martes, 24 de octubre de 2017

EL CONCIERTO DEL 14 DE DICIEMBRE DE 1890, Y EL GRUPO KIAWELS



Fotografía referente a la rondalla de pulso y púa los Kiawels de La Villa de La Orotava década de los años treinta del siglo XX.

En la noche de 14 de Diciembre del año 1890, se celebró en el teatro Municipal de esta Villa de La Orotava ubicado en el antiguo convento de San Nicolás de monjas dominicas y catalinas, una velada musical, tomando parte en ella, los señores aficionados; Don José Machado, Don Temístocle Díaz, Don José Acosta, Don Sebastián González Arbelo, Don Manuel Perera, y el llamado orfeón orotavense, dirigido por el maestro Don Agrícola E, García. El coliseo se hallaba adornado con plantas y flores de una manera galana y sencilla; y profusión de luces que iluminaba aquel desierto recinto, convertido rápidamente en un nuevo paraíso, donde las armonías de un arte divino y los encantos de femeniles hermosuras, arrobaban el alma trasportándola a celestiales regiones. Y es que la sublimidad de la música y la belleza de la mujer, tenían y tendrán siempre un poder incontrastable sobre la humanidad la primera, y sobre el masculino sexo la segunda, por más que esta sea muchas veces tan engañadora como la quimera de la ardiente fantasía. A la hora prefijada en el respectivo programa empezó el concierto, y empezó con la melodiosa Serenata de Shubert, que el público hizo bien en aplaudir, pues el quinteto de violín, flauta, cornetín, contrabajo y piano, para que fue instrumentada por el Director Sr. García, la interpretó con delicadeza y verdadero colorido musical. A esta pieza siguió el debut del orfeón; cantando el coro titulado “Pepita” del maestro Müller.
Este cuerpo filarmónico, que constituyó el principal incentivo de la fiesta, por ser desconocidos los orfeones entre nosotros hasta hace pocos meses en que la culta ciudad de Santa Cruz de Tenerife asentó su base organizando el que tuvieron el gusto de oír en la sociedad El Liceo de esta misma Villa de La Orotava, superó a todas las esperanzas por la afinación y gusto con  que cantó el indicado coro. Bastaba decir, para hacer su gusta apología, que aquel fue repetido, a instancias del público, en medio de los más entusiastas aplausos. El tercer número, encomendado a Don Temístocle Díaz, fue la cavatina del primer acto de la ópera “Lucía de Lammermoor”. La pureza y expresión de los sonidos de la flauta tocada por  el Sr. Díaz, acompañadas a la exactitud en la ejecución, hicieron que se oyese con suma complacencia tan precioso trozo musical, que el auditorio aplaudió con justicia, lo mismo que el “Nocturno Victoria”, de Don Richard, para violín, flauta y piano, con que terminó la primera parte del concierto. Comenzó la segunda con el coro “El Amanecer”, de Eslava, cantado por el orfeón, que arrancó nuevos aplausos al numeroso concurso. El capricho, “Florinda” de G.E. de los Monteros, fue una ovación para el Sr, Machado, que una vez más acreditó sus excelentes disposiciones para el difícil arte de violinista, por la expresión y dulzura que imprime a su delicado instrumento, condiciones que confirmó en el bellísimo capricho morisco, titulado “Moraima”, que después ejecutó acompañado magistralmente de flauta y piano, por los Sres. Díaz y García. Y finalmente, el Vals de Caballero de Gracia, de la Gran Vía, perfectamente cantado, con acompañamiento de piano, por las voces del orfeón, que tuvieron que repetirlo a reiteradas instancia y aplausos del público. Lástima grande, decían al retirarse del Teatro, que espectáculos tan agradables no se repiten con frecuencia, aquí en este pintoresco Valle, donde la variedad en la naturaleza vegetativa está contrastando con la monotonía y el cansancio de una vida prosaica, tan abundante en vicisitudes como en contribuciones que hacen amilanar el ánimo más fuerte si el esparcimiento no lo distrae de la terrible pesadilla que se llama paga o te embargo. De todo modo se envió sincera y afectuosa enhorabuena a todos los señores que tomaron parte en el concierto, especialmente al inteligente director Don Agrícola E, García que, ya con la batuta, o pisando las delicadas teclas del piano, reveló su genio artístico en todos los números del programa, y a Don Lorenzo Machado que con tan noble empeño contribuyó a la creación y enseñanza del orfeón mencionado, excitando el entusiasmo de todos para que venciendo algunas molestias y las demás dificultades que a ello se oponían, proporcionando ratos tan felices como el que acaban de ofrecernos, en la confianza de que siempre tenían de su parte el apoyo y la simpatía de aquel ilustrado público de antaño.
