domingo, 24 de septiembre de 2017

FIESTA DEL CRISTO DE LOS DOLORES, AL ABRIGO DE UN PAISAJE VIÑADOR



El amigo de la ciudad Tacoronte; NICOLÁS PÉREZ GARCÍA, remitió entonces (18/09/2010) estas notas que tituló: “FIESTA DEL CRISTO DE LOS DOLORES, AL ABRIGO DE UN PAISAJE VIÑADOR”.
Publicadas en LA PRENSA EL DÍA (Santa Cruz de Tenerife), el día 18 de septiembre del 2010“…Una vez más el pueblo de Tacoronte vive y siente la celebración más importante del año, la fiesta mayor en honor del Santísimo Cristo de los Dolores. Y también, con el estío vencido, en la pródiga campiña del municipio otra fiesta convoca a los viñateros en la cascada de viñedos que viste de verde las medianías: la alegre y enjundiosa vendimia. Es labor inexorable de la naturaleza el que maduren las uvas a su tiempo, aunque nos parezca increíble cuando en el albor de la primavera vemos como florecen las parras y dan paso a esas diminutas cuentecillas que evolucionan al envero para sazonar en el tiempo veraniego, hasta madurar cuajadas de néctar. Será en el incipiente otoño cuando las ubres enracimadas eclosionen pletóricas en sombríos lagares preconizando el vino nuevo y vigoroso.
Entre marjales sarmentosos se esfuerza el viñador empeñado en la zafra más importante mientras la plaza se embulle en un trajín de esparcimiento y animación. Es el campo y es la ciudad, como la cumbre y el mar, que llegan a fundirse en armonía para ofrecer un bello conjunto. Es el ambiente cotidiano de cada septiembre con su historia particular, con historias no escritas aunque no anónimas por el protagonismo efímero de tantos vecinos que roban tiempo a su tiempo para echar una mano en el momento preciso, y también el protagonismo del agricultor, que concluyendo la dura jornada y aún con sudor en su frente no deja de rendir su personal homenaje al Cristo desclavado. Así ha sido a lo largo de tres siglos y medio en este pueblo de Tacoronte, fiel devoto de su imagen más querida y emblemática, devoción que ha trascendido más allá de sus fronteras.
Podría hablarse de venturosa simbiosis la del Cristo y la secular vendimia que en septiembre inunda de aroma los almijares. En esta época de tránsito estacional el clima se aquieta en la fisonomía rural de Tacoronte para favorecer las últimas faenas agrícolas, en tanto que la estrella canicular languidece con los últimos aleteos estivales y la naciente otoñada atempera y refresca la tierra labrantía. Las primeras lluvias coadyuvan al aclareo de los mostos que se catan y degustan por San Martín y San Andrés.
Nuestros ancestros entendieron el lenguaje gráfico de una efigie que transmite la expresión serena y silenciosa de un Cristo que sin palabras llega a lo más hondo del alma. Hoy como ayer miles de feligreses reviven aquellos sentimientos y los hacen suyos para rendirle honores en su altar mayor, pero con mayor énfasis en los caminos del pueblo, en las cuatro salidas procesionales desde el santuario que fue templo del antiguo convento de San Agustín.
Recorriendo tiempos pasados para desenmarañar la historia, traemos a estas páginas un pequeño pasaje del setecientos, el llamado Siglo de las Luces. El núcleo principal del pueblo estaba en la iglesia de Santa Catalina y sus aledaños, y en la calle Calvario hasta el enclave donde se yerguen las dos alhóndigas del Pósito. Según aparece en una publicación, en el año de 1747 el lugar de Tacoronte cuenta con tercio de milicias, que con el de Güimar y el de La Laguna participa el 29 de mayo de dicho año en los actos de proclamación de Fernando VI como rey, con celebraciones en Santa Cruz y La Laguna, donde presidió el obispo don Juan Francisco Guillén.
Rey y obispo citados aparecen en un pequeño relato del cuadrante de misas cantadas de la iglesia de Santa Catalina, con motivo de la toma de posesión de un párroco que fue muy importante en el pueblo a lo largo de 40 años de ministerio sacerdotal: “José Antonio Fernandez de Ocampo, abogado de los Reales Consejos, tomó posesion como beneficiado de la parroquia de Stª Catalina, el 18 de marzo de mil setecientos cincuenta, en virtud que […] le dio Su Majd el Sor Ferndº el Sexto que Dios guarde en doce de henero de dicho año por la Consulta que hiso el Yltmº Sor Dn Juan Francº Guillen, Dignmº obpô destas Yslas mi Señor”.
