jueves, 5 de octubre de 2017

LA PERDOMA



Para emprender la narrativa y expresar lo que era Higa en el siglo XVIII, reproducimos copia literal de un documento inédito  perteneciente al expediente "Diligencias obradas sobre la alcaldía del lugar de Higa para el año 1783", publicado en el bosquejo correspondiente al cortejo 1992, conservado en el Archivo Municipal de La Laguna. El testigo declarante es Gabriel Ramos, de 30 años y vecino del Pago de Higa: Que el Pago se puede componer de doscientos vecinos que tengan casa separada, pero de estos habrá visibles y que se puedan contar para Juntas menos de la mitad, porque los demás, unos son advenedizos y que están en el Pago un año y luego no se sabe de su paradero; otros porque son tan pobres que no se pueden presentar a nada y otros que no se separan nunca de guardar sus ganaditos. Que el testigo no concurrió a esta última Junta que se hizo, pero si puede afirmar que si algunos vecinos o la mayor parte de ellos concurrieron sin capa no es por que dejan de tenerlas y algunos a pares, y sí porque en este Pago no se extraña, aún en el acto más serio, pues es notorio que en los días de la Virgen y San Jerónimo, que son dos días de mucha celebración en este Pueblo, concurre en la ermita muchos sin capa, teniéndola; y regularmente en los días que se celebra el sacrificio de la Misa en la ermita los vecinos inmediatos van a oírla sin tal capa, sobre que nunca ha habido el más ligero reparo. El historiador Manuel Rodríguez Mesa en su libro: Higa siempre fue contemplada como una zona eminentemente agrícola y los único que preocupaba, a los interesados, era el estado de alguno de los caminos por donde, a lomo de bestias o bien en corsas, carro y carretas, se transportaban semillas y frutos recolectados: la producción; pero no las condiciones de vida de un vecindario que, aunque diseminado, desde mediado del siglo XVIII había comenzado a mostrar su descontento en términos que posteriormente -a raíz de las normas constitucionales de 1.812-, originaron desconfianza en los regidores orotavenses, temerosos de que el lugar lograra su independencia. A las tierras de Higa sólo fueron a residir las personas modestas: pequeños propietarios, peones y jornaleros. José Manuel Hernández afirma de las costumbres infantiles de antaño: Cuando chico íbamos a la huerta más próxima a casa a volar la "gometa". Se creaban auténtico campeonatos para ver quién la subía más alta o cuál era la más original. Esto era por Semana Santa, cuando la brisa pegaba con más fuerza y las vacaciones daban paso al lindo juego de la imaginación. Unos meses más tarde, el juego volvía a ocupar todo nuestro tiempo. Era el verano. Tiempo de diversión, de fútbol sin descanso, de rodillas machacadas. El trompo, los boliches, los carros de verga y los de madera con rodillos.  Francisco Álvarez Abrante nos detalla lo que fue su Cine, el de su familia que con cariño y amor al arte supieron llevar a cabo: El Cine Perdoma había dejado de ser autosuficiente. Los precios de alquiler de la película, personal, impuestos, escasas asistencia a la sala, hacían difícil su mantenimiento. Pero mi amor por el cine (y desde aquí un recuerdo para mi madre que nunca quiso que este pueblo suyo quedase sin cine), mi posición económica que, en ocasiones, me permitían subvencionarle, e incluso hacer de acomodador, portero, taquillero u operador, hizo que sufriera una primera reconvención. Se dotó de nuevas instalaciones técnicas, pantalla, butacas, decoración, y una nueva imagen. Se hizo la reapertura, un jueves, con la película por excelencia, grandiosa y eterna "Lo que el viento se llevó". Fue un rotundo éxito y, esa noche, casi se pone el cartel de no hay billetes. Nuevamente el perdomero José Manuel Hernández nos atrae con un título "La Perdoma y sus gentes: Ayer y Hoy": La Perdoma, el Pago de Higa hasta bien entrado el siglo XIX, ocupa un lugar privilegiado, desde el punto de vista agrícola, en el conjunto del Valle. Tierras fértiles y agua fueron la clave para acoger, desde antes de la conquista, a un buen número de pobladores. En el siglo XVII aparecen