viernes, 20 de octubre de 2017

BANDAS DE MÚSICA DE SANTA CRUZ DE LA PALMA



Fotografía que me remitió entonces (06/10/2012) mi primo; JOSÉ LUIS ÁLVAREZ DELGADO, referente a una de las primeras agrupaciones musicales de Santa Cruz de La Palma. Banda de Música militar del Batallón de Cazadores la Palma, del cuartel de San Francisco de principio del siglo XX.
El Palmero ROBERTO CABRERA GARCÍA escribe una semblanza de las Bandas de Música de Santa Cruz de La Palma: “… Sentado sobre los callaos frente al mar de la playa, el rumor de las olas intensifica los detalles de la música en el recuerdo y en el hoy. La isla hacia el sur provee estas costas de acordes náuticos y de poesía marina que acompasan y desnudan historias de pescado­res y náufragos, de musgos sobre los que recomenzar y dar pábulo a historias que parecen leyendas. Aquí bajo este sol la pluma corre ágil, la tinta se li­quida y anima a esbozar estos apuntes que sirvan como puerta al nuevo número que hoy presentamos. En la mañana había estado repasando la editorial de aquél primer director de Acorde, Leocadio Ortega, hoy fallecido aunque no olvidado. Nuestro poeta hacía una semblanza de las dificultades del mundo editorial en la isla, con el día de la botadura de un nuevo barco de pala­bras al mar: a bordo están los tripulantes, músicos jóvenes y mayores, que no han cesado en su empeño de mostrar a los cuatro vientos y contra viento y marea, la calidad de sus interpretaciones y composiciones. Publiqué en alguna de sus páginas los hallazgos etnográficos que se escondían detrás de una vieja fotografía de la Orquesta Minerva Jazz, que se exhibía en el barLa Centáurea, en Fuencaliente.
Con el tiempo estos músicos pioneros pasarían a la histo­ria de la música creativa en Canarias, junto a otros com­ponentes ya sea de la Valle Jazz de Domingo Ferrera o la más antigua Broadway de Santa Cruz de La Palma. En los años 80 destinados al Instituto Pérez Díaz como agregado de Filosofía, tuve la ocasión propicia para el reencuentro, ya que desde la más tierna infancia era traído a la isla por mis progenitores palmeros. Y como consecuencia del empuje de algunos de mis alum­nos también músicos entré como alumno en la acade­mia de la banda que dirigía Julio Gómez, con quien daba las clases de solfeo. Con el maestro León Medrano, contratado por el Exmo. Cabildo Insular me pude ini­ciar abiertamente en el aprendizaje del trombón a varas. A partir de! conocimiento de muchos de aquellos es­tudiantes, comencé a intervenir junto a los compañeros de la Porro Jazz Band y más tarde formé junto a varios de ellos Delfín Verde Jazz Quartet, una inolvidable for­mación con la que recorrimos la isla en gira con Caja­Canarias y de forma independiente varios meses en e! grill del Hote! San Miguel. Logramos con ello que este formato musical alcanzara cotas muy altas y que se cre­ara un creciente interés hacia la música instrumental. Pronto visité la isla con mi propia banda: Gato Gó­tico interviniendo en los conciertos de jazz que organiza­ba el patronato de la Bajada de la Virgen de las Nieves, en sendos lustros, convirtiéndonos por algún tiempo en un referente dada la acogida del público que nos hacía tocar en disímiles lugares, desde el Silvestre Carrillo hasta la placeta Borrero, Puerto Naos, Fuencaliente en sendas ocasiones por sus fiestas patronales, Charco Azul, Bena­hoare, Argual, y recientemente en el Palacio Salazar invi­tados a las Jornadas Culturales Cuarto Son.
Posiblemente resultará cuestionable que relate estas experiencias curriculares pero es que parale­lamente a estas vicisitudes aquellos conocidos y amigos iban concluyendo sus estudios musicales y con ello era habitual que me los tropezara en sus constantes visitas al Conservatorio de Santa Cruz de Tenerife. Vuelvo ahora al principio, porque con todos me une una entrañable amistad y por ello no dudé en entregarme también a la tarea creativa y poética, ya que compartí una gran amis­tad y correspondencia con Félix Duarte Pérez, amigo de mi propia familia, conformando por nuestras inquietu­des literarias la tertulia El Faro en Santa Cruz de la Palma, entre los años 1983 y 1987 con Antonio Arroyo Silva y OIga Luís Rivero, dos de los poetas más intere­santes que ha dado La Palma. El cabildo palmero auspi­ció nuestra aventura literaria durante esos años y así pu­dimos editar la revista «Menstrua Alba», que figura desde hace ya muchísimo tiempo en la historia de la li­teratura canaria. Quizá por todo ello, llamado por el poema de la isla, vuelvo a emprender la aventura edito­rial, como uno más, abriendo con ello la posibilidad de una comunicación fluida en el siempre difícil océano del arte y la cultura. Es un reto a nuestro coraje para conti­nuar y a nuestra valentía para innovar. Sólo así lograre­mos que se nos escuche mejor en el concierto de la mú­sica instrumental, y que sea en la tierra de los auaritas donde mejor se distingan los acordes de las estrellas en todo el hemisferio…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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