Fotografía
referente a la rondalla de pulso y púa los Kiawels de La Villa de La Orotava
década de los años treinta del siglo XX.
En la noche de
14 de Diciembre del año 1890, se celebró en el teatro Municipal de esta Villa
de La Orotava ubicado en el antiguo convento de San Nicolás de monjas dominicas
y catalinas, una velada musical, tomando parte en ella, los señores
aficionados; Don José Machado, Don Temístocle Díaz, Don José Acosta, Don
Sebastián González Arbelo, Don Manuel Perera, y el llamado orfeón orotavense,
dirigido por el maestro Don Agrícola E, García. El coliseo se hallaba adornado
con plantas y flores de una manera galana y sencilla; y profusión de luces que
iluminaba aquel desierto recinto, convertido rápidamente en un nuevo paraíso,
donde las armonías de un arte divino y los encantos de femeniles hermosuras,
arrobaban el alma trasportándola a celestiales regiones. Y es que la sublimidad
de la música y la belleza de la mujer, tenían y tendrán siempre un poder
incontrastable sobre la humanidad la primera, y sobre el masculino sexo la
segunda, por más que esta sea muchas veces tan engañadora como la quimera de la
ardiente fantasía. A la hora prefijada en el respectivo programa empezó el
concierto, y empezó con la melodiosa Serenata de Shubert, que el público hizo
bien en aplaudir, pues el quinteto de violín, flauta, cornetín, contrabajo y
piano, para que fue instrumentada por el Director Sr. García, la interpretó con
delicadeza y verdadero colorido musical. A esta pieza siguió el debut del
orfeón; cantando el coro titulado “Pepita” del maestro Müller.
Este cuerpo
filarmónico, que constituyó el principal incentivo de la fiesta, por ser
desconocidos los orfeones entre nosotros hasta hace pocos meses en que la culta
ciudad de Santa Cruz de Tenerife asentó su base organizando el que tuvieron el
gusto de oír en la sociedad El Liceo de esta misma Villa de La Orotava, superó
a todas las esperanzas por la afinación y gusto con que cantó el indicado
coro. Bastaba decir, para hacer su gusta apología, que aquel fue repetido, a
instancias del público, en medio de los más entusiastas aplausos. El tercer
número, encomendado a Don Temístocle Díaz, fue la cavatina del primer acto de
la ópera “Lucía de Lammermoor”. La pureza y expresión de los sonidos de la
flauta tocada por el Sr. Díaz, acompañadas a la exactitud en la
ejecución, hicieron que se oyese con suma complacencia tan precioso trozo
musical, que el auditorio aplaudió con justicia, lo mismo que el “Nocturno
Victoria”, de Don Richard, para violín, flauta y piano, con que terminó la
primera parte del concierto. Comenzó la segunda con el coro “El Amanecer”, de
Eslava, cantado por el orfeón, que arrancó nuevos aplausos al numeroso
concurso. El capricho, “Florinda” de G.E. de los Monteros, fue una ovación para
el Sr, Machado, que una vez más acreditó sus excelentes disposiciones para el
difícil arte de violinista, por la expresión y dulzura que imprime a su
delicado instrumento, condiciones que confirmó en el bellísimo capricho
morisco, titulado “Moraima”, que después ejecutó acompañado magistralmente de
flauta y piano, por los Sres. Díaz y García. Y finalmente, el Vals de Caballero
de Gracia, de la Gran Vía, perfectamente cantado, con acompañamiento de piano,
por las voces del orfeón, que tuvieron que repetirlo a reiteradas instancia y
aplausos del público. Lástima grande, decían al retirarse del Teatro, que
espectáculos tan agradables no se repiten con frecuencia, aquí en este
pintoresco Valle, donde la variedad en la naturaleza vegetativa está
contrastando con la monotonía y el cansancio de una vida prosaica, tan
abundante en vicisitudes como en contribuciones que hacen amilanar el ánimo más
fuerte si el esparcimiento no lo distrae de la terrible pesadilla que se llama
paga o te embargo. De todo modo se envió sincera y afectuosa enhorabuena a
todos los señores que tomaron parte en el concierto, especialmente al inteligente
director Don Agrícola E, García que, ya con la batuta, o pisando las delicadas
teclas del piano, reveló su genio artístico en todos los números del programa,
y a Don Lorenzo Machado que con tan noble empeño contribuyó a la creación y
enseñanza del orfeón mencionado, excitando el entusiasmo de todos para que
venciendo algunas molestias y las demás dificultades que a ello se oponían,
proporcionando ratos tan felices como el que acaban de ofrecernos, en la
confianza de que siempre tenían de su parte el apoyo y la simpatía de aquel
ilustrado público de antaño.
