En el diario tinerfeño La Opinión del 22 de septiembre del
2008, Mayte Méndez, realiza una semblanza sobre el artista cruzantero Gonzalo
González: “…Hablar del arte, de sus múltiples e infinitos discursos, de los lenguajes
a lo que parece tener derecho la cultura y la ironía de las esculturas
totémicas que habitan en muchas ciudades y regresar a las ideas que nacieron en
el periodo de las vanguardias son algunas de las reflexiones que habitan en la
Flora urbana del artista tinerfeño Gonzalo González, un paraíso vegetal de
madera y acero que se puede ver hasta finales de octubre en la galería
madrileña Arnés y Röpke, que este verano llevó las creaciones de González hasta
la Feria de Arte de Chicago.
Estructurada en tres bloques claramente definidos, esta individual se compone de una veintena de dibujos, una obra unitaria de madera titulada Bosque urbano (compuesto a su vez por otras 60 pequeñas piezas) y una quincena de esculturas en bronce de gran tamaño. Respecto a Bosque urbano, el propio artista reconoce que hay en este trabajo una cierta carga de "sarcasmo".
Estructurada en tres bloques claramente definidos, esta individual se compone de una veintena de dibujos, una obra unitaria de madera titulada Bosque urbano (compuesto a su vez por otras 60 pequeñas piezas) y una quincena de esculturas en bronce de gran tamaño. Respecto a Bosque urbano, el propio artista reconoce que hay en este trabajo una cierta carga de "sarcasmo".
Humor e ironía. Se trata, según Gonzalo González, de
"una escultura que parte de la naturaleza para hablar del arte".
"La naturaleza es solo una excusa para hacer una incursión, una revisión
de las esculturas de las vanguardias históricas", aclara el escultor que
reconoce que ha bañado estas obras de una dosis de humor con la intención de
"desdramatizar un poco este asunto, esa idea de trascendencia sublime que
tenía el proceso de investigación de las vanguardias". "Éste es un
bosque de conceptos que alude a las vanguardias", explica Gonzalo González
que adelanta que su próxima parada será en la Feria de Arte de Miami en el mes
de diciembre.
Pero no solo es la suya una mirada a ese pasado cercano sino que también hay en sus creaciones "una referencia a la realidad, una crítica" a su entorno más inmediato. No obstante, Gonzalo González aclara que pese a que la naturaleza es a primera vista la gran protagonista de sus obras él no ha tenido ninguna intención de hacer "ninguna denuncia ecologista". "Me interesa la naturaleza como excusa para hablar del arte y del lenguaje", reitera este creador natural de Los Realejos.
Pero no solo es la suya una mirada a ese pasado cercano sino que también hay en sus creaciones "una referencia a la realidad, una crítica" a su entorno más inmediato. No obstante, Gonzalo González aclara que pese a que la naturaleza es a primera vista la gran protagonista de sus obras él no ha tenido ninguna intención de hacer "ninguna denuncia ecologista". "Me interesa la naturaleza como excusa para hablar del arte y del lenguaje", reitera este creador natural de Los Realejos.
Sobre los dibujos que también cuelgan en este espacio
madrileño, González señala que éstos son simples bocetos de los que nacen sus
esculturas sino que son obras independientes, con entidad por sí mismas aunque
"de forma colateral la obra escultórica sí se ve afectada en cierto modo
por el desarrollo del dibujo". "Mis dibujos no son bocetos, son obras
definitivas que ayudan a comprender, a leer correctamente el discurso de las esculturas
y de ellos mismos", añade.
Sobre si la crisis afecta o no al mundo del arte,
Gonzalo González no duda en afirmar que en tiempos de incertidumbre lo que más
se resiente en la obra de los pequeños o medianos artistas pero que, por el
contrario "es en estos tiempos donde los grandes coleccionistas se ponen
las botas". Así, respecto a los precios casi imposibles alcanzados en las
subastas de Damien Hirst, González considera que esto tiene mucho que ver
"con el desembarco de los nuevos capitalistas, los nuevos coleccionistas
rusos, chinos o árabes que han decidido comprar arte". "Esto es un
disparate estratosférico que nada tiene que ver con el mundo real del
arte", señala mientras aplaude la osadía y los significados que se ocultan
detrás de las obras de Hirst que pone en cuestión el arte en sí…”
Podemos llamar universo apasionado al vuelo del hombre sobre la amplitud,
dominios estos del espíritu, y, por añadidura, de la subjetividad. Podemos
llamar amor al deseo que se desata en el interior de nuestras pasiones y nos
aborda con sentimientos enfrentados contradictoriamente, permitiéndolas dibujar
el mapa de nuestras emociones, las lindes de la luz y de las sombras, el
pasadizo que lleva de la tristeza a la alegría... todo ello como formas de
subjetividad. Ella, la subjetividad se despliega en nuestra anchura, se
extiende en nuestra longitud, unida a las partes de nuestros cuerpos, dando
latidos a nuestro corazón, pulso a nuestras arterias y luchando con nosotros
frente al mundo y junto a él... Es la pasión del cuerpo. Y donde este acaba, se
halla el horizonte, donde viven los otros, quizá en lo adverso, tal vez en la
querencia...; es la pasión del mundo que pisa nuestra sombra, nuestro espacio
extracorpóreo: gestos, sentimientos y deseos que proyectan su silueta sobre la
extensión. Abatidos por el soplo de la vida, nuestros cuerpos y el mundo se
cobijan juntos en el tiempo. Estos infinitos e intensos dominios de deseo,
dolor y pasión serán el motivo de una indagación convertida en hermosa
aventura que Gonzalo González ilustra, alumbrando el milagroso equilibrio del
ser en un mundo en devenir.
