jueves, 5 de octubre de 2017

CALLE SALAZAR (II)



Fotografía que remitió entonces (2015) el amigo; JOSÉ MANUEL LÓPEZ, sobre la histórica calle Salazar de la Villa de La Orotava.
Antiguo paso a través del ex convento franciscano de San Lorenzo (según Viera “El Escorial de Las Canarias”) incendiado en el año 1801 al territorio de Pago de Higa; La Perdoma y La Cruz Santa.
Según el amigo y compañero de docencia de la Villa de La Orotava; JUAN J. SÁNCHEZ MARTÍNEZ  en su libro “LA OROTAVA, SUS CALLE. SU HISTORIA” con la colaboración de MARTA FERNÁNDEZ MADAN Y ROMÁN DELGADO GARCÍA, en las páginas 45, 46, y 47 especifica la historia en el tiempo de esta importante calle de La Villa de La Orotava: “…La calle "Salazar" pertenece a uno de los núcleos urbanos originarios de La Orotava: el que se forma en torno al convento de San Lorenzo (San Francisco). Su origen está vinculado a la expansión de dicho núcleo hacia el sur, donde surge a comienzos del siglo XVII el barrio de "El Farrobo", también denominado "Villa de Arriba". Esta se configuró tras un modesto trazado viario que tiene como epicentro la Ermita de "San Juan"; en un primer momento, dependiendo de la Parroquia de la Concepción y, luego, convertida, a instancias de los vecinos de la "Villa de Arriba", en la Parroquia de "San Juan del Farrobo" (1681). La división parroquial del núcleo urbano de La Orotava generó disconformidad por parte de los beneficiados de la Parroquia de la Concepción. Hubo polémica sobre cuál debía ser la calle que constituyera la línea divisoria entre ambas parroquias. Esta discrepancia afectó a la calle "Salazar" puesto que en un primer momento, al establecer en 1681 como línea divisoria la calle "Alfaro", aquélla queda bajo la jurisdicción de la Parroquia de "El Farrobo". Tras la nueva delimitación parroquial de 1683, se incorporan como nuevos márgenes las calles "Nueva " y "La Guerrita ", pasando a pertenecer entonces la calle "Salazar" a la parroquia de la "Villa de Abajo". Esta vía de comunicación tuvo especial relevancia histórica en las relaciones socio-económicas que mantenía el núcleo orotavense con Higa, salvando el obstáculo topográfico del barranco de "La Cancela". La importancia de estas comunicaciones está en gran medida justificada por ser Higa un territorio privilegiado en las actividades agrarias. La Morfología actual de la calle "Salazar" evoca su pasado, aunque cada vez menos, ya que se está produciendo la pérdida de muchos elementos que la caracterizaban históricamente. Uno de ellos fue la desaparición del adoquinado hace escasos años. Asimismo, son pocos los edificios antiguos que se conservan, destacando la casa de Don Domingo González García, que inicia la numeración de aquélla. Junto a éstos aparecen construcciones modernas que nada tienen que ver con la vivienda tradicional canaria. Esta situación tan variopinta tiene una de sus causas en la no inclusión de este sector en el Casco Histórico Artístico de la Villa. En efecto, la nula protección del patrimonio artístico de esta calle unido a la aprobación reciente de planes de ordenación urbana han contribuido, en primer lugar, a devaluar la identidad artística de esta vía de comunicación y. por otro, al cambio de usos del suelo, muy patentes en la línea septentrional de esta calle, donde se ha pasado de la catalogación de suelo rústico a urbano. En este sentido, nos remitimos a la existencia de fincas abandonadas, antes destinadas al cultivo del plátano Ante las notorias dificultades que hemos encontrado para establecer el origen del nombre de la calle "Salazar", debido a la escasa información aportada por las fuentes histórico-documentales existentes, es conveniente enumerar algunas hipótesis que pudieran justificar aquel nombre. En este sentido, cabe señalar: a) Ya en el plano callejero del barrio del "El Farrobo", que data del último tercio del siglo XVII, conservado en el Archivo de Simancas, hay constancia de la calle "Salazar", por lo que es evidente que su origen se remonta al período comprendido entre al año 1606 y las últimas cuatro décadas de aquel siglo. Es en el año 1606 cuando se erige la ermita de "El Farrobo", en torno a cuya localización se fue organizando el futuro núcleo conocido tradicionalmente como Villa de Arriba. El trazado viario de ésta queda configurado a fines del siglo XVII. Como demuestra el plano al que hemos hecho referencia con anterioridad, donde aparece con toda claridad la calle objeto de estudio. Este