Mi amigo desde la infancia de la Villa de La Orotava; FRANCISCO JAVIER
PÉREZ BAUTISTA, “Quico”, remitió entonces (2017) unos artículos de su hermano
el orotavense FLORENCIO LORENZO PÉREZ BAUTISTA, Doctor en Medicina y Cirugía
por la Universidad de Salamanca, Profesor Adjunto de Medicina en la Universidad
de Salamanca, Toco – ginecólogo y Miembro de Número de la Sociedad Española de
Médicos Escritores: “…La tuberculosis, como la lepra, se
ignora su inicio en la historia. Sin embargo son tan antiguas, de tantos siglos
atrás, que se pierde en la noche de los tiempos.
La denominación de tuberculosis es
relativamente "moderna", Manejando los Diccionarios de los Siglos XV,
XVI Y XVII Y por supuesto, en las centurias
posteriores, fue conocida y reiterada con variedad terminológicas
como "fiebre hética”, "hética”, “tisis”, y al que la padecía, tísica o tísico.
Covarubias en 1611, sobre la palabra “tísica”,
escribió: "enfermedad mortal Que tiene su asiento en los pulmones, y los enfermos se van consumiendo y secando".
En la actualidad, gracias a los
tratamientos con diversos antibióticos y
la mejoría de las condiciones higiénica y socio económicas, ha
disminuido de forma notable. Así, hacia 1940 coincidiendo con la novela -el 80-90% de la
población española universitaria mostraba una reacción positiva a la tuberculina
(testimonio de infección pasada o presente) mientras que en el presente el porcentaje se ha reducido aproximadamente al 25%.
En 1986 se declararon en nuestro país
13.140 casos de T.P, con una incidencia de 11/100.000 habitantes. En cuanto a
las edades, muestra dos picos máximos en el niño menor de 6 años y entre los 15 y los 25 años. La
frecuencia ha aumentado bastante en los ancianos y en los pacientes inmunodeprimidos. Hay
que añadir que también en los que reciben tratamiento con citostáticos y además glucocorticoides. Y no digamos en
los pacientes infectados por el virus V.I.H y SIDA.
Esta novela mía -escribe Cela.-
"tiene mucho y aún más de experiencia
propia". A los 15 años, en 1931,
ingresó en el Real Sanatorio de Guadarrama, {actualmente piedra sobre piedra,
derribado}. La segunda vez, teniendo 26 años, entró en el Nuevo sanatorio de Hoyo
de Manzanares, al norte de la provincia de Madrid. En los años 40 de 1900, se construyeron muchos de estos centros ya que la tuberculosis pulmonar
era muy abundante en España.
Aire puro, sol, reposo y buena y abundante comida era la «terapia" de
entonces. Estos sanatorios, con la incorporación de los antibióticos, dejaron
de existir como tales. Reconvirtiéndose en Residencias para ancianos, colegios públicos, psiquiátricos y hospitales, como en Salamanca, a
unos 5 kilómetros de la capital. En ellos, según el escritor, había
"ruindad, Vileza y violencia",
de la que mis atónitos ojos de entonces fueron testigos. Buscan la compañía
para darse: ánimos mutuamente.
En otro texto, clínico se lee que la
T.P "es una-causa infecciosa importante de mortalidad en los adultos de
todo el mundo y mata alrededor de 1'5
de millones de personas todos los años. Una tercera parte de la población está
infectada. En el año 2006, se estima que hubo a nivel mundial 9,2 millones de
casos nuevos. La incidencia varía ampliamente según el país, la edad, la raza,
el sexo y el nivel socio-económico. La
India y China informaron el mayor
número de casos nuevos, pero Sudáfrica tiene la incidencia máxima: 940/100.000.
De otra parte y curiosamente, los esfenos
tuberculosos, de ambos sexos ante el nulo V pavoroso futuro, más o menos próximo, practican
el acto sexual como el último goce en la Vida, en la poca que les quedaba.
Sacan energías de no sé dónde •. .se lee en cuatro ocasiones.
Primeros años de los 40- coincidiendo con la novela-se
comentaba que la libido era muy exaltada en los tuberculosos de ambos sexos.
Se daba romo
hecho muy cierto. Verdaderamente, patético. Los sueños de hombres y mujeres tísicos eran muy lujuriosos y
descarados. No ocultan tales situaciones diciéndose mutuamente y repetidas
veces, “anoche he soñado con usted”, incluso a los médicos.