Este equilibrio cambia continuamente, en cada momento, en constante
advertencia. La estabilidad entre lo real u objetivo y lo irreal o subjetivo no
permanece inmóvil, y las diferentes culturas que ha desarrollado la humanidad
demuestran el vínculo, implacable y metamórfico, del mundo con el individuo.
Esta continuidad siempre cambiante involucra como un tejido, pasado, presente y
futuro. Algo nos empuja a proseguir en una relación tensa y perpetua entre el
ser y el no ser, entre la vida y el vacío, entre lo que somos y lo que no
somos. En la actualidad sigue viva la necesidad que ha recorrido los tiempos:
atravesar el abismo que aísla la realidad interna y la realidad externa, tras
haber pasado miles de ciclos de experiencia de irrealidades de las que teníamos
que adueñarnos y que, sin embargo, no hemos encontrado nunca. Hallar lo
imperecedero de nuestra naturaleza nos remite al problema del arte, que como un
profundo pozo de vivencias humanas.
Gonzalo González, nacido en un pueblo norteño de la isla de Tenerife, La
Cruz Santa, en el año 1950, en el seno de un hogar rural, comprueba desde su
infancia cómo el mundo y su cuerpo se confabulan para hacerlo sufrir: cómo,
mediante algunas fibras nerviosas arañadas bajo la piel y en el interior de los
tejidos se alerta al hombre/cuerpo de su lesión. La poliomielitis encierra su
tiempo en hospitales y postra su cuerpo en las camas por algunos años; pero su
mente y su ánimo experimentan el estímulo que un vacío abre. Sus sentidos se
despiertan a lo sensible y a la experiencia del sufrimiento. La atención
espiritual se detiene en los argumentos artísticos. Son los años 60. Su
inflamado espíritu cultural tropieza con el influjo de dos personalidades que
dibujaron un trazo vital en el nacimiento de su vocación artística y de las que
extraerá, por un lado, una formación clásica ilustrada en la antigüedad grecolatina,
en el renacimiento, el barroco, etc., que le brinda la amistad de un amigo de
la familia; y por otro, el golpe de pasión que recibe de su amigo Domingo Cruz
Barroso, fraile y pintor, que vive y muere bajo el signo de la pasión y la
locura.
«El encuentro con Domingo Cruz es, más que un encuentro con el arte, el conocimiento
de la pasión», escribía Carlos E. Pinto acerca de este encuentro. En 1969 la
voluntad artística se impone en la decisión de dedicarse a la pintura y
comienza el sinuoso y reflexivo trazado de una obra que se irá revelando
progresivamente en su soporte para más tarde quedarse a solas con él.
Carlos E. Pinto comenta, refiriéndose a su dedicación exclusiva al arte:
«En esta elección, es, al margen de la actividad creadora donde reside buena
parte del sentido de un proceso que poco irá cobrando vida propia hasta su
emancipación, cuando la voluntad sea la de la obra y ella la que elija las
claves que la cifren.
Los primeros años son de especial interés para González. Y esa capacidad
para convertir en pintura los sentimientos, o la facilidad para evocar sentimientos
a partir de las imágenes, lo asocian desde un primer momento a una posición
romántica, si entendemos la expresión del sufrimiento como una actitud en este
sentido.
Es una época en que aún late la huella surreal y la abstracción disuasoria
de lo real, y procederá desde ello para acometer su propuesta plástica individual
y característica, resumiendo también los últimos vanguardismos.
No debemos olvidar que Gonzalo González se inscribe en la designada
Generación de los Setenta, denominación que reunía a varios artistas canarios,
en la certeza de su singularidad más que en las posibles afinidades. La misma
designación de generación es un indicativo del manifiesto deseo de unos jóvenes
artistas de establecer relaciones a nivel artístico e intelectual que surge
paralelo al desenvolvimiento de la actividad galerística en Canarias. En este
contexto, en 1972 tienen lugar sus primeras muestras colectivas con artistas
que siguen una trayectoria paralela a la suya, como Luís Carlos Espinosa, Bernardino
Hernández, Nicolás Calvo, etc.
