola negros y procede a la procesión general de los difuntos
cantando los responsos en los lugares de costumbre hasta el cementerio viejo
(sin entrar en él) y a su regreso, queda frente al altar de las Ánimas donde se
da por terminado el acto”. 9. Este Cristo Yacente fue primitivamente un
crucificado, como se deduce de la morfología de sus brazos que fueron cortados
y unidos al cuerpo en decú- bito supino. En esta época de mayor irreligiosidad,
la Nueva Cruzada utilizó imágenes articuladas para escenografiar el
descendimiento y entierro de Cristo, como catequesis a los fieles. Al igual que
sucedió con la población iletrada de la Edad Media y en contraposición a las
ideas religiosas de la Ilustración. 10. José Mª. Mesa Martín, en “El Nazareno
Franciscano de Los Realejos. Historia y culto”, pp.71-72, documenta la
existencia del antiguo Calvario desde 1667, y conjetura que puede ser más
antiguo aún, aportando la teoría por la que la ermita de San Benito fue fundada
por el regidor don Benito Viña de Vergara, propietario de las tierras
adyacentes. 11. Esta procesión está datada entre las más antiguas y perdura
actualmente. Se documenta en los libros de mandas de la Parroquia que fue
sufragada, junto a su función religiosa, por el terrateniente y alcalde de
Realejo Alto del siglo XIX Gregorio Pedro Espínola, desde finales del s. XVIII
hasta 1812. 12. Esa imagen llegó a Realejo Alto en 1846 tras la Desamortización
del Convento Franciscano de Las Palmas. AA.VV, Semana Santa: Los Realejos, p.
81. 13. Esta talla procedente del convento franciscano de Santa Lucía
procesionó desde ese cenobio a la parroquia hasta el primer tercio del siglo
XIX y desde 1852 al Calvario de San Benito. AA.VV, Semana Santa: Los Realejos,
p. 75. 14. Es el túmulo que el Jueves Santo se forma en las iglesias, colocando
en él, en un arca pequeña a modo de sepulcro, la segunda hostia que consagrada
en la misa del día y reservada para los oficios del Viernes, en que se consume.
RAE…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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