martes, 23 de enero de 2018

DON FÉLIX CALZADILLA ROCÍO, LICENCIADO EN DERECHO POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA Y PROFESOR DE IDIOMAS



Míster Félix (como todos le llamábamos) era de los pocos profesores tan sencillo, que hacía amistad, arte, literatura, solidaridad, sosiego y alegría. Se había licenciado en Derecho, en leyes, carrera que había hecho a base de grandes sacrificios económicos en la Universidad de La Laguna. Sacrificios que él mismo intentaba superar, gracias a sus cualidades intelectuales, a su facilidad en el arte de la compresión, a su esfuerzo en el orden, en la disciplina, en la responsabilidad y sobre todo en el quehacer. Carrera que culminó con brillantes calificaciones, obteniendo el premio de honor universitario, pero nunca ejerció como tal, porque su cariño por la docencia, sobre todo por los idiomas, le inspiraba en su propia alma, en su propio corazón. Tanto fue así, que un confitero alemán exiliado y afincado en la Villa, Don Egon Alfred Wende Bard (tío político suyo), le facilitó el conocimiento del lenguaje teutón con agrado y con simpatía. Gracias a ese idioma norte europeo don Félix Calzadilla Rocío pudo per­feccionar otras lenguas: la inglesa y la francesa.
Don Félix, además de la habilidad por la lengua moderna, poseía una memoria fiel y constante, era la sencilla persona que trasmitía simplemente la literatura errante y la poesía a través de su vivo quehacer, de su vivo diccionario y de su vivo conocimientos.
Le conocí como profesor de Inglés, en la Academia Mercantil y Atlántida, que poseía en sociedad civil con su gran amigo Don José Dorta, su enseñanza era sencilla, alegre, cordial y sobre todo natural, en muchas ocasiones con ingenio, posteriormente recibí su sabiduría de la lengua anglosajona en los salesianos villeros, en el bachiller y en la preparación de las reválidas.
En las aulas del edificio neoclásico que donó a La Orotava su hijo ilustre Don Nicandro González Borges, conviví con Don Félix jornadas inolvidables, compartimos gratos recuerdos a pesar de la exigencia en clase, puesto que siempre mantuvimos la disciplina rigurosa y caballerosa que nos imponían los padres salesianos.
Años más tarde, acabada mi carrera universitaria, compartimos trabajo, alegrías y no alegrías como docentes en el Instituto de Formación Profesional del barrio de San Antonio, hoy IES La Orotava Manuel González Pérez, allí Míster Félix realizó una gran labor como fundador y promotor del centro, desempeñó el cargo de subdirector con Don José Dorta, con Don Guillermo Grahan y con Don Juan Francisco Reyes, pero desgraciadamente no quiso opositar a la función pública. Debido a esto fue destinado forzosamente como funcionario interino al centro politécnico de Ofra en Santa Cruz de Tenerife, hoy IES Cesar Manrique, donde al cumplir su edad reglamentaria se jubiló.
Se casó con mi vecina de la calle El Calvario, Angelita Hernández García, una pregonera de la calle, la dama que hacia vivir a sus vecinos con sus voces galanas, con su humor cotidiano y con sana alegría. De su matrimonio nacieron cincos hijas, cincos damas de capacidad lustrosa como lo era su padre, todas con brillantes carreras y luchando como él quería que lo hiciesen: con rigor, con dulzura, con complacencia y sobre todo con mucho trabajo.
Adiós Míster; ya no volveremos a hablar: de Valle Inclán, de Benavente, de Azorín, de Pío Baroja, de Unamuno, de Gerardo Diego, de Juan Ramón Jiménez, de García Lorca, de Rafael Alberti, de Esproceda, de Benito Pérez Galdós etc. Como Usted lo prefería, pero no olvide decirle a Don José Dorta, primer director del Instituto de San Antonio, lo bonito que vivió nuestra villa de La Orotava, el año de su despedida, la conmemoración de los 150 años de las alfombras de flores. Infórmele a que todo transcurrió en espléndido orden artístico, floral y campestre como él simplemente quería que lo fuese. Evidentemente así lo sentenciaba en el año 1955 Santos Beguiristain, canónigo de Pamplona: "Un bellísimo sueño, es la visión maravillosa del valle, Las Cañadas y de las fiestas, mucho me encantó la procesión eucarística; pero más, mucho más -en su propio orden- la Romería de San Isidro... "
Don Félix, siga siendo feliz en su vida eterna, con su campechanísimo rutinario de siempre.
Encontré en el archivo municipal en la calle de San Sebastián, con el teatro Atlante por los suelos sus actas de notas estudiantiles correspondiente al bachiller en el colegio desaparecido de Don Manuel Farraís González, son calificaciones sorprendentes para muchos de vosotros, un diez en todas las materias, incluso en la Religión Católica a pesar que siempre se consideró un agnóstico, en esto tengo una anécdota que sucedió un viernes Santos en la Orotava, subía un servidor por la calle el Calvario hacía la plaza de la Alameda, a llegar a la altura de la avenida de José Antonio, frente donde estaba entonces la venta comestible Hernández, al lado del buzón del correo, estaba don Félix gentilmente de vestuario negro absoluto, incluso sus gafas de sol eran negras, le preguntamos don Félix, los curas nos dicen que el viernes Santos no se come carne, tras un paréntesis pensativo, nos responde, dígale a los curas si tienen mil pesetas que yo estoy dispuesto a comerme un gran solomillo con salsa de champiñones.
Don Félix, siga demostrando a todos aquellos que fueron sus amigos docentes y juristas que están con usted en ese desconocido paraíso, y celebre desde arriba el veinticinco aniversario del Instituto de Formación Profesional del barrio de San Antonio, actual flamante I.E.S. La Orotava-Manuel González Pérez. Muchas gracias y hasta pronto.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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