El amigo de la infancia de La Villa de La
Orotava; EVARISTO FUENTES MELÍÁN “ESPECTADOR”,
remitió entonces (08/10/2014) estas notas que tituló; “ANTONIO LECHADO Y EL BILLAR”: “…El otro día estuve junto a una mesa de billar clásico, donde
jugaban dos buenos amigos, ambos con un guante ad
hoc en su mano izquierda,
para utilizar mejor el taco y la tiza. Estaban jugando una partida
amistosa a tres o más bandas, modalidad harto difícil. Yo llevaba
varias décadas que no me acercaba a una mesa de billar. Nuestro maestro, en el
viejo Liceo de La Orotava de los años cincuenta, fue don Emilio Luque Vizcaíno,
un agrimensor sevillano. Don Emilio nos enseñó lo poco que sabemos de billar
unas cuantas promociones, cantera orotavense. Uno de los nuestros fue Antonio
Lechado, que jugó conmigo al billar a lo largo de algunos años. Falleció
hace unos días.
Antonio fue un cachondo mental, era bajito como Franco, con un
perfil fisonómico y del cuerpo en general, muy parecido al del Generalísimo.
Aunque en el fondo no era nada militarista ni tenía espíritu castrense, le
gustaba - como a todos sus hermanos - la marcialidad de los desfiles militares
y los himnos, incluyendo, por supuesto, el Himno Nacional, interpretado por la
Banda del Regimiento de Infantería de la Capital, que venía cada año a la
procesión solemne de la Octava del Corpus de la Villa.
Antonio Lechado era un
bromista nato, y posiblemente sus últimos días en este mundo gastaría sus
bromas de tal manera que se convertirían en caricatura de sí mismas. Si
te veía por la calle balbuceaba adrede, a modo de saludo, algo que no se
entendía, o te preguntaba: ¿Ya hiciste aquello? Y tú le contestaban que sí, a
sabiendas de que no se refería a nada en concreto. Fue empleado de la Seguridad
Social, desde los tiempos en que las oficinas se ubicaban (Instituto Nacional
de Previsión) en un edificio luego demolido, de la calle Calvario n º 5 ó 7.
Compartía atención a los clientes con Isaac e Ismael, también ambos ya en mejor
vida. Aunque, como uno duda del “más allá”, uno no acaba de creerse que puedan
tener otra vida mejor… Fueron felices. Y punto….”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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