lunes, 22 de enero de 2018

UNA VISITA DEL OBISPO A LOS REALEJOS EN 1859



Fotografía referente a la casa de la Gurdejuela (Los Realejos – siglo XIX), del fondo de fotografías antiguas de Canarias FEDAC.

El amigo de la Villa de La Orotava; JAVIER LIMA ESTÉVEZ. Graduado en Historia por la Universidad de la Laguna. Remitió entonces (22/01/2017) estas notas que tituló: “UNA VISITA DEL OBISPO A LOS REALEJOS EN 1859”.
Publicadas el día 21 de enero de 2017 en La Opinión de Tenerife: “…La historia de nuestros pueblos representa la trayectoria de toda una serie de hechos que constituyen un aporte significativo para su estudio desde diferentes perspectivas. En ese sentido, el periódico El Comercio. Periódico comercial, científico y literario, publicó el 26 de noviembre de 1859 una crónica disponible en el portal Jable de la ULPGC donde describe la visita del Obispo al núcleo de Los Realejos (por entonces Realejo Alto y Realejo Bajo) como un acontecimiento preparado con sumo cuidado y detalle por sus vecinos en aquellos lejanos días del 8 al 10 de noviembre de 1859. Las autoridades civiles, militares, junto a una comisión del clero y otras personas distinguidas del pueblo, recibieron al mismo en la “calzada de la Gorvorana”. El Obispo llegaría junto a otras autoridades del Puerto y la Villa de La Orotava. En primer lugar se dirigió hasta la Iglesia de Santiago Apóstol. En la puerta de la histórica parroquia se encontraban con el palio el arcipreste Domingo González de Chaves junto al resto del clero y la hermandad del Santísimo. A los presentes se les ofreció un refrigerio tras finalizar la jornada. El día siguiente marcó el inicio de nuevos actos importante para el Obispo. Según destaca el artículo, se encargaría de ofrecer 725 confirmaciones. Una multitudinaria ceremonia que finalizó con el desarrollo de un banquete en el que participaron los acompañantes del Obispo, el clero de ambos Realejos, así como otras autoridades y personas destacadas del lugar. En la tarde de ese mismo día, la autoridad religiosa se trasladó hasta el Realejo Bajo, acompañado del clero, autoridades y otras personas notables. A la entrada del expresado pueblo les esperaban una multitud de gente ansiosa. Se dirigió hasta el ex convento de agustinas recoletas y a la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, “donde fue recibido por el clero con palio”. También sería motivo de su visita la ermita de San Sebastián. Desde allí continuó hasta la casa de los Príncipes de Asculi (conocida como Hacienda de los Príncipes) donde se hospedaría durante la noche. Al día siguiente, tras desarrollar la misa en el oratorio, se dirigió hacia la Parroquia para administrar el Sacramento de la Confirmación a los vecinos allí presentes. La banda musical ofrecería numerosas piezas escogidas de su repertorio. Tal y como apunta el rotativo, un total de 1.019 personas recibieron el Sacramento. Tras finalizar la ceremonia y al igual que en Realejo Alto, el Obispo acudió junto a diversas autoridades del lugar para disfrutar del almuerzo. Se ofrecieron nuevas canciones y se recitaron emotivas improvisaciones en verso y prosa.
Un acto muy agradable que se alargó durante horas. Ese hecho motivó que muchos de los allí presentes aconsejaran al Obispo no partir ese mismo a la ciudad de Icod de los Vinos y esperar al día siguiente para emprender su salida. Sin embargo, el Obispo no dudaría en rechazar con amabilidad tal petición, pues “ya había avisado a aquel pueblo de que iba y que sentía causarle molestia en esperarlo, por cuya causa al principiar los postres quedaron estos casi sin tocarse”. Desde el Realejo Bajo emprendió su viaje en compañía de los alcaldes de ambos término, jueces de paz y numerosas personas que no quisieron abandonar a la autoridad religiosa hasta San Juan de la Rambla. El autor de aquella crónica no dudaría en anotar la tristeza que se sintió entre los asistentes al no haber podido disfrutar de más tiempo de una persona que “por su bello físico y dotes morales, según las ideas que se le notaron, tanto en las materias que se tocaron en público como en las familiares privadas con las personas que tuvieron el honor de haberle tratado, revela hallarse adornado de la ciencia, virtud, prudencia y maneras cortesanas propias de su elevado Ministerio, con que sin duda sabe atraerse y en cierto modo fascinar las voluntades de todas las clases de los Pueblos por donde ha pasado. Dios le conceda los dones y la perseverancia de sus benéficas intenciones para que rija y administre esta Diócesis”…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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