La crítica de arte Galguén: “…Destina estas notas a la que ha sido y será la
primera lectora de una admirable y común historia, la que, a lomos del siglo,
cumplió un hombre sensible, cordial, que no perdió humor ni compostura en
ningún trecho de la vida; inquieto, curioso, que miró al mundo con sorpresa,
ilusión y agradecimiento. Esa primera lectora es Juanita Rodríguez, la viuda de
Máximo Escobar. Gracias al celo de Juanita Rodríguez, fue posible la redacción
de estos apuntes. Para su mejor lectura son precisas algunas advertencias: la
primera, que se trata de una tarea de muchas manos, porque se ampara en todos
los trabajos periodísticos sobre Máximo Escobar, reunidos por su viuda, con los
que reconstruimos sus pasos humanos y artísticos; la segunda es la abundancia
de fragmentos entrecomillados, que recogen las opiniones del pintor, tanto En
publicaciones en cartas y documentos personales; y tercera y última, que en ese
viaje por los caminos de Escobar, incluimos nuestra posición sobre su vida y su
obra, al hilo de los hechos que Máximo, Juanita o los colegas de prensa fueron
apilando…//..
Hoy, como ayer y quizás mañana, sigo apostando por la libertad del espectador
frente al totalitarismo de la crítica; los popes oficiales de ahora dictaminarán,
sobre el papel, los rumbos y las modas, y arras no leerán esas opiniones o
disentirán sin debate. Siempre ha sido así. Con este introito presento y reitero,
como otros colegas, el puesto de Máximo Escobar en el panorama plástico
canario, por la originalidad de sus elecciones y la dignidad con que resolvió
sus cuadros, por la espiritualidad que trasuntan sus desnudas estampas majoreras
y el misterio de sus brumas norteñas, por sus agrupaciones de figuras pobres,
con unción religiosa y temple histórico, por sus atrevidos floreros y el pulido
cubismo de sus bodegones cerámicas.
Entramos a relatar una excelente colección fruto de la esmerada observación
de la realidad y de la extraordinaria labor artística que tanto caracterizó a
Máximo Escobar, nacido en el Puerto de La Cruz en el año 1903 y fallecido en La
Orotava en el año 1985. Tratase de un artista integrante de un colectivo que
empezó a latir en La Orotava mejor dicho en el Valle al principio del siglo XX,
una sugerencia que sirve a la vez, como cómputo y revisión del significado a
parecer de un colectivo nacido en la orotavense Academia Municipal de Dibujo,
que fundara el insigne maestro Don José María Perdigón, o en algún taller del
Puerto de la Cruz, en los que se formaron unos jóvenes artistas que no
originaron ningún movimiento o escuela definida, solo quedaron en el anonimato,
cuya fama traspasó a la Villa en la confección y realización de los tapices
florales de su Corpus, no cabe duda que a pesar de este arte fugaz y divino que
adorna las pinas calles de La Orotava en un día de gloria y de fe, fecundó en
estos enigmático creadores; la naturaleza, el paisaje, la sismología, la
virtuosidad cosmopolita, la figuración y la sotistificación intelectual,
elementos armónicos constantes que integraron el discurso de esa generación,
que debería renacer a la inmortalidad. Así pues de este colectivo
destacamos al pintor poco conocido en estos lares Máximo Escobar nacido el 29
de mayo de 1903, en unos de los rincones más bellos del Puerto de La Cruz,
conocido por Las Veguetas, deslinde con la playa villera del Bollullo. Educado
en la Villa en el Colegio de San Isidro con los Hermanos de la Salle, en cuya
clase de dibujo se ausentaba del cansancio y del aburrimiento, y que además
aprendió las matrices de la pintura, el manejo de los pinceles y combinaciones de
colores de la maestra portuense Adela Miranda discípula de Bonnín, y más tarde
las perspectivas geométricas de dibujo en Santa Cruz con un artista notable, el
escultor Alfonso Reyes. Su última enseñanza la recibió del maestro por
antonomasia, aquel que enseña desinteresadamente, y que jamás pretende influir
en el alumno de modo alguno: la Naturaleza.
En el pueblo de Santa Úrsula desplegó una gran actividad en torno a su
Casino, donde dejó unos murales decorativos en su salón de baile, y donde
conoció a la que iba a ser su compañera en la vida Juanita Rodríguez Gómez, con
la que contrajo matrimonio el 18 de abril de 1936. Entre el paréntesis y la
represión de la guerra civil y el éxito del militarismo del bando nacional
regresa a la Orotava como contable de la explotación agrícola de la familia
Suárez, reuniéndose con sus viejos amigos contertulios de la vanguardia
literaria y periodística de La Voz del Valle y El Norte, volviendo una vez más
al arte alfombrístico, tradición más hermosa de Canarias, para finalizar como
funcionario de la ONCE y el irse a vivir a Santa Cruz, porque allí sus
aficiones artísticas podrían encontrar mejores estímulos, y en la capital
tinerfeña creó su propio taller “La Cuadra”, en una ciudadela del Barrio del
Toscal, concretamente en la calle de San Miguel, falleciendo el 19 de octubre
de 1985.
