El Lockheed Constellation, fue el aparato comercial, con motores de
pistones,de mayores dimensiones, el más potente y también el más caro;
afectuosamente llamado "Connie" fue un avión de cuatro
motores construido por Lockheed en su planta de Burbank, Califonia
(Estados Unidos) entre 1943 y 1958.
Se produjeron un total de 856 naves en cuatro modelos, todos distinguidos
por su elegante fuselaje en forma de delfín y su empenaje de triple cola.
Fue usado tanto en aerolíneas civiles como en el transporte militar y
también fue el transporte presidencial del presidente Eisenhower. Fue considerado como uno de los aviones más
hermosos.
El amigo desde la infancia de la Villa de La Orotava; EVARISTO FUENTES
MELIÁN “ESPECTADOR” remitió entonces (23/10/2013) estas notas: “…a raíz
del accidente de una avioneta en el monte de La Orotava, me acordé de que
en 1960 un amigo mío, Juan José, con una avioneta del Aéreo Club, cayó a tierra
de modo similar, entre nubes, en unos andurriales entre Bajamar y Las Mercedes.
Todavía vive, aunque anda un poco cojo y en tratamiento psiquiátrico.
El primer avión caza de guerra, de propulsión a
chorro, que atravesó los cielos de Santa Cruz sobre la plaza Weyler fue a
principios del verano de 1955. Y el primer helicóptero que violó varias veces
los tranquilos cielos del Valle de La Orotava lo hizo también en 1955, en el
mes de octubre. Una de las veces se posó en la arena de la playa de Martiánez,
invitó a subir a una señorita bañista, ésta aceptó, le dio un voltio por los
azulados cielos de los alrededores y la trajo de nuevo a la playa. Yo fui
testigo. Hoy aquella señorita es abuela.
Empecé a coger miedo a volar cuando iba por motivos de
trabajo (1973-1976) al aeropuerto de El Hierro, antes de la ampliación de la
pista. Fui un par de veces con un compañero, Andrés, y nos daba tanto erote
(miedo, en idioma "canario antiguo") que, cuando el avión foker
maniobraba en curva para desviarse de la montaña ubicada delante mismo de la
cabecera oeste de la pista herreña, nos inclinábamos instintivamente para un
lado, como si fuera una clase de práctica de lo que nos había enseñado el profe
de Mecánica respecto de las fuerzas centrífuga y centrípeta. Pero el miedo se
convirtió en pánico funcional cagalitroso (ustedes me entienden) el día en que
una azafata nos dijo que, según el argot de los pilotos, en El Hierro había que
botarse, ¡dejar caer el avión! Al poco tiempo tuve que ir a Madrid y fui en
barco hasta Algeciras y, como tenía prisa, desde allí cogí un taxi hasta la
capital.
Recuerdo otros accidentes con secuelas: Un avión DC-6B
(cuatro hélices), que traía al CD Málaga, se quedó corto y aterrizó a la altura
de donde hoy está el Padre Anchieta. Fue el sábado 29 de septiembre de 1956,
antes de la obra de prolongación de la pista. Pasajeros y tripulantes
sobrevivieron todos. El partido de segunda Tenerife-Málaga se atrasó dos días,
pero los del Málaga -averigüe usted el motivo- dieron más leña que un palo a
una estera. Hubo otro accidente en mayo de 1965: un Super Constellation (cuatro
hélices como el DC-4, pero algo más rápido) aterrizó con niebla contra una
máquina que estaba trabajando en las obras de ampliación de la pista. Hubo
muertos y supervivientes. Una de las fallecidas, María Corina, regresaba de
Madrid, de comprar cosas del ajuar de su boda. También se accidentó un DC-3
(dos hélices), que amerizó junto a la costa de El Sauzal, en septiembre de
1966. Uno de los pasajeros, Fernando, trabajó después conmigo. Caminaba
lentamente y se le notaba algo de tartamudez. ¿Fueron secuelas del
accidente?...”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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