martes, 20 de marzo de 2018

TINO SANTOS EN EL RECUERDO.


Artículo publicado por un servidor en el Diario de Avisos, el 21 de Marzo del año 2006, para el amigo y convecino de la calle El Calvario de la Villa de La Orotava, Tino Santos por su fallecimiento.
Fotografía de la izquierda Agustín Santos Cruz, cariñosamente conocido por todos por “Tino Santos”, con 22 años de edad, el día de la boda de su hermano Antonio, el 28 de Agosto del año 1965.
Siempre vestía de smoking, sea a una boda, o bailar al Liceo Taoro, que yo recuerdo siempre iba vestido de este estilo típico elegante anglosajón.
La fotografía de la derecha, es la foto de la felicidad, Tino – Pino, Pino – Tino, compañeros de la vida del amor y de la felicidad, y lo sigue siendo en este mundo desconocido de la concordia, de la tranquilidad, de la esperanza y de la paz.

Aniversario de su fallecimiento. Parece que esto de la vida es una aventura que nadie sabe a dónde vamos y por donde nos manifestamos. Simplemente, al salir de casa en busca del pan cotidiano como es de costumbre después de la tormenta carnavalera, en otra mañana espléndida, soleada, me encuentro con el amigo profesor de Historia de Arte de la Universidad de Las Palmas, Chano Hernández Gutiérrez, y por sorpresa le pregunto qué hay de nuevo. Chano, con una mirada recóndita, parecía que había revelado algo nuevo en la historia de la Villa, con ese mirar furtivo. Inmediatamente, me contesta que Tino Santos nos ha desistido para siempre.
En seguida llega en mí el recuerdo de un convecino, más que un hermano, de la laureada calle El Calvario, en aquella infancia y adolescencia insignificante, donde nos relacionábamos los unos con los otros como si viviéramos en un mismo palacio. Los jardines eran la plaza de Franchi Alfaro y las torres los tejados de nuestras casas.
Ahora que estamos celebrando todos juntos los cien año de nuestra querida madre de la calle doña Águeda, nos deja impasible, tras escribir en la prensa unas glosas sobre quien ha sido juez de la calle durante casi cincuenta y tantos años, que con la infancia y adolescencia de muchos ha tenido que ver, porque en la azotea de su casa se apiñaban jóvenes a “defaginar” el millo: Carmita Trujillo, Carmen Lola Galoway, María y Cita, Maruchi, y María Candelaria Hernández García (Castro), Carmen y Josefina Álvarez Abréu, sus hijas Ana, Ninina y Chicha. Acompañándoles unos muchachos algo traviesos; Francisco  Hernández García (Castro), Juan Carlos Arencibia, Tito Galoway, Tino y Pepe Santos, su primo Vicentito, y su hijo Pepito. Recuerdo cuando empezaste tu andadura en el mundo empresarial, alquilaste el dormitorio de doña Lola y don Vicente Lucas, para montar allí un puesto que sufrió en poco tiempo una metamorfosis; primero, frutas y verduras, después pollería y finalmente, bazar, juguetería, apareciendo la personalidad de Eduardo el relojero y su padre proyetador  en el Cine Orotava. Deseo recordar que en mi tiempo de vacaciones escolares por Navidad te ayudaba a vender juguetes.
Tino, recuerda las tertulias que hacíamos cuando nos tropezábamos por las calles de La Orotava, con los temas de actualidad. Parecía que era un cuento de hadas, lo que más me impresionaba era el relato de la ruindad, pero dinámica ruindad, que conjuntamente con el convecino Francisquito “Castro” realizaste a doña Cocleta, ciudadana inglesa. Eso si era vida, claro que sí.
Tu ilusión por tu gemelitas y queridísimas nietas, ¡ay Dios mío!, te hacían disfrutar. Pino, tu inseparable Pino y tus hijas; Dácil y Yaiza, quizá estén algún día venerándote tanto como te hemos estimados; Antonio, Pepe y Miguelito tus hermanos y nosotros, convecinos de la Calle El Calvario. Tino, lleva contigo la reminiscencia de todos. Un abrazo y hasta siempre.
Su querida hija; Dácil Santos Pérez remitió entonces (21/03/2006) estas notas:“…  Bruno, gracias porque siempre tienes muy bonitas palabras hacia mis padres. Sé del cariño y aprecio que tenías hacia los dos; lo mismo que ellos a ti. Un fuerte abrazo…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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