planteamiento nos permite acotar cronológicamente el origen de la calle. Ahora bien, la consulta parcial de las datas, tras la conquista de Tenerife, no aporta la existencia de un posible repartimiento de tierras en beneficio del apellido Salazar que pudiera justificar el nombre de la vía. Las conclusiones anteriores obligan a una segunda argumentación: que la calle haya sido denominada Salazar en honor a un personaje de la época por su relevancia político-militar en el marco del Cabildo lagunero; institución que rige la vida política- administrativa de la isla en ese período, aunque la Villa de La Orotava sea declarada "Villa Exenta" (1648), lo que únicamente le confería competencias judiciales. Atendiendo a las fuentes consultadas aquel personaje pudiera ser Don Cristóbal Salazar de Frías. Este hombre ilustre "(...) había nacido en Portugal y después de haber servido en Flandes en algunos sitios y batallas, se había establecido en Tenerife año de 1604, donde fue regidor en 1610, Maestre de Campo del Tercio de La Laguna y, por último, Maestre de Campo General, con crédito de su aplicación a la defensa del país en las ocasiones de guerra". En 1639 fue nombrado Gobernador de Armas de Tenerife. "(...) cargo en el que lo confirmó el Cabildo en ausencia de Don Luis Fernández de Córdoba y Arce, Capitán General del Archipiélago". Falleció en la ciudad de La Laguna en 1655. b) Otra hipótesis es el posible mantenimiento del nombre de la calle por tradición oral, en función de hechos no recogidos l en las fuentes consultadas; el ser vecino de la misma algún "Salazar" o la existencia de propiedades rústicas o urbanas pertenecientes a ese apellido podría justificar dicha tradición oral.
La calle Salazar presenta las características propias de una zona límite entre campo-ciudad, entre paisaje rustico y urbano. En su acera este (prolongación del área urbana) hubo viviendas desde los tiempos más antiguos, mientras en el lado opuesto, el oeste, un paredón, a lo largo de casi toda la calle, servía de separación a las fincas próximas. Esta disimetría de la calle se comprueba en los datos estadísticos referidos al año 1887: en la acera izquierda los números impares de las viviendas van del 1 hasta el 35, mientras en la acera derecha lo hacen del 2 al 10. Los habitantes de La calle Salazar fueron en otro tiempo los trabajadores típicos al servicio de la economía agraria: carreteros, figoneros (casas de comidas), toneleros, zapateros... En esta calle vivieron y realizaron su actividad, hasta finales del siglo pasado (XIX), Don Vicente Rodríguez (carretero), Don Fernando Morales (albardero) y Don Pedro Díaz (figonero). Una de las tiendas renombradas del barrio fue la de don Rafael Hernández y Hernández; en ella se vendía, sobre todo, aceite, vinagre y jabón; la esposa de don Rafael tenía un taller de calados. Con el paso de los años los "Almacenes Rodríguez Franco" fueron los continuadores de la actividad comercial de La calle. Como oficios destacados entre los vecinos del barrio, a finales del siglo XIX, hacer mención al de prestamista (en algún documento figura como tal Doña Ángela Fernández Cúllen) y el de escribano que lo ejercía D. Juan Jacinto del Castillo. En nuestros días la calle Salazar rompe una vez al año su monotonía de vía de circulación motorizada para convertirse en lugar de encuentro de carretas, parrandas, vino y canciones: es el día de La Romería de San Isidro. La mayoría de las casas de la calle Salazar se abren con alegre generosidad a todos los magos-romeros.
El amigo desde la infancia y compañero de docencia de la Villa de La Orotava; JESÚS GARCÍA DELGADO remitió entonces (2015) estas notas: “…También, para los que tengas años, allí detrás de esas casitas estaba un establo de mulas o caballos del regimiento que estaba en San Agustín, que se entraba por la misma puerta de la herrería. Los camiones del ejército solían traer para los animales algarrobas en sacos, el chofer, cuando pasaba por la carretera de Calle Zacarías - Pescote, ahora Pescote solo (?), aminoraba la marcha para que subiéramos, abriéramos un saco y cogiéramos todas las algarrobas que quisiéramos. Eran buenas, con un sabor muy agradable, con mucha fibra, estábamos cagando bien hasta el próximo camión, en unas semanas, jajaja. Lo mismo pasaba con los camiones de caña de azúcar que pasaban por la calle, rumbo a Tejina…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

No hay comentarios:

Publicar un comentario