Por aquel entonces, la figura de Pedro González irradia hacia estos nuevos
artistas la particularidad de su expresión plástica. El influjo de Pedro González
le llega a Gonzalo desde el poderoso sentido espacial de aquel, surcado por el
elemento que lo articula y lo interpreta: el silencio. Los estigmas abstractos
que mancharon el cosmos (Cosmoarte) de Pedro González contenían toda la
expresión figurativa y toda la tensión abstracción-figuración necesaria para
pensar un espacio pictórico. Esto, junto con otras formulaciones que Pedro
González incluyó en los años 70 sobre los temores humanos implicados en el
cosmos que inquieren al hombre sobre su propia esperanza, suponen un estímulo
para Gonzalo González. La desazón de sus signos provocan la reflexión poética
que Gonzalo recoge también en ese doliente sentir de valor universal y
trascendente, inherente al tiempo cíclico, pero, a la vez, desarrollado en un
tiempo histórico en que el abandono, la incomunicación y la tristeza han tomado
cuerpo en nuestro pensamiento y el raciocinio queda remitido a un acto
individual.
En estas primeras obras, El Terror se hace tinta en unos pequeños y mayores
dibujos. Ellos expresan, desde el ángulo que nos da la distancia actual de los
comienzos de su obra, el profundo y apasionado abrazo al ser humano aún desde
la impotencia, como es el caso de esta primera obra, en la que atmósferas y
densidades tiznan de vacío el espacio que circunda al hombre. Testimonio de
soledades, crónica de frustraciones, todo ello evocando una atmósfera cósmica
que enmarca al hombre, o bien se refiere a él.
En los años siguientes desarrolla dibujos en los que el temor marcado por
lo cósmico se desvanece para habitar la figura humana con precisión urgente y
veloz, en un pánico ahora interior. Estos trabajos se recogerán en su primera
muestra individual en la galería Yles.
Pero, en cualquier caso, estas desesperaciones son ejecutadas con fines
superiores: manifestar su visión del mundo. No debemos dudar de que no se trata
de un testimonio autobiográfico - aunque el tono conlesfonal (esta primera obra
puede tener relación con este accidente imprevisto, la poliomielitis) que,
quizá, da curso al hilo de sus ideas - sino de una expresión en la que G.
González se aproxima a la locura con la voluntad de hallar en la psique
perturbada y el cuerpo dañado una salida irracional a lo que la razón deja
inexplicado. Situados en el infierno de Strindberg sus personajes anónimos
inician un relato paradójicamente lúcido, que define a un hombre en crisis
persecutoria. González retrata el mundo en su crueldad y brutalidad y al
hombre en su culpa e impotencia.
«Suframos, pues, hermanos míos, sin esperar de la vida una sola alegría
verdadera, puesto que estamos en el infierno».
La soledad existencial, la crítica de la sociedad, el ensimismamiento del
individuo ante la agresión, la muerte como límite y, a la vez, como sentido de
la vida, son otros tantos temas modulares que vertebran y conducen esta primera
parte de su obra.
En realidad, la interpretación de la vida y de la muerte adherida al
cosmos, será, aunque con expresiones diferentes, una constante en su obra.
La atracción por el abismo que experimenta Gonzalo González tomará diferentes
formas bajo el estímulo que suponen los años 70 en los intereses artísticos de
Canarias, al tiempo que tiene la posibilidad de apreciar la obra de Miró,
Tapies, Millares, Saura... y es inevitable, en este contexto, continuar
hablando de esta generación, tras haberlo hecho el crítico Fernando Castro,
para descifrar aquel depósito de osadas ambiciones que sostuvieron los ánimos y
las ideologías de un grupo de jóvenes artistas canarios, aventureros entre la
niebla, que por estos primeros años de la década buscaban atrapar la modernidad
para sus poéticas respectivas. Ante ellos, la atrofia secular, la inercia
frustrante, la miseria y la crisis en Canarias.
La sombra de la penuria política y social en que se oscurecía la realidad
española también se proyectaba sobre Canarias. El grupo, en el que se encontraba
Gonzalo González, deseaba el advenimiento de la modernidad estética, y, por
supuesto, de la libertad individual. De esta manera, la investigación
polifacética se convirtió en una necesidad. Fue un grupo aglutinado por el
deseo, sin establecer una poética común, ni corpus teórico que sostuviera
tantos anhelos individuales.
Intimar con el espíritu de la modernidad como ruptura con un presente
muerto, fue una enseñanza aprendida de la evolución del arte contemporáneo, y
desde esa altura intentaron abrazar su renovadora propuesta para, en palabras
de Orlando Franco, lograr «la conciliación de la dicotomía entre el arte y
vida».