Máximo Escobar era un pintor con delicadeza, temperamento, titubeos y
sensibilidad. Entre sus obras más importantes destaca “Paisaje del Ortigal”,
desde luego su mejor paisaje, en el que se entrevé una emocionada lucha con la
forma y la luz. Los acordes plásticos, en los que intervienen todos los matices
y las mezclas más atrevidas, entonan ambiente todo el lienzo. Otra obra de
envergadura “El Embarcadero de Morón” nota de color que recoge un
paisaje tropical. Los colores puros que se emplean, sobre todo en el agua,
llegan a “chillar”, pero la naturaleza del tema lo requiere. Y por ultimo
“Otoño” es un cuadro de árboles, esos árboles que Escobar pintaba con devoción.
Máximo Escobar según el periodista Luís Ortega Abraham; es la originalidad
de sus elecciones, la dignidad con que resolvió sus cuadros, la espiritualidad
que trasuntan sus desnudas estampas majoreras, el misterio de sus brumas
norteñas, sus agrupaciones de figuras pobres, con unción religiosa y temple
histórico, sus atrevidos floreros y el pulido cubismo de sus bodegones
cerámicos.
En el año 1903, concretamente el día 19 de mayo, el matrimonio de Juan
Escobar Rodríguez y María Martín Morales aumentó con el undécimo hijo. Máximo
Escobar Martín nació en Las Veguetas, Puerto de la Cruz, donde su padre se
dedicaba a la administración de fincas. En el año 1928 publica su primer
artículo en La Voz del Valle. En el año 1932, entró en la redacción de El
Norte, editado en La Orotava. En el año 1936, el día 18 de abril, en el Juzgado
de Santa Úrsula, contrajeron matrimonio Máximo Escobar Martín y Juanita
Rodríguez Gómez. La pareja residió al principio en el domicilio de los padres
del pintor, en esta localidad tinerfeña. En el año 1948, primer premio de
pintura para noveles en el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife.
En el año 1950, interviene en la Exposición Regional de Mayo y en el homenaje
al crítico Sebastián Padrón Acosta. En el año 1952, fundación del estudio «La
Cuadra», con Juan Galarza y los escultores Roberto Barrera. En el año 1957,
segunda estancia cubana y, patrocinadas por el Ministerio de Educación,
exposiciones en el Palacio de Bellas Artes y Hotel Nacional, La Habana. En el
año 1959, seleccionado para la colectiva «Las Islas Canarias», que se abrió en
la Biblioteca Española de París. En el año 1960, concursante en la Exposición
Regional; polémica entre artistas y críticos y premio de honor para Pedro
González. En el año 1962, primera individual en el Círculo de Bellas Artes,
Santa Cruz de Tenerife. Personal en el Instituto de Estudios Hispánicos de
Canarias, Puerto de la Cruz. En el año 1963, participación en la muestra
subasta de la Lucha contra el Cáncer. Exposición Regional de Mayo y Colectiva
de Artistas Canarios en el Ateneo de La Laguna. En el año 1966, segunda
individual en el Círculo de Bellas Artes. En el año 1967, primera estancia en
Fuerteventura y exposición en Puerro del Rosario. En el año 1969, individual
en el Círculo de Bellas Artes. El 30 de enero, presentación en Santa Cruz de
Tenerife, del cuadro de actores de la ONCE, con la comedia Alfilerazos, de
Jacinto Benavente. En el año 1970, colectiva a beneficio de la Lucha contra el
Cáncer. En el año 1971, individual en la galería HI-FI, Santa Cruz de Tenerife.
En el año 1973, individual en la Sala de Arte y Cultura de Cajacanarias, La
Laguna. En el año 1974, Inaugura la Sala de Exposiciones del Círculo de Amistad
XII de Enero. En el año 1975, Individual en el Liceo de Taoro, La Orotava. En
el año 1985, el 20 de octubre fallece, contaba ochenta y dos años de edad.
Entre el 15 de diciembre de 1992 y el 5 de febrero de 1993, colectiva «El
arte de los años 60 en Canarias», comisariada por el profesor Fernando Castro
Borrego. Máximo Escobar estuvo representado con cinco óleos entre los que
figuraron La vendimia y La vaca muerta. En el año 1996, monografía de Máximo
Escobar en la Biblioteca de Artistas Canarios, editada por la Viceconsejería
de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias.
El periodista tinerfeño Eliseo Izquierdo decía de Escobar que, con cierto
escepticismo finisecular, entre la multitud atónita ante la caída de los
últimos imperios de las ideas y el nacimiento de nacionalismos viscerales a
uno y otro lado del mar, con el desconcierto ante un reloj que marca horas
distintas (integración, disgregación, regresión), según sea el que lo mire, y
la leve esperanza de un nuevo rumbo, nadie sabe hacia dónde ni para cuándo, la
vida sencilla de Máximo Escobar resulta un espejo para miramos de un modo más
tolerante y objetivo. En tiempos de vacíos ideológicos y estéticos, de ríos
revueltos en que todo es válido con tal de remontar la corriente, la obra de
Máximo Escobar comparece con los raros títulos de la sinceridad, la fidelidad a
su estilo e, incluso, la cordialidad, que es un paño que ha usado el arte,
algunas veces, para testimoniar facetas más gratas de la vida.
«En el mundo cabemos todos: los que van en primera línea, los que hemos
evolucionado, porque hemos querido evolucionar, y los que, ellos sabrán las
razones, se han quedado atrás. No se sorprenda por esta confesión que le hago:
he visto cuadros abstractos que daría no sé qué por tenerlos...».
Habría que buscar en ese espíritu sensible y tolerante la pervivencia de su
recuerdo y el caudal de sus amigos…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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