Jueves 21 de enero del 2016, otro día azulado de tristeza en la Villa de La
Orotava, se no fue para siempre “Pancho”, un panadero ejemplar de los de antes,
un padre, esposo y persona sin lugar a duda de los más alto de la humanidad.
Platero y yo (elegía andaluza), más conocido de forma abreviada
como Platero y yo, es una narración lírica del dramaturgo y eminente
poeta español, Premio Nobel de la literatura; Juan Ramón Jiménez que recrea
poéticamente la vida y muerte del burro Platero, dedicada «a la memoria de
Aguedilla, la pobre loca de la calle del Sol que le mandaba moras y claveles» y
formada por breves capítulos.
Este fragmento es el comienzo del libro, que aprendimos de memoria en el
estudio de literatura en el bachillerato superior y que tuve la suerte de
desarrollar en el texto literario expuesto en las revalidas superiores de sexto
curso de bachiller: “…Platero es pequeño,
peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva
huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos
de cristal negro…”
Platero fue un texto retórico, aunque por su sencillez y transparencia
se adecuara perfectamente a la imaginación y al gusto de los impúberes. Algunos
capítulos encerraban una cierta crítica social, revelando una dimensión del
autor que muchos tardaron en advertir. El propio Juan Ramón, en un «prologo» a
la edición aclaraba: «Yo nunca he escrito
ni escribiré nada para niños, porque creo que el niño puede leer los libros que
lee el hombre, con determinadas excepciones que a todos se le ocurren».
He empezado este homenaje literario al amigo “PANCHO”, pues recuerdo en mi
infancia y primera juventud, verle bajar por la calle El Calvario con su BURRO
(en muchas ocasiones entró sin querer al zaguán de casa), repartiendo el pan de
cada día, por todos los hogares, solo descansaba el Viernes Santo, un solo día
al año, los 364 restantes eran de trajinar desde la madrugada, en su propia
fábrica en La Piedad - Peralitos, donde tenía su panadería, desde ahí
hacía el otro Calvario de la parte baja de la Villa que diseñó el
arquitecto Mariano Estanga, donde se custodian los Santos Patronos de la Villa
de La Orotava y la Imagen de la Piedad, conocida por el
Señor del Calvario del imaginero orotavense don Fernando Estévez de Sala.
En el año 1970, tuvo que sacar el titulo de conducir, pues su pobre
animalito tenía su fin, por lo que se compró una pequeña furgoneta para seguir
con la venta de sus productos.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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