Con su labor se produjo un estímulo inusitado en el panorama plástico de
las islas. Estos mismos artistas, a la postre conocidos como Generación de los
70, dictaron la “normalización de este mundo artístico y estimularon" en
gran medida la aparición de galeritas y críticos, contribuyendo a hacer en la
sociedad canaria se apreciase el papel del artista.
Partiendo de aspiraciones similares a las de otros de su generación,
Gonzalo González asume la intención transfiguradota del grupo bajo un escéptico
sentimiento existencial que le aleja del tono de denuncia directa, aunque se
sitúa a su lado en la expresión del daño infligido por la sociedad burguesa,
predisposición común en el arte español en la segunda mitad de la década.
En el año 1950, nace en un pueblo del norte de Tenerife, la Cruz Santa, el
2 de diciembre, en el seno de un hogar rural. Desde su infancia, la poliomielitis
le obliga a pasar largos períodos en hospitales. Sus sentidos se desarrollan
hacia mas artísticos estimulados por la experiencia del sufrimiento. Desde la
edad infantil demuestra una gran inclinación hacia el arte. En el año 1960,
tiene lugar el encuentro con dos personalidades que significaron una influencia
importante en su vocación artística. Por un lado, un amigo de la familia, que
le brinda extensa información sobre la antigüedad grecolatina, renacimiento,
barroco, etc., y por otro su amigo, el fraile y pintor Domingo Cruz Barroso,
del que recibe una visión apasionada de hecho artístico. Aproximadamente desde
1967 comienza a realizar sus primeras obras. En el año 1969, Decide dedicarse
con exclusividad a la pintura decisión que le lleva a ingresar en la Escuela
Superior de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, gracias a la obtención de
una beca. E el año 1972, tiene lugar sus primeras muestras colectivas junto a
otros artistas de su misma generación. Participa en la muestra colectiva
Dibujos en el Colegio Mayor de San Fernando, en la Laguna, Tenerife, junto a
Santiago Alemán, Bernardino Hernández, Rafael Monagas y Nicolás Calvo. Son
dibujos en tinta, cuyo tema es la expresión del abandono, la incomunicación y
la tristeza; todo ello, emplazado en un trasfondo cósmico. Colectiva en el
Ateneo de La Laguna y en la galería Gaudí.
Se traslada a Madrid, donde continúa sus estudios en la Escuela Superior
de San Fernando. Le seguirán años de intensa formación y estímulos.
En el año 1974, Finaliza sus estudios y se traslada de nuevo a Tenerife. En
el año 1975, desarrolla dibujos en los que el miedo es ahora interno. Las
figuras, descritas con una pincelada expresionista rápida y apresurada, siguen
componiendo un drama existencia. La ausencia de color es un ingrediente más de
este testimonio de marginación. Con esta obra tiene lugar su primera exposición
individual en la galería Yles, de Las Palmas de Gran Canaria. Participa en la
exposición colectiva Arte y Cultura en San Mateo, Gran Canaria.
En este año viaja a París, y allí se produce un hecho estimulante: el
encuentro con la pintura de vanguardia, concretamente con la norteamericana.
En el año 1976, reanudando el desvelamiento del rostro de la marginación,
exhibe la serie El Hospital y marginados, en la Casa-Museo de Colón de Las Palmas
de Gran Canaria. Son óleos de gran formato (Exposición individual en la sala
Gioconda de Las Palmas de Gran Canaria). Mural Botticelli, experiencia
colectiva organizada por el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife y
el Ateneo de La Laguna. En el año 1977, participa en la colectiva Guadalimar:
Arte Canario en la Casa-Museo de Colón y galería Balos, Las Palmas de Gran
Canaria. Destaca una .serie de dibujos que revelan un conocimiento de la obra
de Francis Bacon, como sugieren las masas viscerales que se desenvuelven sobre
un fondo negro. También hay unos dibujos borrados, que representan imágenes
femeninas enmarcadas por rasgos que semejan vísceras y animales. Esta muestra
colectiva generó un clima expectante en relación al futuro desenvolvimiento del
arte en Canarias. Ella posibilitó el estimulante encuentro de diversos
artistas canarios y galeristas de las islas. De esta manera entró en contacto
Gonzalo González con el galerista Gonzalo Díaz y con la sala Conca, iniciándose
así una etapa importante en la trayectoria de nuestro pintor. La sala Conca
concentró una importante actividad artística en Canarias; ubicada en La Laguna
y fundada por Gonzalo Díaz, conductor y dueño de la misma. Exposición
colectiva en la sala Conca, La Laguna, Tenerife. Reunión con motivo de la
exposición Visiones atlánticas González inaugura su relación con la sala Conca,
emprendiendo una actividad regular de trabajo junto a este galerista, y aliado
de otros artistas que trabajaban con exclusividad para la citada galería, como
Juan Hernández, Juan Gopar y Cándido Camacho. Se abre así, un esperanzador
porvenir para la consecución de sus planteamientos estéticos, al tiempo que
toma cuerpo la idea de una generación que renovaría el panorama estético de las
islas: Somos una generación con una gran influencia europea y americana, pero
sin perder la identidad, decía Gonzalo González. Este período se inicia con la
exposición de una serie de óleos El Desencanto, de gran formato, y los dibujos
de la serie Ana. En el Desencanto, prolongación de su homenaje a Bacon,
continúa desarrollando esas figuraciones viscerales que, según el profesor y
crítico Fernando Castro, lo asocian a una letanía del surrealismo bajo la
denominación de realismo fantástico.
