El amigo de la ciudad Tacoronte; NICOLÁS PÉREZ GARCÍA, remitió
entonces (18/09/2010) estas notas que tituló: “FIESTA DEL
CRISTO DE LOS DOLORES, AL ABRIGO DE UN PAISAJE VIÑADOR”.
Publicadas
en LA PRENSA EL DÍA (Santa Cruz de
Tenerife), el día 18 de septiembre del 2010: “…Una vez más el pueblo de
Tacoronte vive y siente la celebración más importante del año, la fiesta mayor
en honor del Santísimo Cristo de los Dolores. Y también, con el estío vencido,
en la pródiga campiña del municipio otra fiesta convoca a los viñateros en la
cascada de viñedos que viste de verde las medianías: la alegre y enjundiosa
vendimia. Es labor inexorable de la naturaleza el que maduren las uvas a su
tiempo, aunque nos parezca increíble cuando en el albor de la primavera vemos
como florecen las parras y dan paso a esas diminutas cuentecillas que
evolucionan al envero para sazonar en el tiempo veraniego, hasta madurar
cuajadas de néctar. Será en el incipiente otoño cuando las ubres enracimadas
eclosionen pletóricas en sombríos lagares preconizando el vino nuevo y
vigoroso.
Entre marjales sarmentosos se esfuerza el viñador empeñado en la
zafra más importante mientras la plaza se embulle en un trajín de esparcimiento
y animación. Es el campo y es la ciudad, como la cumbre y el mar, que llegan a
fundirse en armonía para ofrecer un bello conjunto. Es el ambiente cotidiano de
cada septiembre con su historia particular, con historias no escritas aunque no
anónimas por el protagonismo efímero de tantos vecinos que roban tiempo a su
tiempo para echar una mano en el momento preciso, y también el protagonismo del
agricultor, que concluyendo la dura jornada y aún con sudor en su frente no
deja de rendir su personal homenaje al Cristo desclavado. Así ha sido a lo
largo de tres siglos y medio en este pueblo de Tacoronte, fiel devoto de su imagen
más querida y emblemática, devoción que ha trascendido más allá de sus
fronteras.
Podría hablarse de venturosa simbiosis la del Cristo y la
secular vendimia que en septiembre inunda de aroma los almijares. En esta época
de tránsito estacional el clima se aquieta en la fisonomía rural de Tacoronte
para favorecer las últimas faenas agrícolas, en tanto que la estrella canicular
languidece con los últimos aleteos estivales y la naciente otoñada atempera y
refresca la tierra labrantía. Las primeras lluvias coadyuvan al aclareo de los
mostos que se catan y degustan por San Martín y San Andrés.
Nuestros ancestros entendieron el lenguaje gráfico de una efigie
que transmite la expresión serena y silenciosa de un Cristo que sin palabras
llega a lo más hondo del alma. Hoy como ayer miles de feligreses reviven
aquellos sentimientos y los hacen suyos para rendirle honores en su altar
mayor, pero con mayor énfasis en los caminos del pueblo, en las cuatro salidas
procesionales desde el santuario que fue templo del antiguo convento de San
Agustín.
Recorriendo tiempos pasados para desenmarañar la historia,
traemos a estas páginas un pequeño pasaje del setecientos, el llamado Siglo de
las Luces. El núcleo principal del pueblo estaba en la iglesia de Santa
Catalina y sus aledaños, y en la calle Calvario hasta el enclave donde se
yerguen las dos alhóndigas del Pósito. Según aparece en una publicación, en el
año de 1747 el lugar de Tacoronte cuenta con tercio de milicias, que con el de Güimar
y el de La Laguna participa el 29 de mayo de dicho año en los actos de
proclamación de Fernando VI como rey, con celebraciones en Santa Cruz y La
Laguna, donde presidió el obispo don Juan Francisco Guillén.
Rey y obispo citados aparecen en un pequeño relato del cuadrante
de misas cantadas de la iglesia de Santa Catalina, con motivo de la toma de
posesión de un párroco que fue muy importante en el pueblo a lo largo de 40
años de ministerio sacerdotal: “José Antonio Fernandez de Ocampo, abogado de
los Reales Consejos, tomó posesion como beneficiado de la parroquia de Stª
Catalina, el 18 de marzo de mil setecientos cincuenta, en virtud que […] le dio
Su Majd el Sor Ferndº el Sexto que Dios guarde en doce de henero de dicho año
por la Consulta que hiso el Yltmº Sor Dn Juan Francº Guillen, Dignmº obpô
destas Yslas mi Señor”.
