Por la
fotografía se puede hacer un estudio, con probabilidades de acierto, sobre el
embarcadero «El Penitente», que facilitaba de una manera jamás sospechada la
importación y exportación de las mercancías para el negocio de los Sres. Fyffes
Limited.
Los Señores,
Fyffes fueron en el tiempo, indudablemente, los exportadores de mayor relieve
establecidos en esta región. Convencidos de las múltiples impertinencias a que
están sometidos quienes necesitan de aquellos muelles. Si así puede llamarse a
los dos espigones que como brindando facilidades a los enfurecidas olas para
que penetren en la pequeña bahía y entorpezcan toda operación, construyeron
nuestros antepasados, solicitaron autorización del Ayuntamiento para realizar
por el «El Penitente» las operaciones marinas que su industria requería. Se les
concedió. Así mismo pidieron, e igualmente se les permitió, la instalación en
dicho lugar de dos pescantes que les facilitaran las operaciones de carga y
descarga.
Desde entonces
vienen disfrutando libremente de aquel lugar los Sres. Fyffes, que hicieron que
los hijos de aquel pueblo hayan visto desde tierra y a una distancia de dos
metros de «El Penitente» un vapor cómodamente instalado y efectuando sus
operaciones sin perjuicios de ninguna clase y ventajas muy apetecibles.
El haber
conseguido que en 10 horas se hayan colocado en uno de sus vapores 5 mil bultos
de plátanos, es la prueba más fehaciente de las ventajas que ofrece el
embarcadero que ocupaba. Y, si no fuere suficiente lo que precede para
patentizar sus indiscutibles condiciones reconocidas entonces, diremos que el
vapor Tacoronte», de los mismos señores pues nadie más que ellos disfrutan de
los beneficios de aquel embarcadero -, descargó dos mil sacos de ingredientes
en tres horas, y en una hora y minutos 600 sacos de igual contenido su otro
vapor «Taoro».
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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