Una agrupación
artística, Juventud. He aquí el símbolo, bajo cuyos auspicios se constituyó la
agrupación musical de cuerdas "Los Kiawels" de La Orotava. Una
Agrupación artística, Juventud, fundada en el año 1932. Bastaba para construir
un centro de atracción, de viva manifestación espiritual. Por eso jamás se ha
podido olvidar a los Kiawels, honroso exponente de la cultura artística de la
Villa de La Orotava. No para halagar, - cual arcaicos modos- sino más bien para
destacar las reservas aun casi in manifestadas de las entonces juventudes
orotavenses y, además, para, si es posible, que este registrar de valores tenga
la virtud de animar, por la noble senda del arte, al grupo desaparecido “Los
Kiawels” y a los jóvenes de aquellos años idos de igual temperamento musical.
Los Kiawels se
crearon en esta misma Villa como Agrupación-rondalla en el año 1932, cuyo
principal animador y primer presidente fue Don César Hernández Martínez, y en
una casa de la calle del Agua, hoy Tomás Zerolo, donde posteriormente estuvo la
tienda de comestibles "Los Muchachos", tenían lugar los ensayos de la
misma
Tal es la
explicación al desaparecido semanario “El Norte”, un tanto eutrapélica del
ex-presidente Don Cesar Hernández Martínez, manifestando con su amable
carácter, el relato de como se fundó la Agrupación, que el mismo todavía
presidía en el año 1933. Manifestaba, evidentemente que la Agrupación la
organizó conjuntamente con Don Pedro Melían en el mes de Noviembre del año 1932.
Al principio se precipitó en tropezar con muchas dificultades. No contaban con
medios económicos suficientes para el desenvolvimiento que pretendían, lo cual
fue el mayor obstáculo.
Los Kiawels
era una Agrupación de entusiastas, que en tan corto espacio se convirtió en una
regular formación artística que se precisaba. La primera exhibición la realizó
en los Carnavales de Santa Cruz de Tenerife del año 1933, obteniendo el primer
premio de coches engalanado concedido por la comisión de festejos. En principio
la Agrupación se constituyó con siete u ocho aficionados contando al final con
veinte, entre los que figuraban unos valiosos elementos.
La parte
musical la integraban; dos violines, dos mandolinas, tres bandurrias, cuatro
laúdes, una hawaiana y seis guitarras, cuya dirección estaba a cargo del Señor
Expósito vecino de Santa Cruz, que los Kiawels, para su contratación le
ofrecieron a cambio, un salón de peluquería en la calle del Calvario. No
pretendieron lograr la perfección, pero si realizaron la mayor labor que
permitían las circunstancias. Quisieron aumentar la Agrupación con un número de
canto, ya que la en La Orotava existía una juventud numerosa de aficionados que
podría encauzarse. Su repertorio contaba con; Momento Musical, de Schubert y
una selección de valses de varios autores, incluso contaban con; la serenata
igualmente de Schubert y otras obras famosas de varios maestros.
Sus
componentes en el Carnaval del año de 1934, fueron los siguientes; Bartolo F.
Belza, Ambrosio Díaz, Hermengaudio García, Inocencio García Bartlet, Pedro
Melián, Agustín Lima, Miguel H. García, Rafael Suárez, Miguel Acosta, Daniel
Melián, Jesús y Alonso H. García, Paco Morales, Miguel Martín, Urbano Salazar,
Gustavo y Paco Dorta, José Pérez y Pedro Díaz. Al parecer había un niño, que
era hijo de un brigada peninsular que por entonces estaba en el Cuartel de esta
Villa. Esta agrupación, en ese año (1.934), vestía la fantasía de
"Turcos". La Guerra incivil española mermó las aspiraciones de
aquella juventud de antaño en La Orotava, una juventud demagoga,
íntegramente musical, que luego en su madurez, al comienzo de la década de los
cincuenta, cuando el carnaval estaba totalmente prohibido por el gobierno
español, se vuelven a reunir en el orotavense Liceo Taoro y así romper con el
decreto de la prohibición,
En esas épocas
y tan poco tiempo La Orotava contó con agrupaciones musicales importantes. Si
“Los Kiawels”, recibieran importantes subvenciones oficiales, se podrían
mantener por muchos años más.
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
No hay comentarios:
Publicar un comentario