ya los primeros datos sobre el número de pobladores de Higa. Se habla de cien vecinos. El siglo XIX, época de crisis económicas y de emigración en Canarias, tiene  sus repercusiones en la Perdoma. Se produce un descenso importante de la población, en la que influyó, de forma determinante, la salida masiva de canarios hacia Cuba y otras zonas de América, en busca del pan que su propia tierra y su injusta sociedad les negaba. En síntesis, podemos comprimir la evolución de la población de La Perdoma en tres grandes etapas: una primera que va desde el siglo XVI hasta el XIX, en la cual el crecimiento es constante y las condiciones de vida muy duras; la segunda que abarcaría al siglo XIX, en que se produce un retroceso en el número de habitantes como consecuencia de las crisis económicas y la emigración y la tercera que se extiende desde finales del siglo XIX hasta la actualidad, en la que conocemos un crecimiento permanente de la población, sobre todo a partir de los años sesenta con la irrupción del turismo y el "boom" de la construcción, que contribuye a mejorar las condiciones económicas de los perdomeros. Don Manuel María Vega Santos cura ex párroco del antiguo Pago de Higa manifiesta: Si durante el año hemos dirigido a nuestros Patronos con miradas, oraciones y aclamaciones, cuando llegan sus fiestas nos estremecemos de gratitud y alegría porque nuestra religiosidad puede explayarse en una nueva dimensión que satisface los anhelos personales, comunitarios, etc. Pero no perdamos de vista que la trascendencia de nuestra vida, dicho con otras palabras, ser consciente de que Dios preside toda nuestra existencia, depende de la "formación". ! Qué modelos tan acabados tenemos en nuestros Patronos, San Jerónimo y nuestra dulce Madre la Virgen del Rosario!. Cada uno y, al estilo del Espíritu Santo, son "espacios de Dios".
Nueva copia literal de un documento inédito sobre un vecino de Higa de 1.618, conservado en el Archivo Municipal de La Laguna, -no sabemos quién es el encubridor del documento, me hace pensar que el coetáneo como el expresado en el preámbulo, son del afecto José Manuel Hernández Hernández, me parece que, trabaja en los mencionados archivos-, y que reproducimos a continuación: En Cabildo, veinte y ocho de septiembre de mil y seiscientos y diez y ocho años. Salvador Pérez Labrador, vecino de Higa, digo que tengo necesidad de cortar en las montañas del dicho lugar cantidad de madera de azebiño, haya y tea y pino para hacer una caza alta y sobrada. A vos suplico me conceda licencia para y ello pido. Personalmente de la Perdoma tengo un especial recuerdo en mi infancia y adolescencia, de un gran amigo de mi padre compañero suyo del colegio de San Isidro de los hermanos de las escuelas cristianas. Un hombre lleno de fe, y de caridad, el recordado pastor sacerdote Don José Ponte y Méndez, de él nos dice el escritor y profesor Álvaro Hernández Díaz en su libro sobre la biografía del benemérito presbítero: "....Hizo de La Perdoma un pueblo abierto, ágil, fraternal, dispuesto a la superación. Treinta años de trabajo arduo, difícil. Don José, el párroco bueno y cariñoso, abrió una brecha importante en la adormecida conciencia de los perdomeros, haciéndolos más conscientes de los problemas sociales de su barrio. Aquella buena semilla sembrada continúa dando sus frutos en la comunidad de la Perdoma, que incesante actividad y tenacidad lucha por conseguir viejos anhelos, y otros propios de los tiempos que corren. Don Domingo Hernández Perera en su obra "El Centro Histórico de la Villa de La Orotava", nos dice; "... que el historiador villero Manuel Rodríguez Mesa nos ha brindado recientemente un interesante estudio histórico Pago orotavense de Higa, que constituye una valiosa aportación al conocimiento del pasado de nuestra Villa. La expresión del Sr. Hernández Perera la hemos simbolizado en varios párrafos de esta crónica, concretamente cuando resaltamos los escritos del Pago de Higa correspondientes al investigador Sr. Rodríguez Mesa.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

No hay comentarios:

Publicar un comentario