jueves, 25 de enero de 2018

DON AGUSTÍN HERNÁNDEZ Y HERNÁNDEZ, ILUSTRE LETRADO, ALCALDE DE LA OROTAVA



Decía el literato Antonio Machado 1875-1939, Todo pasa y todo queda, pero o nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar.
Miraba yo las casas viejas de la Villa de La Orotava, tienen sobre sus postales grabados sus escudos nobiliarios, y ante aquellos blasones polvorientos y abandonados, una ola de ideas sentimentales acudían a mi cerebro, Blasones viejos, escudos polvorientos y abandonados; ante ellos me he detenido yo siempre con respecto y curiosidad, porque ellos representan, el alma entera del pasado. Aquellos escudos están en La Orotava, sobre los anchos postales, ostentando las empresas y divisas de otras gentes, de otros siglos extraños; los blasones permanecen fijos e indemnes, pero el espíritu que los creó se ha desvanecido; ellos hablan todavía de gloria, y de orgullo, y de nobleza; pero los hombres que los sustentaron se fueron, ya no volverán más. Mirando todo esto en la Villa me quedo indemne observando la casa donde vivió un ilustre alcalde, una casa tapizada de cerámica y decorada con un maravilloso balcón canario y un patio interior botánico repleto de diversas flores.
Don Agustín Hernández y Hernández nació en La Orotava el 31 de enero de 1880, en una casa de la calle de la Centella. Recibió las aguas bautismales en la parroquia de San Juan Bautista. Estudió el bachillerato en el Instituto de la ciudad de La Laguna y la licenciatura de Derecho en las Universidades de Madrid y Salamanca. Siendo diputado a Cortes el ilustre orotavense Don Félix Benítez de Lugo, Don Agustín que tenía entonces 24 años, fue nombrado Alcalde de su pueblo natal(La Orotava), cargo que desempeñó durante largo tiempo con el general aplauso de sus convecinos. Vilaflor le nombró hijo adoptivo, cuando dicha localidad dependía del partido judicial de la Villa de La Orotava, regalándole un bastón de mando, como tal Alcalde, por su labor política y al allí llevó La Banda Municipal de La Orotava dirigida por el Vallisoletano don Tomás Calamita y Manteca, en mulas por los caminos de Chasna en el año 1909, la cual fue recibida apoteósicamente con ramas. La Orotava, le debe a él, la construcción de la plaza de San Juan de la Villa Arriba y la solución en gran parte del problema difícil de las aguas para el abasto público. Estudió con gran acierto el complicado asunto de la mancomunidad de los pueblos del Valle, y otros más, aunque no todos llegaron a su completa madurez y solución como ocurrió con el de la unión de aquellos pueblos. La primera lápida que figura sobre la fachada de la casa donde nació el artista orotavense Fernando Estévez del Sacramento como honra a su memoria fue colocada en 1922, siendo aun Alcalde Don Agustín. En estas efemérides estaban presente junto a Don Agustín; Don José Silverio y Silverio; Don Antonio Herreros González; Don Antonio Lugo Massieu; Don Fernando Salazar; y el prestigioso Don Vicente Áfonso Camejo, de extenso barba y no menos larga historia con sus acusados perfiles anecdóticos. Don Agustín Hernández y Hernández falleció el día 13 de Mayo del año 1953, en la casa número seis de la calle Nicandro González Borges, víctima de penosa enfermedad sobrellevada con ejemplar resignación cristiana.
La Primitiva Academia Municipal de Dibujo de La Villa de La Orotava, se fundado en el año 1923, y en el mes de Julio, fue creada siendo Alcalde de La Villa de Agustín Hernández y Hernández, nombrándose profesor de la misma, al Sr. Don José María Perdigón, cargo que desempeñó con la suficiente eficacia, con voluntad y entusiasmo de su gran afición al dibujo, y su deseo de servir en lo que él pudo al pueblo orotavense, precisamente hasta su muerte, acaecida en la Orotava en la década de los años sesenta. Por gentileza de Don Agustín Hernández y Hernández, cuando ocupaba la cátedra como hermano mayor de la esclavitud del Cristo de La Columna de la parroquia de San Juan Bautista obra del imaginero sevillano Pedro Roldan, conocido por todos los villeros por “El Diamante”, pasó por primera y única vez por la Calle de Don Nicandro García Borges (calle Verde), calle donde Don Agustín tenía su habitual residencia.
