Fotografía correspondiente “Fondo fotográfico del Cabildo insular
de Fuerteventura”. Del final de los años veinte del
siglo XX, tomada a don Miguel de Unamuno en tertulia frente a su casa del
destierro en la isla de Fuerteventura.
Mi amigo desde la
infancia de la Villa de La Orotava; FRANCISCO JAVIER PÉREZ BAUTISTA, “QUICO”, remitió
entonces (2016) unos artículos de su hermano el orotavense FLORENCIO LORENZO
PÉREZ BAUTISTA, Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Salamanca,
Profesor Adjunto de Medicina en la Universidad de Salamanca, Toco – ginecólogo
y Miembro de Número de la Sociedad Española de Médicos Escritores: “…En numerosas
ocasiones he leído fa muerte del Eminente Rector de la
Universidad. Catedrático de Griego, autor de numerosos
libros, propuesto para optar al Nobel de Literatura, con un índice bibliográfico importante
sobre su vida y obra; figuran más de 70 libros que hablan en el Índice, destaca personajes reales
que cita en sus obras, son varios cientos de la A a la Z. En la letra V, se Leen
17, los cuales a la vez se
repiten en sus narraciones, (obviamente, dé Unamuno). Sobre su óbito, siempre he leído que falleció, simplemente: Por otra parte, dada su
extensa bibliografía a la que no he podido acceder,
no sé si relatan cómo y porqué
fue.
En el libro titulado "Unamuno,
Profesor y Rector de la universidad de Salamanca", (701 páginas, año 2011) su autor, Francisco Blanco Prieto al
cumplirse el 75 aniversario
de su muerte, se ocupó de manera pormenorizada sobre este punto (Hergar,
Ediciones. 1ª edición 2011).
Ocurrió fa noche del jueves, 31 de Diciembre de 1936 en su casa de fa calle Bordadores, en la helada ciudad de
Salamanca. 'Eran las tres y media de fa tarde cuando llegó a su casa
el joven falangista Bartolomé Aragón., catedrático de la Escuela Profesional de
Comercio, a enseñarle el folleto que pensaba publicar sobre el corporativismo
para que Unamuno le diera opinión.
Se acomodaron en una pequeña sala y con brasero en fa camilla. Después
de charlar con un cierto acaloramiento,
Unamuno respondió a su interlocutor con un enérgico golpe sobre fa
mesa y diciendo… “¡No¡ esto no puede ser¡,
Dios no puede volverle la espalda a España,¡ ¡'España se salvará porque tiene
que salvarse¡.
Esas fueron sus últimas palabras, pronunciadas con
nerviosismo y excitación. Era las cuatro de
fa tarde…
El silencio se hizo espeso en fa salita,
al tiempo que la barbilla de Unamuno declinó lentamente sobre su pecho.
Aragón se mantuvo a la espera sin pronunciar palabra alguna
esperando la réplica de! maestro, pero ésta, no llegó. Fue entonces cuando Aragón
percibió un fuerte olor a zapatilla quemada en el brasero y al intentar levantar las faldillas para ver que ocurría, Don Miguel cayó de bruces
sobre la camilla dándose un golpe seco, preludio de la más negra noticia. Al intentar
ayudarle a incorporarse, Aragón percibió que 'Unamuno había huido de éste mundo
para siempre…
Debido a su intensa vida y muy dolorosa en algunos momentos,
vivió en casi continuo estrés y si a eso añadimos su fuerte carácter, hay que
pensar en un infarto agudo, masivo, de miocardio.
La muerte era una constante en gran parte de Unamuno, llegando
a pensar en el suicidio en numerosas ocasiones como en su etapa en Paris, donde
tuvo pensamientos de arrojarse al Sena o de inyectarse una dosis fetal de morfina.
Un jesuita escribió que Unamuno tenía una obsesión sobre el
suicidio y que se caracterizaba por hablar de éste tema a los demás.
Temía ser víctima de angina de pecho, así lo escribió, apareciéndole
el espíritu del espectro de la agina de pecho de lo cual había estado
obsesionado días antes. Como un aleteo del Ángel de la Muerte…
Consultar sus obras:
Amor y pedagogía (Madrid, Espasa- Calpe 1934, página 35)
Cómo se hace una novela (Alianza Editorial, Madrid 1912,
Pagina; 12, 13 y 16).
Diario íntimo (Alianza Editorial, 6ª impresión 2011,
reiterándolo a lo largo de 33 páginas)
Finalmente y en torno al tema de su muerte, no me resisto
a dejar atrás éste bello verso: Cuando yo me muera, / guarda, dorada Salamanca
mía, / tú mi recuerdo. / Y cuando el sol
al ocultarse encienda / el oro secular que te recama, / con tu lenguaje de lo eterno heraldo, / di tú
qué he sido…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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