Una agrupación artística, Juventud. He aquí el símbolo, bajo cuyos auspicios se constituyó la agrupación musical de cuerdas "Los Kiawels" de La Orotava. Una Agrupación artística, Juventud, fundada en el año 1932. Bastaba para construir un centro de atracción, de viva manifestación espiritual. Por eso jamás se ha podido olvidar a los Kiawels, honroso exponente de la cultura artística de la Villa de La Orotava. No para halagar, - cual arcaicos modos- sino más bien para destacar las reservas aun casi in manifestadas de las entonces juventudes orotavenses y, además, para, si es posible, que este registrar de valores tenga la virtud de animar, por la noble senda del arte, al grupo desaparecido “Los Kiawels” y a los jóvenes de aquellos años idos de igual temperamento musical.
Los Kiawels se crearon en esta misma Villa como Agrupación-rondalla en el año 1932, cuyo principal animador y primer presidente fue Don César Hernández Martínez, y en una casa de la calle del Agua, hoy Tomás Zerolo, donde posteriormente estuvo la tienda de comestibles "Los Muchachos", tenían lugar los ensayos de la misma
Tal es la explicación al desaparecido semanario “El Norte”, un tanto eutrapélica del ex-presidente Don Cesar Hernández Martínez, manifestando con su amable carácter, el relato de como se fundó la Agrupación, que el mismo todavía presidía en el año 1933. Manifestaba, evidentemente que la Agrupación la organizó conjuntamente con Don Pedro Melían en el mes de Noviembre del año 1932. Al principio se precipitó en tropezar con muchas dificultades. No contaban con medios económicos suficientes para el desenvolvimiento que pretendían, lo cual fue el mayor obstáculo.
Los Kiawels era una Agrupación de entusiastas, que en tan corto espacio se convirtió en una regular formación artística que se precisaba. La primera exhibición la realizó en los Carnavales de Santa Cruz de Tenerife del año 1933, obteniendo el primer premio de coches engalanado concedido por la comisión de festejos. En principio la Agrupación se constituyó con siete u ocho aficionados contando al final con veinte, entre los que figuraban unos valiosos elementos.
La parte musical la integraban; dos violines, dos mandolinas, tres bandurrias, cuatro laúdes, una hawaiana y seis guitarras, cuya dirección estaba a cargo del Señor Expósito vecino de Santa Cruz, que los Kiawels, para su contratación le ofrecieron a cambio, un salón de peluquería en la calle del Calvario. No pretendieron lograr la perfección, pero si realizaron la mayor labor que permitían las circunstancias. Quisieron aumentar la Agrupación con un número de canto, ya que la en La Orotava existía una juventud numerosa de aficionados que podría encauzarse. Su repertorio contaba con; Momento Musical, de Schubert y una selección de valses de varios autores, incluso contaban con; la serenata igualmente de Schubert y otras obras famosas de varios maestros.
Sus componentes en el Carnaval del año de 1934, fueron los siguientes; Bartolo F. Belza, Ambrosio Díaz, Hermengaudio García, Inocencio García Bartlet, Pedro Melián, Agustín Lima, Miguel H. García, Rafael Suárez, Miguel Acosta, Daniel Melián, Jesús y Alonso H. García, Paco Morales, Miguel Martín, Urbano Salazar, Gustavo y Paco Dorta, José Pérez y Pedro Díaz. Al parecer había un niño, que era hijo de un brigada peninsular que por entonces estaba en el Cuartel de esta Villa. Esta agrupación, en ese año (1.934), vestía la fantasía de "Turcos". La Guerra incivil española mermó las aspiraciones  de aquella juventud de antaño en La Orotava, una juventud demagoga,  íntegramente musical, que luego en su madurez, al comienzo de la década de los cincuenta, cuando el carnaval estaba totalmente prohibido por el gobierno español, se vuelven a reunir en el orotavense Liceo Taoro y así romper con el decreto de la prohibición,
En esas épocas y tan poco tiempo La Orotava contó con agrupaciones musicales importantes. Si “Los Kiawels”, recibieran importantes subvenciones oficiales, se podrían mantener por muchos años más.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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