En este siglo XVIII se dan pocas noticias sobre el Cristo de los Dolores, puesto que la imagen no está del todo en el ámbito popular, sino que gira bajo la custodia de los religiosos profesos de la casa conventual y el patronazgo de los sucesores de los Pereyra de Castro. Fundadamente se supone que cada tercer domingo de septiembre se saca la talla en procesión, tal como quedó estipulado en el convenio establecido el 30 de enero de 1662 entre el prior, sacerdotes y frailes agustinos del convento y los compatronos del mismo, capitanes Diego y Tomás Pereyra de Castro, tío y sobrino. En el documento suscrito por el escribano público Matías Oramas de Villarreal, que consta de 21 artículos, el 15º dice:
“Que en el día domingo primero después de la Exaltación de la Cruz (14 septiembre) se ha de celebrar fiesta a la santa imagen con procesión y sermón, vísperas y toda solemnidad…”
En las fiestas de antiguo los actos se limitaban a la función religiosa y a la procesión del patrón acompañada del cortejo de rigor y la banda de música, si la había. Avanzando el tiempo, a finales del siglo XIX los festejos se rodean de nuevas cosas, entre ellas las luchadas, el paseo en la plaza y sencillos entretenimientos populares, sin faltar los tradicionales puestos de turrón de tanto arraigo en Tacoronte.
No se sabe desde cuando interviene el factor femenino en la elección de la más bella del lugar como reina de la fiesta. Los datos más antiguos que hemos podido encontrar se remontan a la década de los años treinta, hasta el 18 de julio de 1936. Son años de mucha actividad cultural-musical a cargo de las sociedades recreativas más importantes del municipio: el Círculo Minerva y la Unión y Recreo, desplegando esta última bastante animación. El Carnaval es por entonces una celebración abierta y sin restricción que tiene su mejor exponente en los bailes del Hotel Camacho y las sociedades ya citadas. Respecto al aliciente femenil como objeto de distinción sólo encontramos noticias a partir del mes de octubre de 1933:
“Baile el 15 de octubre en honor de las “misess” de esta ciudad y en cuya fiesta se les hará un Regalo a las chicas que actuaron en el cuadro artístico de esta sociedad (Unión y Recreo, de El Cantillo)…”
“También se acordó hacerle un regalo el mismo día que a las anteriores a “Miss Cantillo” proclamada “Miss Tacoronte”.
En las veladas de tarde y noche los socios pagaban 1’50 pesetas y los transeúntes 2’50, y en los matineés, 0’50 y 1’00 pesetas respectivamente. Los “asaltos” eran bailes vespertinos que se celebraban con frecuencia, además del citado matineé, baile de la flor, baile con refresco, concurso de trajes de cuatro pesetas, elección de miss ojos, miss Unión y Recreo, miss Tacoronte, miss verano, miss fiesta de septiembre. Por la fiesta del Cristo las veladas bailables tenían lugar en los claustros del ex convento, en el Hotel Camacho y en el cine Metropolitano. Los matineés se daban todos los días festivos; en los bailes con refresco se daba esta bebida a los asistentes, y en el concurso de trajes de cuatro pesetas eran protagonistas las señoritas del pueblo y de fuera.
En 1934 era ostensible la competencia entre el Hotel Camacho y la sociedad Unión y Recreo, en disputa por la mejor organización de bailes y festejos. Por la época se celebraba la fiesta en honor de Nuestra Señora del Carmen con verbena en los claustros del que fue edificio conventual, ocupado por el Consistorio desde un siglo atrás.
El año 1935 es importante en muchos sentidos. Por el mes de marzo se elige a miss Tacoronte y resulta agraciada Catalina Álvarez Padrón. Las candidatas lucían bandas pintadas por la señorita María Rosa Afonso Barreto. En la elección de la más guapa de la fiesta septembrina se invita a varias misses: Esperanza Ramiro Álamo, de La Laguna; Carmita Pérez Álvarez, del Círculo Minerva; Conchita Querós, miss Verano; y la mencionada Catalina Álvarez Padrón, que tomaría parte en el concurso de Miss Tenerife organizado por el popular diario “La Prensa”. Este certamen tuvo lugar en el mes de abril en el Casino y en el Teatro Guimerá de la capital tinerfeña, en el que desfilaron las máximas bellezas de Santa Cruz, Puerto de la Cruz, La Orotava, La Laguna, Güímar y Tacoronte, alzándose con el cetro por aclamación la representante de la capital, Alicia Navarro Cambronero, que en adelante superó las eliminatorias para convertirse sucesivamente en miss Canarias, miss España y miss Europa.
La ciudad de Tacoronte quiso rendir un homenaje a la máxima belleza europea y para obsequiarla organiza una cena-baile en el Hotel Camacho a instancias de la sociedad Unión y Recreo. Para el recibimiento de la distinguida dama interviene la banda municipal de música, que da un concierto en la glorieta del hotel. El cubierto de la cena costaba 10 pesetas, prohibitivo para muchos, y el beneficio obtenido sería para el Asilo de Ancianos. Previamente se había inaugurado el primer campo de fútbol de Tacoronte, situado en la zona de Waque, actuando como madrina del equipo representativo Catalina Álvarez Padrón y como madrina de honor Alicia Navarro Cambronero.
Hasta el mes de mayo de 1936 la elección de misses en Tacoronte copa el interés de las sociedades recreativas. La Unión y Recreo organiza la elección de su miss y la del pueblo. En el escrutinio del certamen para designar a miss Unión y Recreo intervienen por primera vez señoritas del lugar, a saber: Onelia Acosta, Mercedes Hernández y Catalina Álvarez Padrón. El empate resultante se deshizo en una matineé posterior, pero nada se sabe de la identidad de la galardonada.