El ex - cronista oficial de La Villa Don Benjamín Áfonso Padrón, conoció a Don Agustín Hernández y Hernández pocos años antes de su muerte, decía de él: Que era un hombre de carácter afable y sencillo; por su sinceridad desnuda de toda afectación. Su manera de ser le acarreó algún que otro sinsabor en este mundo donde no todo es moneda de buena ley. Sincero era hasta consigo mismo; rara cualidad esta, que constituía el más alto exponente de su recia formación espiritual. Como hombre de letras, sus aficiones a la buena literatura, a las viejas crónicas de su pueblo y a recoger de boca de los más ancianos, el rico venero de la tradición, le habían hecho cada vez más un contertuliano gratísimo a cuantos deseábamos recoger de viva voz todo lo que conservaba su fiel memoria. Amigo de Don Benito Pérez Armas  y de los amigos de éste, conocía a la perfección una interesante etapa de la vida política tinerfeña; etapa en la que Don Agustín supo encauzar algo de aquel momento político hacia la Orotava. En la época del general Primo de Rivera, visitó a Don José Calvo Sotelo, entonces ministro de Hacienda. La idea que sustentaba de unir administrativamente los pueblos del Valle, motivó su acercamiento a esta figura española. Su sencillez  y conversación amena le ganaron la simpatía de Calvo Sotelo, quien estrechó efusivamente la mano del canario que le exponía el gran problema de mancomunar unos pueblos que se mostraban temerosos ante los vaivenes de la riqueza platanera. La unión no fue posible y aquellos deseos se borraron a la manera que el Sol hace invisible la luz de las estrellas. Todo esto y muchas más cosas relataron de Don Agustín. Calvo Sotelo había nacido en Túy en 1893 y muerto en Madrid en 1936, hizo los estudios de Bachillerato en los Institutos de Coruña y Lugo, y luego los de Derecho en Zaragoza. En Madrid se doctoró en Derecho Civil y canónico y alcanzó el premio extraordinario, a los veinte años obtuvo el número uno en las oposiciones a plazas de abogados del estado; a los veinticuatro era profesor auxiliar de la Universidad madrileña por nombramiento del claustro; a lo veintiséis, diputado a Cortes; a los veintiocho, gobernador civil de Valencia, y a los treinta y dos, Ministro de Hacienda. Cuatro años estuvo al frente de dicho departamento, y durante ellos hizo entre otras muchas cosas, lo siguiente; persiguió la ocultación de la riqueza, realizó varias conversaciones de Deuda, inició la reforma tributaria y estableció el Monopolio de Petróleo, que tantos beneficios habían de traer al Tesoro nacional.
Quería a mi abuelo Bruno Abreu Rodríguez, músico zapatero,  debido a su capacidad intelectual, en muchas ocasiones  formaban una tertulia en la zapatería, primero en La Estopa y después en el callejón de los  Cuartos, en mi biblioteca guardo un ejemplar de la constitución de la UGT en el año 1934 que don Agustín le dedico a mi abuelo. Fenece todo en este mundo, y la vida del hombre marcha rauda hacia el ocaso buscando el alma su supremo fin. Un día las campanas de las iglesias de Nuestra Señora de La Concepción y San Juan Bautista tocaron a muerto; lloraban el final de una existencia  cristiana: Don Agustín Hernández y Hernández había exhalado el postre suspiro rodeado de su director espiritual, de sus hijos y de su esposa, Doñas María del Carmen Acosta y Martín Neda, sobrina del célebre erudito tinerfeño del siglo XIX, Rafael Fernández y Neda.  Y delante de un portalón, mientras unos obreros pintan la paredes del frontil, yo me paré a mirar un emblema que consistía en una columna esbelta rematada por un casco con la visera cerrada: el casco, como avergonzado o como iracundo, daba la cara al mundo de ahora, en que todo va revuelto, lo noble y lo plebeyo, semejante aun río turbio y desbordado.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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