El amigo y compañero de promoción bachiller superior y
revalidas (1967 – 1968) del Colegio de
San Isidro de la Villa de La Orotava; Isidoro Rodríguez, remitió entonces
(27/01/2018) estas notas que tituló; “CINCUENTA ANIVERSARIO DE LA PROMOCION
1962-1968, DEL COLEGIO SALESIANO SAN ISIDRO DE LA OROTAVA”: “…En primer lugar queremos dar las buenas noches y
agradecer la presencia de la Directiva del Colegio, de los miembros de la
Comunidad Salesiana, de la Directiva de los Antiguos Alumnos, de los miembros
de la promoción 1987-1993 y a los miembros de la nuestra y de todos los familiares y amigos que nos
acompañan.
Parece que fue ayer,
cuando abandonamos las aulas del Colegio y sin embargo han pasado ya 50 años
desde que entramos como niños y salimos como jóvenes. Sin embargo, nos parece
que no son nada, una pequeña fracción de tiempo, pero que han dado para mucho.
Por ellos ha transcurrido buena parte de nuestra vida.
Esta historia
comienza a principios de los años 60 con nuestra incorporación al Colegio, como
alumnos internos o externos. Unos entraron desde muy pequeños en la primaria y
otros nos incorporamos más tarde, en diferentes momentos. Entre los internos
estaban Aníbal, Benedicto, Corominas, Damián, Francisco el palmero o los
hermanos herreños. A lo largo de esos años, sucedieron muchos acontecimientos,
anécdotas y vivencias, unas buenas y otras no tan buenas
que han marcado nuestra existencia. Lógicamente éstas varían en función de la
persona y por lo tanto pueden ser diferentes, en función de quién lo cuente. De hecho las vivencias de algunos de nosotros comienzan
en primero de bachillerato, momento en que nos incorporamos Carrillo, Cuadrado,
Diego Ascanio, Espinosa, Isidoro, Mario, Pacheco, Pepillo, procedentes del Colegio de los Agustinos del
Puerto de La Cruz y algunos otros como Pedro Padrón procedentes de otros
colegios y nos unimos a otros compañeros como Bruno, Memel, Alfonso Ramos, Luis
Alfonso, Rafael, Carlos Saro o Fernando Oliva, entre otros que habían realizado
la primaria y su primera comunión, en el Colegio. Según me
cuentan, en esa época a los dos primeros cursos los denominaban, clase chica y
clase media y tenían como tutores a Don Antonio Rides y a Don Santiago García.
Posteriormente pasaron al curso de ingreso donde realizaron un examen de acceso
al bachillerato, con examinadores externos, en el que se les exigió un dictado
con menos de tres faltas de ortografía, conocimientos de lengua, historia,
geografía y aritmética.
A partir de aquí
comienza nuestro andar juntos, salvo algunos como Efrén, Benedicto, Aníbal o
Iñaki Arazamendi, que se incorporaron posteriormente. Nuestra vida colegial fue
muy distinta a la de hoy en día. Estuvo marcada por una gran rectitud y disciplina, acorde a los tiempos en
que se vivía. Existía un sistema de sanciones controlado por puntos. Acumular
tres puntos a lo largo de la semana, por cuestiones, como cuchichear por lo
bajo en los momentos de silencio o
llegar tarde a la fila que se organizaba cada mañana, antes de entrar en
clase, suponía quedarte castigado en el colegio el fin de semana. En esa época
la asistencia a misa, en latín, era obligatoria posteriormente a partir de 1965
pasó a celebrarse en castellano. Con nosotros también se acabaron los
Ejercicios Espirituales en Geneto, que se realizaban cada año con los alumnos
de sexto y consistía en encerrarnos en una casa durante una semana, en recogimiento
y prácticamente en silencio. Situación que para algunos de nosotros resultó
insoportable y entonces se dedicaron a gastarle bromas a los compañeros, en los
dormitorios o incluso a escaparse por la noche. Otros leímos la Biblia, por
primera vez.
Siempre recordaremos
al consejero D. Manuel Prol acercándose sigilosamente a la clase, con su
campanilla, diciendo “Quién, quién rebuzna por lo bajo”, antes de que alguien
se quejara del campanillazo recibido o a nuestro querido Bruno exclamando, “Son
las palomas de mi tío”, cuando éstas se posaban en el alféizar de la ventana.
En las manifestaciones
religiosas, Además de la misa diaria o de la participación de algunos en el
coro o de monaguillos, asistíamos a cualquier otro acto religioso que tuviera
lugar, con nuestros uniformes, tales como, la festividad de María Auxiliadora o
la procesión de la burrita, en Semana
Santa, de la cual guardamos un grato recuerdo, vestidos de hebreo y con nuestro
palmito.
Se formaron dos
conjuntos de música moderna, donde la mayoría de sus componentes eran de
nuestro curso, gracias a la ayuda de D. Luis de Torres, con el que seguimos
manteniendo una buena relación. Participamos en concursos de conocimiento,
ganando varias veces el premio Águila y de redacción, patrocinados por la Coca
Cola. Un año nos tocó como tema la rueda. También en nuestra época, se creó un
cine fórum en el Colegio, dirigido por D. Ángel Martín, donde nos proyectaban,
a los mayores, películas de arte y ensayo, algunas de ellas bastante fuertes
para nosotros y para la época. Nunca olvidaremos el impacto que nos produjo “El
manantial de la doncella, película de Igmar Berman, por su temática e imágenes.