Sin embargo, para el también crítico Díaz-Bertrana, el giro de estas series
plantean la necesidad de huir de la ofuscación de las primeras obras. La
generación de los 70. Tesina de licenciatura 1-X-80. Esta obra expuesta en la
sala Conca significa un breve período de transición que terminará, con el vacío
como protagonista, en la exposición de la galería Botticelli en el año 1979.
Participa en muestra colectiva colectivas Arte actual Canarias, Liceo
Taoro, La Orotava, Tenerife. Tenerife XX, Casona Gourié, Arucas, Gran Canaria
Centro de Arte y Cultura, Convento de San Francisco, Garachico, Tenerife. 1ª
semana cultural Canaria, Cruz Santa, Tenerife. 5 artistas canarios, Círculo de
Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife. En este año viaja a Londres.
En el año 1979. A partir de esta fecha su producción plástica se articula
en torno al paisaje como fundamento creador dé formas desconocidas. Exposición
individual en la galería Borricelli, Las Palmas de Gran Canaria. Muestra
colectiva Tocador de Arte en el Colegio Oficial de Arquitectos de Santa Cruz
de Tenerife, organizada por la revista Papeles invertidos. Participa en 3
artistas en la sala Conca, La Laguna, Tenerife, junto a los pintores Juan
Hernández y Cándido Camacho. En ella desarrolla los aspectos que anticipaba en
las anteriores muestras de este año. Aspectos que inciden en la soledad y el
silencio, en los que el espacio es el protagonista. Colectiva aniversario en el
ateneo, La Laguna, Tenerife.
En el año 1980, solo se me ocurre proponer un acercamiento a la obra, sin
discurso literario, sin la desgraciada traba de las inútiles justificaciones de
los intermediarios literarios. Estas palabras de Gonzalo González suponen la
declaración de principios por la que el pintor abandona toda intención de mediar
entre la obra y el espectador. Habrá que adentrarse en ella y recorrerla. Trato
de justificar la obra por sí misma (...). Hoy tenemos otros caminos más
analíticos, trabajo de laboratorio, donde el cuadro puede convertirse en objeto
sólido sin connotación literaria: el cuadro, aunque sea más oscuro, se da más
posibilidades a sí mismo. Así el criterio plástico es más amplio», dice G.G.
Expone en la galería Vegueta de Las Palmas de Gran Canaria la serie
Paisajes. Muestra individual en la sala Conca, La Laguna, Tenerife. Colectiva
organizada por Amnesty International en el Colegio de Arquitectos de Santa Cruz
de Tenerife.
Últimas tendencias del arte en Canarias, C. A.N.T.V., Caracas, Venezuela.
Homenaje a Brunelleschi en la galería Fúcares, Almagro, Ciudad Real. Generación
70, X aniversario de la sala Conca, La Laguna, Tenerife.
En el año 1981. Arte actual, Casa-Museo de Colón, Las Palmas de Gran
Canaria.
Obra sobre papel, sala de Arte y Cultura de la Caja General de Ahorros de
Canarias, La Laguna, Tenerife. Colectiva Patio de los Naranjos, Las Palmas de
Gran Canaria. XII Pintores, Círculo de Amistad XII de Enero, Santa Cruz de
Tenerife. Homenaje al P.E.R.l., Parque Cultural Viera y Clavijo, Santa Cruz de
Tenerife. Boabab, Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias, Santa Cruz de
Tenerife.
En el año 1982. La propuesta pictórica de González ya camina despegada
totalmente del antagonismo figuración-abstracción, para sumergirse
definitivamente en la propia pintura. Artejoven Canario, organizada por A.C.A.A.C.
en la sala de exposiciones Los Lavaderos, Santa Cruz de Tenerife.
