El Amigo de la
Villa de La Orotava; MANUEL HERNÁNDEZ GONZÁLEZ , remitió entonces (14/04/2014)
estas notas que tituló; “LA PROCEDENCIA DE LA URNA DEL SANTO ENTIERRO DE LA VILLA
DE LA OROTAVA, OBRA DEL INSIGNE ORFEBRE LAGUNERO PEDRO MERINO DE CAIRÓS”: “…Hasta la fecha se desconocía por completo la autoría
de la obra de la hermosa urna del Cristo Difunto que, procedente del convento
de San Francisco de La Orotava, como todo su paso procesional, había sido
cedida después de la desamortización a la parroquia de San Juan Bautista de La
Orotava. También eran bien escasos los datos existentes sobre su autor,
limitados a la ejecución de un extraordinario tabernáculo de plata en el
convento de Santo Domingo de La Laguna.
En nuestras
investigaciones en el Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife
entre los deteriorados legajos de protocolos orotavenses de principios del
siglo XVIII nos encontramos con el contrato firmado el 5 de mayo de 1722 por
Pedro Merino de Cairós por el que se comprometía con la Marquesa de Villafuerte
a la fabricación de una urna de plata para la función del entierro de Cristo
que se celebra en la iglesia del convento de San Francisco los viernes
santos. La donante en cuestión era Doña Francisca de Molina y del Hoyo,
II Marquesa de Villafuerte e hija del primero de ese título, en cuya capilla
particular se daba culto al Calvario hoy conservado en la parroquia de San
Juan, enterrándose bajo sus pies en su sepulcro los miembros de su linaje.
Mayorazga de su casa, al ser la hija mayor de una unión con sólo descendencia
femenina, contrajo dos nupcias aunque no tuvo sucesión, por lo que heredó el
título su hermana Isabel Juana. Había nacido en La Orotava el 13 de octubre de
1653, falleciendo en su localidad natal el 27 de mayo de 1728, siendo enterrada
en el altar del Calvario del convento de San Lorenzo, donde yacían sus padres y
abuelos.
Con anterioridad
había firmado otro convenio el año anterior que dio lugar a una urna de plata
que salió por primera vez en el viernes santo de 1722. Pero como quiera que la
Marquesa la quería mucho más suntuosa y de filigrana, como se había
comprometido su autor, procedió a la firma de un nuevo convenio en 1722 que
redundó finalmente en la obra que ha llegado hasta nosotros. Para su comienzo
la Marquesa le proporcionó 8 libras y media de plata. La obra debía de ser
clavada en su marco de madera por el mes de septiembre y en ella colocadas
todas las piezas de plata incluidos sus pilares. En el contrato se señala que
si no era del gusto de la donante se rescindiría el contrato y podría
sustituirlo por otro. Lo total fabricado en dicha urna pesaba 14 libras y media
de plata por lo que recibiría 1.792 reales de plata. Para responder de su
culminación él y su mujer María Machado Brito y Vera se hipotecaron con
una casa alta con su sitio en La Laguna y con una suerte de viña en Geneto. Por
la finalización de la obra, descontado lo empleado en plata por el orfebre,
ganó la suma de 783 reales.
Sin duda
alguna la urna de plata del Santo Entierro orotavense es una de las obras
maestras de la orfebrería canaria, mostrando las extraordinarias dotes
artísticas de su autor. Es una delicada labor de platería constituida por una
basamento dividido por estípites en cuya cabecera van repujadas las armas de la
donante. Los Molina, Llarena, y Lugo entre otros, con dos dragones enfrentados
de sinople lenguados de gules, corona de Marqués y en su fondo las armas de
Lugo con la M que corresponde al nombra de Milia, supuesta infanta inglesa que
ya hace figurar en su blasón el III Adelantado.
Sobre la
trascendencia de la obra y de su autor debemos reseñar, como recoge el profesor
Jesús Hernández Perera en su monumental Orfebrería de Canarias que del hermoso
templete de planta trapeizodal convertido en manifestador del sagrario del
convento dominico lagunero, creado en 1715 por Pedro Merino derivan sin grandes
modificaciones todos los tabernáculos tinerfeños de plata repujada. La urna,
realizada poco después, en plena madurez, demuestra la trascendencia y
proyección de su arte en la orfebrería canaria.
Pedro Merino
falleció en La Laguna el 12 de septiembre de 1734, siendo enterrado con el
hábito de San Francisco en la capilla mayor de la iglesia de los Remedios,
actual Catedral, en el sepulcro de sus padres. Era hermano del Cristo de los
Remedios por lo que se hizo oficio el 15 de septiembre. Casado con Josefa María
Machado había tenido tres hijos que llegaron a la edad adulta Machado. Dada su
situación social modesta sólo pudo dar como dote a su hija María Antonia
diferente cajas y algo de dinero. Su mujer había recibido en herencia una
suerte de tierra y viña llegada por su tía María Estévez. Sus trabajos fueron
frecuentemente encomendados, como era de suponer, por miembros de la oligarquía
tinerfeña. Tuvo cuentas con el capitán Luis de Quesada y Molina, con Luis
Benítez y con el Marqués de Villafuerte. La casa en que vivía en La Laguna la
había heredado de sus padres. Durante su matrimonio había adquirido una viña
con casa terrera aneja en Geneto y 9 fanegadas de tierra en la costa, 2
montuosas y 7 labradas. Deja mejorada a su hija con la viña de Geneto, una
docena de taburetes, 4 cuadros grandes con guarniciones y un “bufete que dicen
una mesa grande con sus pies tallados”, un catre de barbuzano y un arca grande
de cedro. Dejó como albaceas a su tío Diego Estévez, a su mujer, a su cuñado
Domingo Machado y al clérigo de menores Juan Guerra de Quintana. Era una
muestra de la modestia en que vivían estos artesanos, a pesar de que Merino
alcanzó gran reputación como maestro de filigrana y sus obras fueron
consideradas como piezas de obra maestra de la orfebrería isleña.
Con la urna
del Santo Entierro, el lagunero Pedro Merino de Cairós en la madurez de su arte
dejó a La Orotava una de sus obras maestras que sigue procesionándose como
antaño por las empinadas calles de la villa todos los Viernes Santos…”
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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