Aniversario de su
fallecimiento. PEDRO GONZÁLEZ ARBELO, más conocido como Pedro "Barreto", nació en la antigua calle Zacarías de La Orotava, el 23 de febrero de 1914, y murió en el
barrio donde vivió y empezó su industria, Los Cuartos, el 27 de septiembre
2011.
Conocí a maestro Pedro “Barreto” en 1961
-tenía un servidor 10 años-, con ocasión de la primera pavimentación que se le
hizo a la histórica plaza de Franchi Alfaro, con grandes losetas hexagonales
blancas, negras y encarnadas. Don Pedro fue un hombre sencillo, trabajador y
emprendedor, que empezó en la construcción como peón en el bastimento de la
famosa Charca de los Ascanio, cuando vestía aún pantalones cortos.
Como tantos otros, fue movilizado para
la guerra incivil española. En 1936, aprovechando un permiso durante la
contienda, contrajo matrimonio con María Yumar Perdigón, que lo haría padre de
siete hijos, dos mujeres y cinco varones.
Al concluir la incivil guerra y
restablecido de los horrores del campo de batalla –gracias a los cuidados del
prestigioso psiquiatra valenciano Juan José López Ibor– empezó a trabajar de
albañil, hasta que montó una fábrica para producir mosaicos, granitos y
mármoles. Nunca conoció la escuela oficial, aprendió por cuenta propia. Jugó al
fútbol, en la ¿U.D.? Orotava, recibiendo un homenaje por ser el jugador más
veterano en su momento.
Al principio de la década de los sesenta
del siglo XX, conjuntamente con sus hijos José Pedro y Rigoberto, montó su
industria de “marmoleo” en unos solares ubicados en el popular barrio de Los
Cuartos y cedidos por don Antonio Hernández, más conocido por don Antonio el de
Las Tapias. Inició su explotación con una humilde máquina adquirida en pagos a
plazos y que bautizó por el apelativo de “La Milagrosa”.
Con mucho esfuerzo y sacrificio, la empresa fue
creciendo en lo material, en lo humano y en lo familiar. Se incorporan sus
hijos: Orlando, Lolo y Franci, además de Javier, esposo de su hija; y ofrece empleo,
durante el último medio siglo, a un centenar de operarios, fabricando millares
de lápidas y encimeras, así como todo tipo de suelos y recubrimientos para
paredes y escaleras.
De Los Cuartos al lugar de La
Orotava conocido por La Cancela, cerca de la Cruz del
Teide, se ubica definitivamente la empresa, la catedral del mármol, con nuevas
máquinas y nueva tecnología, adaptada a los nuevos tiempos.
Entre otras muchas, su empresa llegó a
construir la torre de la iglesia parroquial de La Guancha; equipar de
mármol y granito los Hogares de Santa Rita del Puerto de la Cruz, del
recordado padre Antonio María Hernández. Además de colaborar con la
construcción y reforma de la capilla de El Durazno y de las iglesias de Punta
Brava, El Rincón, Barranco de la Arena, San Bartolomé y La Luz; así
como varios hoteles portuenses, como el Interpalace o el Tenerife Playa.
Su hijo mayor, José Pedro, siguió la
pista emprendedora paterna y fundó, en 1968, Mármoles Yumar, en El Sauzal.
En La Cancela continuaron con la industria sus hijos Rigoberto,
Orlando, Lolo y Franci, lo que permitió a don Pedro jubilarse tranquilamente y
dedicarse a aprender a tocar la guitarra en el Centro de Mayores de La
Villa, su otro hogar, cofundado junto a otros compañeros la agrupación folclórica
"Volcanes del Teide".
A mi entender, el barrio de Los Cuartos
está en deuda con este hombre —y su señora, fallecida en 2006, una mujer muy
querida por su labor como partera y su disponibilidad para ayudar a quien más
la necesitaba—, que evitó a muchos vecinos el hambre y la miseria en aquella
época tan difícil. Sin embargo, los rectores actuales de la Villa no
han sabido forjarle el merecido homenaje, rotulándole una calle en su nombre, y
eso que la única capilla en honor al Santo Madero y a La
Milagrosa que existe en el lugar fue construida por su estirpe.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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