En el año 1983. En este año tiene lugar la ruptura de la relación con el
galerista Gonzalo Díaz y el fin de su trabajo con la sala Conca. Esta ruptura
no es individual, en realidad hay cuatro artistas que deciden inaugurar una
nueva etapa junto a la galerista Magda Lázaro en su recién abierta galería en
Santa Cruz. Estos artistas, pintores destacados de la generación de los 70, son
Gonzalo González, Cándido Camacho, Juan Hernández y Juan Gopar. Exposiciones
colectivas 5, itinerante por Tenerife. Organizada por la Caja General de
Ahorros de Canarias. Arte Canario, Centro de Arte Ossuna, La Laguna, Tenerife.
Itinerante por el País Vasco. Pintura y Escultura canaria, Instituto de Estudios
Hispánicos, Puerto de la Cruz, Tenerife. 4 pintores canarios, Fundación
Valdecilla, Madrid. Estos cuatro pintores exponen bajo el título 4 Pintores
Canarios. Gonzalo González / Cándido Camacho / Juan Hernández / Juan Gopar,
formando parte de un programa de actividades del Aula de Artes Plásticas de La
Universidad Complutense de Madrid, desde el 25 de octubre al 17 de noviembre.
Homenaje a Eduardo Westerdah!, Los Lavaderos, Santa Cruz de Tenerife.
En el año 1984. Incorpora nuevos procedimientos técnicos basados en la
decalcomanía de Óscar Domínguez. Exposiciones individuales en la sala de Arte y
Cultura de la Caja General de Ahorros de Canarias, Puerto de la Cruz, Tenerife.
Galería Magda Lázaro, Santa Cruz de Tenerife. Canarias 84, The Art Gallery at the
Spanish Tourist Office y en Teacher College, Universidad de Columbia, Nueva
York. Nueve artistas son seleccionados por el crítico Carlos Díaz-Bertrana:
Gonzalo González, Juan José Gil, Ernesto Valcárcel, Fernando Alamo, José
Dámaso, Julio Cruz Prendes, Juan García Álvarez, Leopoldo Emperador y Antonio
Zaya.
Díaz-Bertrana enuncia en un bello texto los motivos y criterios para reunir
esta exposición a unos artistas: "... amalgama de elementos
versátiles y rotundos, por ironía de una implicación que asume el desencanto y
la perplejidad como elementos creativos, los artistas de Canarias 84 saquea la
historia del arte alejados de la dialéctico abstracción-figuración y de los
servilismo s de estilo, e imprimen a sus obras un funesto deseo de luz, de
sensualidad tropical..."
Canarias 84 se realizó, con dudoso éxito, en medio de una cierta polémica
que recoge la prensa del momento. Estos artistas se plantean formalizar el
grupo imbuidos de una conciencia que les sugiere que éste es el único modo de
continuar, el único que promete una alternativa. Y desde esta propuesta pretenden
observar lo que sucede en el exterior con la fuerza que les da la unión y el
alcance que adquiere la difusión de un hecho cultural de estas
características.
La exposición significó un acontecimiento importante para el arte en
Canarias, por las expectativas que con él se abrían. Al respecto de la
proyección de la muestra, escribía José Luís Gallardo: La ruptura no se produce
en nosotros sino cuando sufrimos el desgarro en nuestro propio cuerpo social.
El arte que se llama así mismo vanguardia, pero que no logra este impacto, no
consigue politizarse, ese arte no es nada, no es mucho más que un juguete...,
porque el auténtico se rige por la oscura ley del acontecer histórico, anuncia
cambios radicales, rupturas, conquistas...». Y lo compara, quizá con excesivo
optimismo, a otros momentos de decisiva importancia: «el movimiento surrealista
en Tenerife, el indigenista en Las Palmas o las individualidades de Néstor,
Millares, Chirino, Manrique, Gallardo, Abad y algunos más»" a los que añadimos
a Pedro González.
La realidad es que pese a esta conciencia momentánea de grupo, el estado
de estos pintores continúa siendo tan diferente como lo era previamente a su
existencia.
En el año 1985. Exposición individual en la galería Radach Novaro,
Maspalomas, Gran Canaria (24 acrílicosinta sobre papel y 4 óleos sobre lienzo).
Fondo de Arte, Sala de Arte y Cultura de la Caja General de Ahorros de
Canarias, La Laguna, Tenerife. Visiones Atlánticas, Instituto Español de Cultura
en Viena.
Esta muestra fue organizada por el Aula de Cultura del Cabildo Insular de
Tenerife. La iniciativa del crítico Fernando Castro reúne a diez artistas
canarios con el objetivo de presentar en Centroeuropea una propuesta artística
que alcance un mayor grado de profundidad que la de «una imagen de cliché
turístico»", precisamente por «hacerla con una imagen diferente y basada
en la cultura actual de nuestras islas»". Los artistas son: Juan
Hernández, Juan Gopar, Fernando Álamo, José Herrera, Luís Palmero, Cristóbal
Guerra, Carlos Matallana y Gonzalo González.