Sintomatología.
Se reitera los esputos rojos, suben las décimas y las respiraciones (disnea}, y la
velocidad de sedimentación, preocupación por las bajadas de peso. Les contenta,
por el contrario, las subidas del mismo. Reina la tristeza, la apatía, la falta
de fuerzas. Rezan y
piden a Dios, salud. Les aterra la muerte en plena juventud. La sangre
expulsada por la boca, salía de "romperse las venitas de los
pulmones". Se repiten las copiosas hemoptisis.
Cuentan que son
raras las muertes por hemoptisis Y mata la primavera para el tuberculoso.
Inciten en la tristeza y el pensamiento en una muerte próxima. No tiene fuerzas
para levantarse de la cama. No cesan de toser y escupir sangre. Se consideran “muy
desgraciados".
"El insomnio
atroz" de los enfermos, se combatía ron un hipnótico llamado Farodormo. La
disnea era una constante y no me deja
descansar ni un solo instante, alega una paciente. Los enfermos, en su fase
terminal. Siguen con las hemoptisis. Se encuentran decaídos y muy desesperados,
“dando las boqueadas", entregados a la Muerte "con paz Interior y un dulce bienestar".
Tratamiento quirúrgico. El neumotórax extra pleural. Llamada “monaldi”,
(de Monaldl, célebre cirujano torácico, en 1933), es citado así, en minúscula.
Términos médicos, quirúrgicos como "plastia” “neuma”, son muy reiteradas,
populares, diría yo.
Así romo "neuma
bilateral”.
Sociología. Los
enfermos no tenían nombres, solamente eran señalados por el número de su
habitación.- “la señorita del 37 tuvo dos esputos rojos". Lo que más temen
es la soledad. Piensan en las jóvenes mujeres y muchachas que murieron
solteras. Entre los tuberculosos estaba rigurosamente besarse en la boca, para
no contagiarse más.
De estadística de
enfermos. Dicen lo siguiente: “enfermos ingresados en el último ejercicio, 66. Los que continúan y los procedentes de ejercicios anteriores,
54. Total, 120. Bajan durante el último ejercicio, 66. Especificadas en la forma siguiente: defunción 52, curación
total, 5. Por curación parcial, 9. Crece el número de desequilibrios nerviosos
entre los enfermos". Entre los deberes de las enfermeras era el de tomar
las pulsaciones a determinadas horas". Al tuberculoso lo llaman “enfermos
del pecho”.
En los Sanatorios
estaba rigurosamente prohibido fumar. A la persona que pillaban, la amenazaban
con la expulsión. Había quien, por el vicio, fumaba, argumentando:" no
creo que nadie se enterara y si se enteran ¿cómo me iban a expulsar ahora que tan breves
momentos me faltan ya para rendir mi tributo a la diosa tuberculosis? Y aun
así, me expulsen.
Combatía la tos
con la codeína. Diversas formas. Los enfermos que recibían visitas de familias,
no podían besarles. Un enfermo llega a decir: daría la mitad de lo que tengo por
poder besar a mi hija. Pero mis labios manchan y mi hija vale mucho más que la
mitad de mí fortuna.
Esto era cuando
se desconocía la vía de entrada del bacilo tuberculoso. Sabido es que el contagio llega casi exclusivamente a través de la
inhalación de de partículas transmitidas
por el aire, por la tos, el canto y otras maniobras respiratorias realizadas
con esfuerzo. Dichas partículas pueden permanecer en el aire durante horas, lo
que aumenta el riesgo de diseminación. Su hija pequeña le quiere visitar, pero
se le prohíbe. “Tengo que ser fuerte, está en una edad peligrosa y este
ambiente…”.
Finaliza con la manera de trasladar al cementerio próximo. Hecho que
reitera. Extraemos estas patéticas palabras de un largo parlamento: “La
carretilla marcha por el sendero. La empuja él jardinero en una noche de luna,
que canta en voz baja; el jardinero, como embriagado por aquella paz, entorna
con su media voz de siempre su amoroso y pensativo cantar. La carretilla es de
hierro, de una sola rueda, ya vieja ¡para lo que la usan¡. Cruzado sobre la
carretilla, saliendo por los lados, el ataúd parece, entre las sombras de la
noche, un viejo tronco de encina derribado por un rayo… Dentro, un hombre solo, sin ningún
acompañante que le llore…”.
Ediciones Destino. Sexta Edición. Barcelona 1943…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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