viernes, 29 de septiembre de 2017

TRINO PERAZA DE AYALA Y RODRIGO VALLABRIGA (1900-1998)



El amigo de la infancia de La Villa de La Orotava: ANTONIO LUQUE HERNÁNDEZ. Remitió entonces (24/03/1999) estas notas que tituló; “TRINO PERAZA DE AYALA Y RODRIGO VALLABRIGA (1900-1998)
Publicadas en EL DÍA, miércoles, 24 de marzo de 1999: “…EL día 3 de diciem­bre de 1998 se extinguió en Madrid la larga y fasci­nante vida de este ilustre canario, nacido en Las Palmas de Gran Canaria el 12 de junio de 1900, de familia hidalga de rancia estir­pe lagunera, ya que desde el siglo XVIII hasta hoy los Peraza de Ayala han tenido su principal resi­dencia en la ciudad de los Ade­lantados. Médico y escritor, estu­dió bachillerato en el lagunero Ins­tituto General y Técnico de Canarias, en aquellos tiempos única ins­titución de ese carácter en el Archipiélago, para después cursar medicina en la Uni­versidad Central. A partir del año 1927, inició su trabajo como médico de Emi­gración, para un año más tarde ingresar en la Marina Civil, y en esa orientación marítima viajera vivió el más largo periodo de su ejercicio profesional, compartido con su intensa vocación literaria.
Durante la guerra civil (1936-1939) por evidentes imperativos permaneció en la Península, donde ejerció como psiquiatra; posteriormente, en 1944, se doctoró en esa rama médica, con la tesis titulada. «De­ficiencias mentales y psicomotoras». Fue luego ayudante en la cátedra madrileña del profesor Laín Entralgo, para más tar­de, pensionado por el Ministerio de Asun­tos Exteriores, ampliar estudios en pres­tigiosos centros europeos y americanos. El doctor Peraza de Ayala, caballero de Mal­ta, perteneció también a la Noble Her­mandad valenciana del Santo Cáliz. Pera­za de Ayala formó parte de entidades cul­turales tan relevantes como la Sociedad de Historia de la Medicina, de la que fue socio fundador, miembro vitalicio de la Real Sociedad Geográfica, y socio de honor de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife e individuo correspondiente de varias academias nacionales y extranjeras. Estaba en pose­sión de importantes condecoraciones, entre ellas la Gran Cruz de Malta al mérito Melitense y la Cruz con banda al mérito Naval. En 1950 contrajo matrimonio con doña Agustina Gómez Bravo y Fernández Daza, exquisita señora, vástago de escla­recidos linajes extremeños y dama de Honor y Devoción en la Orden de Malta, amadrinada en su ingreso por SAR la duquesa de Talavera de la reina, esposa del infante don Fernando de Baviera y Borbón.
A pocas personas le encaja mejor el nombre de polígrafo qué a Trino Peraza de Ayala, médico, marino, poeta, nove­lista, articulista, conferenciante, hombre de muchos saberes, de talante generoso y cordial. Ahora sus ojos se han cerrado para siempre, esos ojos que tanto vieron y tanto supieron ver. Sellada para siempre aquella su enciclopédica memoria plena de recuerdos de - mares lejanos, de paisajes exóti­cos, bellos amaneceres, soles remotos, conmovedores atardeceres, puertos cercanos y puertos distantes, inquietantes ciudades misteriosas y otras transparentes y familiares de puro conocida. Conjunto de saberes colmados de interesantes lances, fastos de gen­tes seductoras y de gentes aburri­das, que de todo hay en la viña del Señor, vivencias que él trató de conservar con la magia de la escritura.
En Madrid, su tiempo se ha acabado, ese tiempo tan largo que consumió en pen­sar y hacer el bien. Ahora hablaremos en pretérito de ese hidalgo que se nos ha ido, venerable y entrañable anciano, que en sus ausencias viajeras conservó y acrecentó su tinerfeñismo. Creo que, desde el más allá, Trino Peraza de Ayala mirará con amor todo aquello que durante casi un siglo constituyó su vida, lo que fue su trabajo y convirtió en hermosa prosa y bella poesía para el deleite de las generaciones veni­deras. Así siento hoy la necesidad de expre­sarle a su viuda mi pesar y darle a él las gracias por su obra…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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