La alusión a la Generación de los 70 en el catalogo de estas exposiciones
era inevitable, ya que la mayoría de estos artistas pertenecían a este
acontecimiento que determinó, de forma inequívoca, la trayectoria posterior de
la plástica en las islas: la aparición de un grupo de jóvenes artistas que se
planteaban la necesidad de incorporar en sus respectivas poéticas la
perspectiva de la modernidad...», según escribía Orlando Franco en su texto del
catálogo «Ficciones y Visiones».
En realidad, durante los años 80 sigue en pie la «conclusión de que somos
un grupo de gente haciendo arte en Canarias, y por ello necesitamos estar
unidos... La crisis ha actuado como criba. Ha pasado el tiempo, ya no somos
jóvenes pintores ni jóvenes promesas..., sin embargo,
afirma ,
ahora es el momento de sedimentación y confirmación; ahora es cuando ha de
construirse esa infraestructura cultural que en Canarias nunca ha existido.
En este año 85 participa en la feria internacional de arte de Madrid, Arco
85. Lleva a cabo la pintura-mural Claro de luna en la calle de Heraclio Sánchez
de La Laguna, Tenerife. Con motivo de un proyecto de remodelación de la calle
de Heraclio Sánchez le fue encargado un mural de grandes dimensiones,
instalado frente a otro mural de Juan Hernández; para cuya realización la Consejería
de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias en colaboración con el
Ayuntamiento de La Laguna concedió becas a ambos pintores. Estos murales
fueron instalados el 20 de junio de 1986, uno enfrente del otro. Este intento
de modificar el aspecto estético de la calle se realizó a raíz de una propuesta
de Juan Carlos Lázaro.
El tema es una cascada de agua que cae, mientras las nubes, la luna,
establecen ahora un diálogo naturalista. Su poesía se despliega en un ámbito
cerca de lo imposible: un muro rodeado de todo tipo de problemas e interrogaciones
en el marco de la ciudad. Nos sigue proponiendo la misma idea siempre lejos de
la demostración empírica. El juego, en fin, está a nuestro alcance para
recordarnos que se puede definir el alma humana desde esta ventana abierta en
plena calle como una suerte de casualidades que son lo que comúnmente
denominamos vida.
Las claves de este mural están en la confluencia de lo lúdico y lo inútil,
el valor del goce y el deseo, frente a la frustración que genera el valor
utilitario con que se nos suele presentar la calle. Tinta sobre papel de
mediano formato y en la galería Magda Lázaro, Santa Cruz de Tenerife. Realiza
la pintura-mural una visión de la Atlántida para el centro cultural Caja
Canarias, Santa Cruz de Tenerife. Participa en ARCO 86 con la galería Magda
Lázaro. Litoral, Museo de Arte Contemporáneo, La Coruña.
En el año 1987. Expone la serie Monolitos y chimeneas en la sala de Arte y
Cultura de la Caja General de Ahorros de Canarias, La Laguna, Tenerife.
Participa en ARCO 87, Madrid, con la galería Magda Lázaro. Expone la serie
Laberintos en la galería Els Gats, Palma de Mallorca. Exposición Paisajes
quemados en la sala Paraninfo en la Universidad de La Laguna, Tenerife. Expone
Árticos sobre papel en el ateneo, La Laguna, Tenerife. El desnudo. Artistas
canarios del siglo XX, Museo Néstor, Las Palmas de Gran Canaria. Colegio
Oficial de Arquitectos, Santa Cruz de Tenerife. Después del 70, Hospital Real
de Granada.
En el año 1988. Exposición colectiva en la galería El Aljibe, Arrecife de
Lanzarote.
Participa en ARCO 88, Madrid, con la galería Radach Novaro y la galería El
Aljibe. Galería Radach Novaro, Maspalomas, Gran Canaria. Fondo de arte Caja
Canarias, Museo Internacional de Arte Contemporáneo, Castillo de San José,
Arrecife, Lanzarote. En el 1989. Exposición individual en la galería Saro
León, Las Palmas de Gran Canaria. La arquitectura en la pintura canaria del
siglo XX, Museo Néstor, galería de Arte Contemporáneo, Las Palmas de Gran
Canaria. Es propuesto como miembro numerario de la Real Academia Canaria de
Bellas Artes de San Miguel Arcángel. En el año 1991. Exposición individual en
la galería de arte Lapiz Lázuli, Puerto del Carmen, Lanzarote. Artistas
plásticos de la Academia de Canarias, Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de
Tenerife. Norte, Sur, Este, Oeste, Ermita de San Miguel, La Laguna, Tenerife. El
museo imaginado. Arte canario 1930-1990, C.A.A.M., Las Palmas de Gran Canaria.
