Estampas, de los juegos infantiles
de aquella época romántica de la década de los años cuarenta, cincuenta y
sesenta del siglo XX: los carros de verga, carros de latas de sardinas, el
boliche, la viruta, la piola, la pelota de papel y de hoja de platanera, el
balón de fútbol con tira, los aros femeninos, carritos de pencas, el salto a la
soga, el escondite etc., entre ellos me llaman la atención el trompo y el Yoyo.
El primero, como arte, un juguete totalmente surrealista con una gran
historia, que de niños jugábamos en las calles, plazas e incluso en los recreos
de nuestros colegios.
La magia, el arte, la imaginación, jugábamos con precisión de lanzarlo,
recogerlo, girarlo en nuestras manos de la una a la otra, y el Trompo se
mantenía siempre firme en nuestros quehaceres diarios.
Con el segunda nos distraíamos, para vencer los nervios, cuando
presenciábamos y partido de fútbol, o de baloncesto, o bien preparábamos un
examen de curso.
El Trompo es un juguete consistente en una peonza acompañada de una cuerda.
Enrollando la cuerda alrededor del trompo y tirando violentamente de uno de sus
extremos a la vez que se lanza el conjunto contra el suelo, se consigue que el
trompo rote sobre su punta, manteniéndose erguido y girando en el suelo.
El origen del trompo es más bien incierto aunque se tiene conocimiento de
existencia de peonza desde el año 4.000 a. C., ya que se han encontrado algunos
ejemplares, elaborados con arcilla, en la orilla del río Éufrates. Hay rastros
de trompos en pinturas muy antiguas y en algunos textos literarios que citan el
juego. Así, es mencionado en los escritos de Marco Pocio Catón el mayor, 234 -
147 a. C., político e historiador romano. Además, el trompo aparece en los
escritos de Virgilio, destacándose en su obra Eneida (siglo I a. C.). De la
misma forma, se han hallado trompos pertenecientes a la civilización romana. En
el Museo Británico se conserva resto más antiguo del mundo, una inscripción
exhumada en Beocia, cerca de Tebas, fechado en el 1250 a. C. en la que un niño
ha dedicado al Dios Zagreo gran número de juguetes, entre ellos un trompo con
su látigo (stróbilo).
A Platón le servía como metáfora del movimiento y Aristófanes se confesaba
aficionado al trompo. El poeta romano Ovidio (43 - 17 a. C.) también menciona
el trompo en sus poemas, Aulus Persius Flaccus (34 - 62), otro poeta romano,
decía que "en su niñez tuvo mayor afición al trompo que a los
estudios". En el curso de unas excavaciones realizadas en Trova
fueron encontrados unos trompos hechos de barro y otros ejemplares han sido
desenterrados en Pompeya.
Los romanos y los griegos tenían este elemento como juguete, de igual
manera las culturas de Oriente, China y Japón, quienes fueron los artífices de
su introducción en Occidente. En Japón, adultos y niños juegan al trompo
convirtiendo este aspecto lúdico a un verdadero arte y de esta forma ejecutan
numerosos espectáculos, de entre los que destaca aquel en el que, justamente
después de lanzar el trompo, lo recogen con una lienza y para hacerlo bailar en
la palma de las manos o en paletas dobles pasando de una a la otra e incluso en
ambas caras de la misma o en la hoja de un sable hasta terminar bailando en la
punta.
El Yo yo, Está formado por un disco de madera, de plástico o de otros
materiales con una ranura profunda en el centro de todo el borde, alrededor de
la cual se enrolla un cordón que, anudado a un dedo se hace subir y bajar
alternativamente. Se maneja el disco mediante sacudidas hacia arriba y hacia
abajo.
Existen un centenar de trucos con nombres curiosos que se pueden realizar
con él, entre ellos la "vuelta al mundo", el "fuego
atómico", la "bala de plata" y "el kamikaze".
Fue inventado en Grecia, donde se ha encontrado la imagen de un joven
jugando hacia el siglo V a. C.
Se han encontrado evidencias de la existencia del yo-yo entre 1386 y 1644
durante la dinastía Ming (China). La versión china consistía en dos discos de
marfil con un cordón de seda arrollado alrededor de su eje central.
Hacia el siglo XVIII era conocido en la India. El juguete comenzó a ser
famoso en Europa hacia el año 1700, donde fue adornado suntuosamente y
pintado con dibujos geométricos, a fin de que su rotación creara efectos
hipnóticos.
Los soldados de Napoleón (principios del siglo XIX) lo usaban como
entretenimiento en su tiempo libre entre batalla y batalla.
Lucky Meisenheimer, autor de Lucky's collectors guide to 20th
century yo-yos - History and values, afirma que la idea de que el yoyo
fuera un arma es un concepto popular pero inventado.4
El 20 de noviembre de 1866, James L. Haven y Charles Hettrick, de
Cincimati firmaron la patente estadounidense, la primera otorgada a un
filipino, sobre una «construcción mejorada de un juguete, comúnmente
llamado bandelore».5
Sin embargo, el yo-yo permaneció en relativa oscuridad hasta que en 1928 un
filipino-estadounidense llamado Pedro Flores abrió la fábrica Yo-yo
Manufacturing Company en Santa Bárbara (California). La empresa comenzó
fabricando una docena de modelos del juguete. Pero un año después, en noviembre
de 1929, Flores tuvo que abrir dos fábricas más, en Los Ángeles y Hollywood.
Ocupaba a 600 trabajadores y producían 300 000 unidades diarias.
En 1930, el estadounidense Donald Duncan compró las fábricas de Flores.
En los años sesenta aparicieron las empresas de juguetes Plastimarx e
Impala, que producían este juguete, así como empresas multinacionales, como
Flambeau Products Corporation (dueña de la marca Duncan), así como la empresa
Jack Russell, que promovía a la empresa Coca cola en todo el mundo.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
No hay comentarios:
Publicar un comentario