Fotografías del estudio Benítez, publicado en la revista Hespérides
correspondiente al mes de septiembre año 1926.
Observamos el entonces movimiento portuario en “El Penitente” del Puerto de
la Cruz.
A través de la
fotografía puede el lector hacer un estudio, con probabilidades de acierto,
sobre el embarcadero «El Penitente», que facilitaba de una manera jamás
sospechada la importación y exportación de .las mercancías para el negocio de
los Sres. Fyffes Limited.
Según La Crónica
publicada en la revista Hespérides correspondiente al mes de septiembre año
1926: “…Objeto de
críticas y censuras fue por muchos años este verdadero penitente que sólo dejaba entrever en su construcción una cancha
muy en posesión de cuantas exigencias requiere un lugar destinado a fiestas de
carácter popular: verbenas, ferias, etc. Largos años pasaron entonces sin
que se le concediera importancia alguna a este desembarcadero.
Se sucedían las críticas y censuras y aumentaban las
protestas cuando una idea concebida y realizada por los Sres. Fyffes Ltd.
entonces hizo ver que aquel lugar tanto tiempo olvidado tenía, como todo
lo que es obra de una conciencia pletórica de nobles sentimientos y de unos
entusiasmos exentos de ambiciones, una misión que cumplir.
Los Sres, Fyffes son, indudablemente, los exportadores
de mayor relieve establecidos en esta región. Convencidos de las múltiples
impertinencias a que están sometidos quienes necesitan de aquellos muelles. Si
así puede llamarse a los dos espigones que como brindando facilidades a los
enfurecidas olas para que penetren en la pequeña bahía y entorpezcan toda
operación, construyeron nuestros antepasados, solicitaron autorización del
Ayuntamiento para realizar por el «El Penitente» las operaciones marinas que su
industria requería. Se les concedió. Así mismo pidieron, e igualmente se les
permitió, la instalación en dicho lugar de dos pescantes que les facilitaran
las operaciones de carga y descarga.
Desde entonces vienen disfrutando libremente de aquel
lugar los Sres. Fyffes, que hicieron que los hijos de aquel pueblo hayan visto
desde tierra y a una distancia de dos metros de «El Penitente» un vapor cómodamente
instalado y efectuando sus operaciones sin perjuicios de ninguna clase y
ventajas muy apetecibles.
El haber conseguido que en 10 horas se hayan colocado
en uno de sus vapores 5 mil bultos de plátanos, es la prueba más fehaciente de
las ventajas que ofrece el embarcadero que ocupaba. Y, si no fuere suficiente
lo que precede para patentizar sus indiscutibles condiciones reconocidas
entonces, diremos que el vapor Tacoronte», de los mismos señores pues nadie más
que ellos disfrutan de los beneficios de aquel embarcadero -, descargó dos mil
sacos de ingredientes en tres horas, y en una hora y minutos 600 sacos de igual
contenido su otro vapor «Taoro».
La pérdida de tiempo que obtenían cuando efectuaban
los embarques por los espigones a que antes aludíamos en espera de su turno
para descargar un camión que hacía tres, cuatro o seis horas había llegado, y
el mismo perjuicio que les reportaba la tardanza de su otro turno para cargar o
descargar una lancha, ha desaparecido. La gran explanada de «El Penitente» les
ofrece la ventaja de depositar en ella materiales de empaque, abonos químicos,
carbón, huacales y tambores en número bastante considerable sin entorpecerles
el tráfico, y como si no bastara esta facilidad sucede con gran frecuencia el
caso de transportar la fruta a bordo tomando las lingadas desde el mismo
camión.
Tales son las facilidades que prestaba este
embarcadero, y previendo las que pueda proporcionaba en el futuro, nos constaba
que el Ayuntamiento, en el deseo de modificado en lo posible, tenía el
propósito de ajustarse a unos planos que ejecutados por el inteligente
Ingeniero Sr. Díaz de Lozada poseían la propiedad, como toda obra de dicho
autor, de manifestar un trazado muy preciso amoldándose así, en un todo, a lo
que es aspiración de aquel pueblo…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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