En el año 1992. Exposición individual Pinturas, en la galería Saro León, Las
Palmas de Gran Canaria. Exposición individual Nuevos territorios, Artizar, La
Laguna, Tenerife. Dicilabo, Sala de Arte Los Lavaderos, Santa Cruz de Tenerife.
Realiza el cartel para el XI Festival de Cine Ecológico y de la Naturaleza de
Canarias, Puerto de la Cruz, Tenerife.
En el año 1993. Desde el volcán. Artistas canarios del siglo XX en el
Spanish Institute de Nueva York. Exposición en la sala del Centro Cultural del
Banco Interamericano de Desarrollo en Washington.
Participó en la feria de Chicago Art 2008. La presencia de González en el
evento, principal punto de encuentro del sector en los Estados Unidos, contó
con el apoyo de Canarias Crea, el programa de fomento de la cultura canaria en
el exterior del Gobierno Autónomo.
El encuentro Art Chicago es una feria anual de arte contemporáneo y moderno
que en la edición 2008 ha contado con la presencia de más de 140 de las
principales galerías del mundo. Durante sus cuatro días de celebración ha
funcionado como una auténtica exposición internacional de arte moderno y
contemporáneo, atrayendo a coleccionistas, conservadores y entusiastas del arte
de todo el mundo.
Con el objetivo de proporcionar una visión completa del arte del siglo XXI,
las obras exhibidas han abarcado una amplia variedad, desde vanguardistas hasta
maestros modernos, desde pintura hasta nuevos medios. Art Chicago 2008 fue el
evento principal de Artrópolis, una celebración de arte, antigüedades y cultura
que se desarrolló por toda la ciudad.
El pintor y escultor Gonzalo González (Los Realejos, Cruz Santa, Tenerife,
1950, compañero de un servidor de pupitre en el colegio de San Isidro de La
Orotava) es uno de los más reconocidos artistas canarios de su generación, a la
altura de otros creadores como Jorge Oramas, Óscar Domínguez, Manolo Millares y
Cesar Manrique. González es licenciado en Bellas Artes por la Universidad
Complutense de Madrid y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San
Miguel Arcángel. Una vez finalizados sus estudios se dedicó a la enseñanza,
actividad que abandonó para dedicarse exclusivamente a la creación,
fundamentalmente centrada en la relación dramática del hombre con su territorio
y el naufragio como aventura plástica.
A pesar de sus más de treinta años de creación y medio centenar de
exposiciones individuales, buena parte de la obra de Gonzalo González sigue
siendo desconocida para el público. Se trata de un artista maduro, cuyo
trabajo, según la crítica, se configura como un racimo heterogéneo de discursos
y de objetos, ante los que una observación centrada resulta insuficiente. Vista
en su conjunto, la obra de González teje una densa trama de senderos cruzados.
Su trabajo es poliédrico, denso, atravesado de tensiones.
Quizá la fuerza de la naturaleza del norte de Tenerife hizo de Gonzalo
González un pintor. La humedad, la bruma, la vegetación, puede que estas cosas
hayan conformado un escenario para un pintor...; pero la sola observación del
paisaje le oprime el corazón necesitando la expresión de las experiencias. El
eco del paisaje se podrá rastrear a lo largo de su obra como una exquisitez
trascendental. La belleza, que en la niñez sus ojos asocian a las montañas,
alcanzará en su obra la solemnidad de las emociones, elevadas a categorías del
pensamiento.
A pesar de sus más de treinta años de creación y medio centenar de
exposiciones individuales, buena parte de la obra de Gonzalo González sigue
siendo desconocida para el público. Por eso lo traemos aquí a Esencias de
villeros nobles, para que todos, los norteños y sobre todo los realejeros le
conozcan de cerca. Pues Gonzalo fue compañero de un servidor en las aulas del
Colegio de San Isidro – Salesianos de la Orotava, muy amigo mío, en una ocasión
casi me atraviesa con su bastón, pero eran tiempos de la niñez y la juventud,
eran otros tiempos, colegiales por supuesto.
Se trata de un artista maduro, cuyo trabajo, según la crítica, se configura
como un racimo heterogéneo de discursos y de objetos, ante los que una
observación centrada resulta insuficiente. Vista en su conjunto, la obra de
González teje una densa trama de senderos cruzados. Su trabajo es poliédrico,
denso, atravesado de tensiones.
El dominio de la naturaleza sobre su entorno se refleja en los trabajos de
Gonzalo González uniendo elementos realistas y místicos en grandes escenarios.
Las fuerzas de la naturaleza se abren paso; las pinturas no dan la impresión de
una existencia estática, sino de estar en constante movimiento. El paisaje
inhóspito está iluminado por el fuego y destruido por una tormenta. Cierto
drama es generado por una extraña mezcla entre melancolía y caos que puede
despertar asociaciones sobre la desaparición de la civilización.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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