O como nos censuraban la escena de amor final entre Gary Grant y Eva Saint
Marie de “Con la muerte en los talones”,
de Alfred Hitchcock.
En el aspecto
lúdico, el Colegio potenciaba bastante el deporte sobre todo el fútbol, aunque
participamos también en otras disciplinas. Destacar especialmente a nuestro
equipo de baloncesto que le ganaba muchos partidos a los cursos superiores y
estaba formado por, Tino (q.e.p.d.), Corominas, Nicomedes, Aurelio. . . También
la gimnasia a ritmo de marcha militar de D. Francisco Suárez y después a cargo
del malogrado D. Julio Calatayud y D. Antonio Navajas.
Las veladas
culturales eran también, un signo de distinción del Colegio, con una o dos
representaciones en el curso escolar. Recordamos los sainetes interpretados por
nuestros compañeros, entre otros, Chicho Silverio, con los que nos partíamos de
la risa, la rondalla de púas de D. Manuel Rojas o a D. Paco Dorta,
interpretando fragmentos de zarzuelas, actuaciones de solistas o grupos
musicales, sketch de humor o recitales de poesía. Otra cosa impulsada por el
Colegio fue el festival musical de María Auxiliadora en el que destacó nuestro
compañero Memel, llegando a tener hasta su grupo de fans.
Superada la reválida
de cuarto, nos incorporamos al bachillerato superior y pasamos a recibir la
docencia en el nuevo pabellón. Fueron los dos últimos años de nuestra estancia
en el Colegio y con la reválida de sexto aprobada, nos vimos un día en la
calle, con 16-17 años, incluso algunos con 15. Unos nos dirigimos a la
Universidad a continuar con nuestra formación, fruto de ello hoy somos, médicos,
ingenieros, arquitectos, aparejadores, químicos, abogados, licenciados en
historia, peritos mercantiles, etc. Y otros siguieron otros caminos
profesionales. Durante toda esta etapa de nuestra formación, estuvimos guiados
por nuestros profesores, unos sacerdotes salesianos como D. José Mondéjar, D.
Antonio Granados, D. Miguel Aragón, D. Manuel Prol, D. Miguel Raigón, D. Manuel
Porlán, D. Alberto de la Nuez, D. Guillermo Navarro, D. Diego Yerga, Don
Esteban Corral, D. Eulogio Domínguez, D. Luis Torres, entre otros y por varios clérigos como D.
Antonio Rides, D. Fernando Ruíz, D. Clemente Granados, D. Carlos o D. Emilio.
Este último tocaba la guitarra y estuvo con alguno de nosotros luego en el club
de antiguos alumnos, del cual guardo un cariñoso recuerdo. Otros laicos, como:
D. Félix Calzadilla, D. José Manuel Taoro, que nos acompaña hoy, D. Domingo
Pérez, Doña Berta, D. Brandon, D. Francisco Dávila, D. José Gadea, D. Francisco
Suárez, D. Julio Calatayud …..
Tampoco queremos
olvidarnos de Isaac, el portero, persona entrañable, muy servicial, siempre
preocupado por informarnos y ayudarnos en todo. Y por supuesto, de los
compañeros que estuvieron con nosotros en algún curso o que se quedaron atrás y
no acabaron a la par que nosotros Y finalmente de los que se han quedado por el
camino, Pacheco, Hipólito, Domingo Morales, Claudio, Tino, Pepillo, Ringo y
Juan Ramos, recientemente fallecido, así como de los profesores que nos han
dejado, cuyo recuerdo siempre nos acompañará.
Finalmente queremos
decir que a lo largo de todos estos años, el espíritu salesiano siempre ha
estado presente, María Auxiliadora, San Juan Bosco y Santo Domingo Savio forman
parte de nuestras vidas. A continuación contamos una anécdota ocurrida a
nuestro compañero Fernando Oliva, al finalizar una función del famoso grupo
Martes y Trece, en el teatro de La Latina, en Madrid. Al salir, ya en la calle
coincide con Millán Salcedo y se acerca para felicitarlo y en ese momento mete
la mano en el bolsillo, buscando las llaves y saca un manojo con la imagen de
María Auxiliadora en el llavero, ¡Hombre María Auxiliadora¡ le dijo, Sí
contestó, “soy antiguo alumno salesiano. Siempre la llevo conmigo, es mi
protectora”. Y terminaron cantando juntos El himno mariano, “Rendidos a tus
plantas, reina señora, los cristianos te aclaman su auxiliadora”. Este es un
ejemplo de lo que ocurre con los antiguos alumnos salesianos, seguro que la
mayoría de nosotros lleva un calendario, un llavero o tiene una imagen en su
casa de nuestra madre.
Nuestra promoción se
ha seguido relacionando de forma esporádica hasta hace unos ocho años que decidimos reunirnos todos los años por estas fechas. Cada
día al abrir el ordenador, recibimos las efemérides que nos manda Bruno a los
primos, familia, compañeros y amigos íntimos y desde principios de marzo de 2015, tenemos
un grupo de whatsapp donde nos saludamos diariamente, compartimos vídeos,
chistes y vivencias, cada uno con sus ideas pero siempre respetándonos, porque
son muchas más las cosas que nos une que las que no separan.
No queremos
despedirnos sin recordar a los compañeros que no han podido estar hoy aquí por enfermedad o por otras causas como Luis
Alfonso o Alonso, pero nos acompañan a distancia, a lo que les mandamos un afectuoso saludo.
Esta memoria es obra de varios miembros de la Comisión. ¡Que María Auxiliadora
nos acompañe siempre¡ Muchas Gracias…
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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