Fotografía del principio de los cincuenta del siglo XX, el Cristo del
Perdón entrando al templo de San Agustín, en el medio día del domingo de
Pasión.
Curiosamente, observamos detrás de la imagen dos edificios emblemático del
siglo XVIII; el primero donde estuvo el Bar TE VEO y el segundo sede del
Telégrafo orotavense.
Según el Amigo de la Villa de La Orotava: MANUEL HERNÁNDEZ GONZÁLEZ: “…En el convento
catalina de San Nicolás la procesión de más relieve era la del Cristo del
Perdón. Era una imagen de curiosa iconografía, con un globo terráqueo esculpida
a fines del XVII y atribuida a Gabriel de la Mata, que todavía sigue saliendo
en la actualidad en la Semana Santa desde el convento agustino en el domingo
que la precede. El 8 de mayo de 1744, el presbítero Diego del Carmen, fundador
también de la ermita bajo la advocación de su santo patrón que existía en el
pago de ese nombre del Rincón, decidió dotar su función, celebrada el miércoles
santo por la mañana. Ésta había dado principio el año anterior “a impulso de la
ran devoción de las señoras Doña Rudecinda de San Pedro Alcántara y Doña
Gregoria de San Cristóbal de Francho, religiosas profesas de dicho convento”.
Sin mebargo, considerando que sólo tendría permanencia durante su vida, quería
perpetuarla con procesión por las calles de costumbre con asistencia de los
beneficiados, las 3 comunidades y las hermandades del Santísimo y la Concepción
de la parroquia. Estableció como limosna 44 reales para el beneficiado, 24 para
los capellanes, 30 para las 3 comunidades, 50 para hermandades, 50 para la cera
el trono y altar, 50 para el predicador y 10 para el capellán del convento que
cantase la misa. Instituye también una misa cantada impartida por el capellán
todos los miércoles del año con la limosna de 2 reales de plata y otra el 7 de
mayo de cada año, de 5 reales, “que es la que celebran las religiosas la corona
de espinas de S.M.”. Declara por patronas a las religiosas del apellido Franchi
que residiesen en sus celdas, y por su falta la abadesa y demás madres y pide
sepultarse delante de su altar. Sin embargo el 25 de abril de 1760 se desdice y
revoca este instrumento. Señala que, aunque se ha seguido celebrando esa
función, la dotación no ha tenido efecto. Pese a todo Pablo Tomás de Cames,
como mayordomo de su cofradía, especifica que se siguió celebrando el culto a
pesar de que “la dicha no tiene caudal alguno, ni obensiones ni rentas, pues de
esta propuesta se sigue el que ha llegado cuidado del recogimiento de la
limosna por los campos”.
El amigo de la infancia de la Villa de La Orotava; EVARISTO FUENTE MELIÁN
“ESPECTADOR”, remitió entonces (2013) estas notas: “…Bruno Juan: Domingo
de Pasión del año 1956. Mediodía. Jugábamos un partido de baloncesto, en la
Terraza del Atlante, cuando oímos claramente el paso de la procesión del SEÑOR
DEL PERDÓN por la calle Verde o de Nicandro González y Borges.
Domingo de Pasión del año 2013. Han pasado 57 AÑOS (CINCUENTA Y SIETE
AÑOS). Es en el anochecer. Desde el actual habitáculo y morada del LICEO DE
TAORO ---mansión que fue vivienda residencial de la familia de los Ascanio y
Monteverde y de un ex alcalde peninsular, señor don Juan Guardia Doñate e
hijos---se ve y se oye salir la procesión del SEÑOR DEL PERDÓN, en una
anochecida algo mortecina, silenciosa, y al mismo tiempo templada, que deja oír
en el casi silencio cotidiano nocturno de La Villa Monumental (interceptado el
sonido procesional durante unos momentos por el campanario inoportuno de Santo
Domingo; las campanas, amigos míos, no se deben tocar cuando suena la música,
¡caramba! ). La procesión sale en hora distinta y con trayecto totalmente
distinto al antiguo de los años cincuenta, siglo XX. Viene hacia el nuevo
restaurante Ayanto….y al rato, casi al final, la oigo bajando desde la calle de
La Hoya o Hermano Apolinar.
Lo mejor es sin duda la perfección de ambas bandas, tanto la de cornetas y
tambores como la banda de música, con arreglos ditirámbicos y sonido de
castañuelas o chácaras acompasadas y parsimoniosas, deliciosas, que dan
colorido rítmico musical al desfile procesional.
En conclusión: los que pensaban en los ‘felices años setenta’, a la muerte
del Caudillo, que las procesiones iban a desaparecer, se habrán llevado un
chasco mayúsculo. La organización y la incorporación de una buena porción de la
juventud de La Orotava a lo procesional, ha conseguido que la Semana Santa
orotavense vaya superándose a sí misma cada año.
Yo, que no soy nada clerical últimamente, tengo que aceptarlo y felicitar a
la feligresía….”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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