En este siglo XVIII se dan pocas noticias sobre el Cristo de los
Dolores, puesto que la imagen no está del todo en el ámbito popular, sino que
gira bajo la custodia de los religiosos profesos de la casa conventual y el patronazgo
de los sucesores de los Pereyra de Castro. Fundadamente se supone que cada
tercer domingo de septiembre se saca la talla en procesión, tal como quedó
estipulado en el convenio establecido el 30 de enero de 1662 entre el prior,
sacerdotes y frailes agustinos del convento y los compatronos del mismo,
capitanes Diego y Tomás Pereyra de Castro, tío y sobrino. En el documento
suscrito por el escribano público Matías Oramas de Villarreal, que consta de 21
artículos, el 15º dice:
“Que en el día domingo primero después de la Exaltación de la
Cruz (14 septiembre) se ha de celebrar fiesta a la santa imagen con procesión y
sermón, vísperas y toda solemnidad…”
En las fiestas de antiguo los actos se limitaban a la función
religiosa y a la procesión del patrón acompañada del cortejo de rigor y la
banda de música, si la había. Avanzando el tiempo, a finales del siglo XIX los
festejos se rodean de nuevas cosas, entre ellas las luchadas, el paseo en la
plaza y sencillos entretenimientos populares, sin faltar los tradicionales
puestos de turrón de tanto arraigo en Tacoronte.
No se sabe desde cuando interviene el factor femenino en la
elección de la más bella del lugar como reina de la fiesta. Los datos más
antiguos que hemos podido encontrar se remontan a la década de los años
treinta, hasta el 18 de julio de 1936. Son años de mucha actividad
cultural-musical a cargo de las sociedades recreativas más importantes del
municipio: el Círculo Minerva y la Unión y Recreo, desplegando esta última
bastante animación. El Carnaval es por entonces una celebración abierta y sin
restricción que tiene su mejor exponente en los bailes del Hotel Camacho y las
sociedades ya citadas. Respecto al aliciente femenil como objeto de distinción
sólo encontramos noticias a partir del mes de octubre de 1933:
“Baile el 15 de octubre en honor de las “misess” de esta ciudad
y en cuya fiesta se les hará un Regalo a las chicas que actuaron en el cuadro
artístico de esta sociedad (Unión y Recreo, de El Cantillo)…”
“También se acordó hacerle un regalo el mismo día que a las
anteriores a “Miss Cantillo” proclamada “Miss Tacoronte”.
En las veladas de tarde y noche los socios pagaban 1’50 pesetas
y los transeúntes 2’50, y en los matineés, 0’50 y 1’00 pesetas respectivamente.
Los “asaltos” eran bailes vespertinos que se celebraban con frecuencia, además
del citado matineé, baile de la flor, baile con refresco, concurso de trajes de
cuatro pesetas, elección de miss ojos, miss Unión y Recreo, miss Tacoronte,
miss verano, miss fiesta de septiembre. Por la fiesta del Cristo las veladas
bailables tenían lugar en los claustros del ex convento, en el Hotel Camacho y
en el cine Metropolitano. Los matineés se daban todos los días festivos; en los
bailes con refresco se daba esta bebida a los asistentes, y en el concurso de
trajes de cuatro pesetas eran protagonistas las señoritas del pueblo y de
fuera.
En 1934 era ostensible la competencia entre el Hotel Camacho y
la sociedad Unión y Recreo, en disputa por la mejor organización de bailes y
festejos. Por la época se celebraba la fiesta en honor de Nuestra Señora del
Carmen con verbena en los claustros del que fue edificio conventual, ocupado
por el Consistorio desde un siglo atrás.
El año 1935 es importante en muchos sentidos. Por el mes de
marzo se elige a miss Tacoronte y resulta agraciada Catalina Álvarez Padrón.
Las candidatas lucían bandas pintadas por la señorita María Rosa Afonso
Barreto. En la elección de la más guapa de la fiesta septembrina se invita a
varias misses: Esperanza Ramiro Álamo, de La Laguna; Carmita Pérez Álvarez, del
Círculo Minerva; Conchita Querós, miss Verano; y la mencionada Catalina Álvarez
Padrón, que tomaría parte en el concurso de Miss Tenerife organizado por el
popular diario “La Prensa”. Este certamen tuvo lugar en el mes de abril en el Casino
y en el Teatro Guimerá de la capital tinerfeña, en el que desfilaron las
máximas bellezas de Santa Cruz, Puerto de la Cruz, La Orotava, La Laguna,
Güímar y Tacoronte, alzándose con el cetro por aclamación la representante de
la capital, Alicia Navarro Cambronero, que en adelante superó las eliminatorias
para convertirse sucesivamente en miss Canarias, miss España y miss Europa.
La ciudad de Tacoronte quiso rendir un homenaje a la máxima
belleza europea y para obsequiarla organiza una cena-baile en el Hotel Camacho
a instancias de la sociedad Unión y Recreo. Para el recibimiento de la
distinguida dama interviene la banda municipal de música, que da un concierto
en la glorieta del hotel. El cubierto de la cena costaba 10 pesetas,
prohibitivo para muchos, y el beneficio obtenido sería para el Asilo de
Ancianos. Previamente se había inaugurado el primer campo de fútbol de
Tacoronte, situado en la zona de Waque, actuando como madrina del equipo
representativo Catalina Álvarez Padrón y como madrina de honor Alicia Navarro
Cambronero.
Hasta el mes de mayo de 1936 la elección de misses en Tacoronte
copa el interés de las sociedades recreativas. La Unión y Recreo organiza la
elección de su miss y la del pueblo. En el escrutinio del certamen para
designar a miss Unión y Recreo intervienen por primera vez señoritas del lugar,
a saber: Onelia Acosta, Mercedes Hernández y Catalina Álvarez Padrón. El empate
resultante se deshizo en una matineé posterior, pero nada se sabe de la
identidad de la galardonada.
