El amigo de la Villa de La Orotava; JAVIER LIMA ESTÉVEZ.
Graduado en Historia por la Universidad de La Laguna, remitió entonces
(28/01/2018) estas notas que tituló: “UN
ASESINATO EN LOS INICIOS DEL SIGLO XX”. Publicadas el día 27 de enero de 2018
en el periódico La Opinión de Tenerife:
“…Consultando algunos apuntes,
referencias y escritos de la prensa insular en los inicios del pasado siglo XX,
localizamos una noticia que tendría un triste final y cuyo escenario sería el
barrio orotavense de Aguamansa. El periódico Arautapala, disponible para su
consulta en el portal de prensa digitalizada de la ULL, expondría con fecha de
30 de noviembre de 1909 un macabro suceso. Una mujer joven, de 24 años, sería
asesinada por su marido, de 26 años, cuando se encontraba en el quinto mes de
embarazo. Una nueva y triste página dentro de los sucesos que el mismo rotativo
recogería en relación a incidentes campales en el municipio de Buenavista y un
crimen el mismo año durante la víspera del día de San Juan en La Perdoma.
De las primeras
noticias sobre el macabro crimen desarrollado en Aguamansa informarían cuatro
campesinos que, sin dudar ni un momento en dar parte de tal escena, acudieron
hasta el cuartel de la Guardia Civil informando de los hechos que se
desarrollaron. Tras recibir la noticia, dos miembros de tal institución
acudieron hasta el lugar, concretamente al término conocido como Bebedero-alto.
Allí vivía la joven pareja junto a una niña de corta edad. Al parecer, justo
antes de cometer el crimen, el autor estaría en un bar cercano a su domicilio
tomando unas copas de vino. En relación a esa circunstancia y según el
testimonio de los vecinos, el asesino pudo actuar entre las ocho y media y
nueve de la noche. Tras cometer el acto huyó de forma apresurada y, cuando los
agentes llegaron hasta el lugar, pudieron observar una macabra escena en el
pajar que servía de cocina a la familia. Allí se encontraba el cuerpo de la
joven completamente apuñalada en su pecho y con heridas profundas en su mano
izquierda, junto a diferentes signos de violencia apreciable sobre la ropa de
la mujer, siendo todo un escenario realmente macabro. A las seis y cuarto se
trasladaría hasta el lugar miembros del juzgado correspondiente, formado por el
juez de primera instancia del partido, Manuel de la Cueva Donoso; el secretario
del juzgado municipal, Romualdo Panasco, en sustitución del por entonces
enfermo Rafael Hernández Valencia.
El asesino, en un
intento desesperado por encontrar un refugio tras cometer el crimen, no dudaría
en acudir hasta la casa de su padre, ubicada muy próxima a su hogar. Sin
embargo, tras acceder al interior de tal espacio se encontraría con un total
rechazo a ser acogido tras protagonizar tal circunstancia.
La autopsia del
cuerpo correspondería a Tomás Zerolo y Osmundo Lercaro, así como al practicante
Nicolás Hernández, quienes pudieron comprobar y verificar el daño y crueldad que
sufrió la joven a manos de su agresor. Tres heridas en la cabeza y varias
heridas en la cara serían realizadas con un objeto de piedra o palo. A eso se
unieron otras tantas heridas en el pecho, mano y otras partes de su cuerpo. Daños
que causaron, indudablemente, su muerte. Para sorpresa de los médicos, cuando
realizaban la autopsia descubrieron que la mujer albergaba en su vientre un
feto de aproximadamente cinco meses. Nadie lograría localizar en unos primeros
momentos el paradero del asesino que, por un ataque de celos, acabaría con la
vida de su esposa y el futuro hijo.
En definitiva, una
triste y trágica noticia que nos sitúa ante una lacra de la sociedad como es la
violencia de género. Un hecho y un episodio de dolor en nuestra sociedad que
ocurrió hace más de cien años y que, por desgracia, sigue sucediendo…”·
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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