Razonables indicios y la ausencia de noticias sobre el asunto apuntan a que durante los años de la guerra y de la posguerra no se celebrara ningún tipo de elección, y así llegamos a la fiesta del Cristo de 1957 en la que se elige reina a la señorita María Dolores Marrero Hernández, de 16 años de edad. En abril de 1959, en el certamen de reina de la Fiesta de la Flor de Santa Cruz de Tenerife, representa a la ciudad de Tacoronte la bella joven Carmen Padrón Blanco, de El Cantillo. Pero en esta época no se tienen a mano todos los detalles, ni nadie, que se sepa, ha guardado registro de estos actos festeros que se adornan de la belleza femenina.
En 1961 se celebra en el cine Capitol de Tacoronte el primer festival de exaltación a la Vendimia, que incluye la elección de su reina y que tendría continuidad en el tiempo.
A comienzos de la década de los años setenta (1970), la celebración en torno al Cristo de los Dolores es motivo de evocación por distinguidos vecinos que ya no están entre nosotros, entre ellos José Morales Clavijo, que habiendo nacido en Santa Cruz fue tacorontero por los cuatro costados. Con fina expresión elogia a la ciudad-campo que repetidamente define como “cascada verde desde el monte hasta el mar, cascada única donde la múltiple y rica gama de los verdes se hace poema, oración y plegaria, como único es su Cristo de los Dolores de penetrante mirada… Por todo ello, sólo deseamos que nuestra palabra humilde, sincera y emocionada, llegue a Él. Sólo a Él”.
Generoso, como pocos, con esta tierra fue José Ángel Castro Fariñas, de ilustre linaje local, que nos deleitaba con prosa galana: “Es como si aflorase, también cada año en septiembre, un conmovedor sentido de la amistad, de la ternura por aquél que padeció por nosotros; algo así como una vibración que encuentra su eco, una simple palabra que le es dirigida y obtiene la réplica desleída… como si, de pronto, muchos interrogantes, llevados y traídos a lo largo del año, puedan hallar respuesta… Septiembre volverá a pasar, y, con él, la fiesta —que no la veneración—, pero, como la fiesta es luz del alma, pasa iluminándolo todo y dejando una estela de ilusiones”.
Con referencia a las reinas elegidas en las galas de arte de la fiesta del Cristo, que en realidad son consideradas las de mayor rango en el pueblo,
La joven Talía María Delgado Mejías, reina de la fiesta del Cristo 2006, se alzó también con el título de Miss Norte entre 25 aspirantes en una gala celebrada en La Matanza en el mes de julio de 2009.
La señorita Vanesa Mendoza fue coronada “Guapa 1997” en un certamen celebrado en abril en el teatro-cine Capitol, dentro de los actos programados para conmemorar el quinto centenario del municipio de Tacoronte. La joven representaría a la ciudad en el concurso de reina del Turismo.
El máximo galardón para una mujer tacorontera en toda la historia del pueblo lo consigue María Inmaculada González Hernández, reina de la fiesta del Cristo 1999, que fue elegida Miss Tenerife y Miss Simpatía entre 15 candidatas en el certamen celebrado en El Sauzal en enero del año 2000. Representaría a la Isla en la disputa por el título de Miss España.
Otro capítulo no menos importante que el reinado de los festejos es el de pregoneros y mantenedores, dado el componente cultural que lleva consigo. Primeramente eran los propios alcaldes los que anunciaban la fiesta encabezando el programa de actos con un escrito. Más tarde los pregones se hicieron radiofónicos hasta que a mediados del siglo XX comienzan a intervenir personas ilustradas y de cierto prestigio para ensalzar la historia y datos más relevantes del lugar. En los pregones radiados solían intervenir el alcalde, el párroco y otras personas vinculadas con la cultura. En este caso citamos a quienes se prodigaron a través de las ondas: Antonio Abdo Pérez, Alfonso García-Ramos y Fernández del Castillo, Otilia López Palenzuela, Enrique Roméu Palazuelos, Carmelo García Cabrera, Hermógenes Pérez Acosta, Manuel Barrios Díaz, Hildebrando Padrón Rey, Luis Diego Cuscoy, José Morales Clavijo, Inocencio Rodríguez Guanche, Gilberto Alemán de Armas.
Además de los citados, puede considerarse que hubo otros pregoneros excepcionales que dejaron su impronta en muchas veladas y programas, citando como más relevante a Emeterio Gutiérrez Álbelo, eminente poeta icodense que ejerció varios años como maestro nacional en la escuela de Agua García. Es sin duda el pregonero más sensible y significativo de Tacoronte por su devoción al Cristo de los Dolores y por su admiración sobre la campiña del municipio, asuntos que le llevaron a componer bellas páginas líricas. Su antología poética forma parte del patrimonio cultural de Canarias….”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

No hay comentarios:

Publicar un comentario