Plaza de la Constitución, de la Alameda, del Kiosco de la Música. Antigua
Llano de San Roque y que más decir de este bello rincón de la Villa de La
Orotava, que me vio nacer y quizá me vea morir. Que maltrató el entorno natural
del norte de la misma con la construcción de este grotesco Puente.
Pero qué maravilla en el tiempo no muy lejano observar este bello
territorio, que en principio fue el Llano de San Roque, anexo a la ermita del
mismo santo y que después ocuparon los agustinos y levantar su convento de
Nuestra Señora de Gracia. Que se llama Plaza de la Constitución como homenaje a
la Pepa gaditana, y antes se llamó La Alameda de San Roque y ahora la conocemos
por la plaza del Kiosco de la Música, puesto que en su zona central está
ubicado el Kiosco de la Música, que construyó en el año 1914 el orotavense don
Félix Reyes Martín, a cambio de una concesión administrativa por veinte años,
para explotar en lo bajo un bazar o un bar. Es de estilo Mudéjar, fabricado con
el primer cemento y acero - hierro, sustituyendo a otro de mismo estilo que era
totalmente de madera desarmable y fue a parar a la plaza de San Agustín del
entonces desaparecido municipio Realejo Bajo.
También tuvo el apelativo “Plaza de los soldados”, en el viejo convento
(después de la desamortización de Mendizábal) se instaló el acuartelamiento
primero de cazadores (final del siglo XIX), posterior de infantería (principio
del siglo (XX). Plaza de los amores, de los casamientos, plaza de la partición
de la aristocracia por la zona sur y plebeya por la del norte y plaza de los
carritos de golosinas y demás.
La panorámica corresponde a los años sesenta del siglo veinte. Aún están
los betuneros, recuerdo a maestro Juan y Antonillo.
El Kiosco entonces mermado de aquellas inolvidables famosas cristaleras de
colores, regentado por; Manuel García, Pepe
Pérez, Antonio García y Fidel Escobar Hernández.
Se conserva la mansión con su balcón, que habitó en el tiempo, el recordado
Bar “TE VEO” regentado por Lorenzo Báez, posterior se quedó Fidel Labrador
Hernández, en la parte alta vivía la familia “Amaro”, el abuelo de mi compañero
de pupitre, en la escuela de doña Lucía Mesa, y bachillerato en el Colegio de
San Isidro Juan Ramos Amaro, que era; feriante y churrero, cuya churrería la
tenía en la calle El Calvario, se fue a Santa Cruz de la Palma y su hijo se
quedó con ella.
Esta era la panorámica, de mi infancia y juventud (sobre todo de mi
juventud), se hacían competiciones de amores y noviazgos, dando vueltas a la
misma, o sentados en los bancos. Al ritmo de los pasodobles, valses, preludios,
zarzuelas y tangos de la Banda de Música de la Agrupación Musical
Orotava.
Mientras el Puente que se había inaugurado al final del año 1965, quedaba
solo para el paso de vehículos y sus estacionamientos en batería por la
izquierda y en fila por la derecha, pero se mantenía el verdó de antaño que
siempre caracterizó este centro y neurálgico rincón orotavense.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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