El amigo de la Villa de Los Realejos; JERÓNIMO
DAVID ÁLVAREZ GARCÍA, remitió entonces (30/01/2015) estas notas que tituló; “EL
REALEJERO CALVARIO DE SAN VICENTE”: “…Es sabido que la ubicación de los calvarios en las afueras de las
poblaciones corresponde a la idea de asemejar estas con la antigua ciudad de Jerusalén,
su monte Gólgota y el camino de Cristo hacia el mismo. En Los Realejos destacan
varios de estos lugares: en San Benito, la Cruz Santa e Icod el Alto, pero hoy
nos ocuparemos del Calvario de San Vicente, que pertenece a la Parroquia de
Ntra. Sra. de la Concepción y está situado cerca de la ermita de dicho santo.
Ese compendio de
información sobre los Realejos, que es “Los
Realejos, una síntesis histórica”, nos adentra en la historia de este
recinto sacro, calificándolo de “interesante
por sus dimensiones, estructura y armonía, es el correspondiente a la Parroquia
de la Concepción, junto a la ermita de San Vicente (...). Fue mandado construir
por el regidor don Juan de Gordejuela en el siglo XVII. Aún en la siguiente
centuria ofrecía un espacio abierto, con un altar de mampostería donde se
alzaban tres cruces. Al llegar el siglo XIX, se transforma en una capilla cuyos
elementos arquitectónicos responden a un lenguaje clásico, poco frecuente en
este tipo de edificaciones, lo que explica un claro interés de escapar de las
soluciones tradicionales y populares”.
El Crucificado que se
encuentra en su interior perteneció al Convento Franciscano de Santa Lucía, de
este pueblo y su traslado fue autorizado por el provisor y vicario del Obispado
don José Hilario Martinón en 1823 al párroco que fue de Ntra. Sra. de la
Concepción de Realejo Bajo, don Pedro Próspero González Acevedo, para que allí
se le diera culto.
Este Cristo articulado
(restaurado recientemente), nos retrotrae a esas imágenes piadosas que en la
Edad Media y luego tras el fin de la Guerra Civil, sirvieron para escenificar
la Pasión y así adoctrinar y fomentar la piedad popular en las poblaciones
legas o descreídas. Actualmente se ha recuperado el acto del descendimiento
durante la Cuaresma y Semana Santa en esta parroquia.
También se ha
adecentado este monumento con varios cipreses, que tras petición popular el
ayuntamiento de la villa ha considerado oportuno sembrar. Especie arbórea,
propia de estos lugares y camposantos que inspiran al visitante o creyente
transcendencia, pues por su altura se eleva los ojos al firmamento…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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