Razonables indicios y la ausencia de noticias sobre el asunto
apuntan a que durante los años de la guerra y de la posguerra no se celebrara
ningún tipo de elección, y así llegamos a la fiesta del Cristo de 1957 en la
que se elige reina a la señorita María Dolores Marrero Hernández, de 16 años de
edad. En abril de 1959, en el certamen de reina de la Fiesta de la Flor de
Santa Cruz de Tenerife, representa a la ciudad de Tacoronte la bella joven
Carmen Padrón Blanco, de El Cantillo. Pero en esta época no se tienen a mano
todos los detalles, ni nadie, que se sepa, ha guardado registro de estos actos
festeros que se adornan de la belleza femenina.
En 1961 se celebra en el cine Capitol de Tacoronte el primer
festival de exaltación a la Vendimia, que incluye la elección de su reina y que
tendría continuidad en el tiempo.
A comienzos de la década de los años setenta (1970), la
celebración en torno al Cristo de los Dolores es motivo de evocación por
distinguidos vecinos que ya no están entre nosotros, entre ellos José Morales Clavijo,
que habiendo nacido en Santa Cruz fue tacorontero por los cuatro costados. Con
fina expresión elogia a la ciudad-campo que repetidamente define como “cascada
verde desde el monte hasta el mar, cascada única donde la múltiple y rica gama
de los verdes se hace poema, oración y plegaria, como único es su Cristo de los
Dolores de penetrante mirada… Por todo ello, sólo deseamos que nuestra palabra
humilde, sincera y emocionada, llegue a Él. Sólo a Él”.
Generoso, como pocos, con esta tierra fue José Ángel Castro
Fariñas, de ilustre linaje local, que nos deleitaba con prosa galana: “Es como
si aflorase, también cada año en septiembre, un conmovedor sentido de la
amistad, de la ternura por aquél que padeció por nosotros; algo así como una
vibración que encuentra su eco, una simple palabra que le es dirigida y obtiene
la réplica desleída… como si, de pronto, muchos interrogantes, llevados y
traídos a lo largo del año, puedan hallar respuesta… Septiembre volverá a
pasar, y, con él, la fiesta —que no la veneración—, pero, como la fiesta es luz
del alma, pasa iluminándolo todo y dejando una estela de ilusiones”.
Con referencia a las reinas elegidas en las galas de arte de la
fiesta del Cristo, que en realidad son consideradas las de mayor rango en el
pueblo,
La joven Talía María Delgado Mejías, reina de la fiesta del
Cristo 2006, se alzó también con el título de Miss Norte entre 25 aspirantes en
una gala celebrada en La Matanza en el mes de julio de 2009.
La señorita Vanesa Mendoza fue coronada “Guapa 1997” en un certamen
celebrado en abril en el teatro-cine Capitol, dentro de los actos programados
para conmemorar el quinto centenario del municipio de Tacoronte. La joven
representaría a la ciudad en el concurso de reina del Turismo.
El máximo galardón para una mujer tacorontera en toda la
historia del pueblo lo consigue María Inmaculada González Hernández, reina de
la fiesta del Cristo 1999, que fue elegida Miss Tenerife y Miss Simpatía entre
15 candidatas en el certamen celebrado en El Sauzal en enero del año 2000.
Representaría a la Isla en la disputa por el título de Miss España.
Otro capítulo no menos importante que el reinado de los festejos
es el de pregoneros y mantenedores, dado el componente cultural que lleva
consigo. Primeramente eran los propios alcaldes los que anunciaban la fiesta
encabezando el programa de actos con un escrito. Más tarde los pregones se
hicieron radiofónicos hasta que a mediados del siglo XX comienzan a intervenir
personas ilustradas y de cierto prestigio para ensalzar la historia y datos más
relevantes del lugar. En los pregones radiados solían intervenir el alcalde, el
párroco y otras personas vinculadas con la cultura. En este caso citamos a
quienes se prodigaron a través de las ondas: Antonio Abdo Pérez, Alfonso
García-Ramos y Fernández del Castillo, Otilia López Palenzuela, Enrique Roméu
Palazuelos, Carmelo García Cabrera, Hermógenes Pérez Acosta, Manuel Barrios
Díaz, Hildebrando Padrón Rey, Luis Diego Cuscoy, José Morales Clavijo,
Inocencio Rodríguez Guanche, Gilberto Alemán de Armas.
Además de los citados, puede considerarse que hubo otros
pregoneros excepcionales que dejaron su impronta en muchas veladas y programas,
citando como más relevante a Emeterio Gutiérrez Álbelo, eminente poeta icodense
que ejerció varios años como maestro nacional en la escuela de Agua García. Es
sin duda el pregonero más sensible y significativo de Tacoronte por su devoción
al Cristo de los Dolores y por su admiración sobre la campiña del municipio,
asuntos que le llevaron a componer bellas páginas líricas. Su antología poética
forma parte del patrimonio cultural de Canarias….”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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