El amigo
del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS, remitió entonces (12/10/2016) estas
notas, que tituló; “LOS CANARIOS EN EL SANTO DOMINGO COLONIAL”: “…Rompió algunos esquemas la conmemoración del 12 de octubre en el Instituto
de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC), que trasladó su rigor academicista
al patio/carpa exterior del Museo Arqueológico Municipal (MAM) para
contextualizarse en la programación de la cuarta edición de Periplo, el festival internacional de
literatura de viajes y aventuras cuya programación del fin de semana, por
cierto, está llena de atractivos.
Pero el presidente del IEHC, José Juan Cruz Torres, en un sofá junto al
profesor titular de Historia de América de la Universidad de La Laguna, Manuel Hernández
González, hizo una presentación ajustada y apeló por enésima vez a las ayudas
económicas del Ayuntamiento para poder subsistir y mantener una oferta de
actividades sobre mínimos de dignidad.
Después, Hernández desglosaría la presencia de “Los canarios en el Santo
Domingo colonial”, título que dio sentido a la conmemoración de una fecha
determinante para la Hispanidad. El profesor Hernández González ha publicado
más de sesenta libros, diez de ellos en América, más de cincuenta ediciones con
estudios críticos y más de cien artículos. Es miembro de las academias de la
Historia de Canarias, Cuba, Venezuela y República Dominicana. Ha ganado seis
premios de investigación histórica. Sobre el Santo Domingo colonial, es autor
de una trilogía, integrada por La
colonización de la frontera dominicana, Expansión fundacional y crecimiento en
el norte dominicano y El Cibao y la bahía de Samaná y el sur dominicano.
Cambios Sociales y transformaciones económicas, que abarcan distintos
períodos históricos de aquella
República.
En 1517 fueron llevados desde Canarias diez maestros y oficiales para la
fabricación de ingenios. Ahí empezó todo. Posteriormente, la Corona otorgaría
una Real Cédula en 1558 en virtud de la cual le serían concedidas a cada
español que se trasladase a Santo Domingo entre seiscientas y setecientas
hectáreas. El profesor Hernández, tirando de capacidad memorística, fue
desglosando los hitos de la presencia canaria: la fundación de San Carlos de
Tenerife, por ejemplo, en 1684. Fue centro abastecedor de productos agrícolas a
la capital. Luego, la agregación de familias a la población de la segunda
ciudad del país, Santiago, en el fértil valle norteño del Cibao.
Destacó el conferenciante“el eje cardinal de la expansión en la región fronteriza: la fundación
con familias canarias de la villa de Hincha, en 1704”. Años antes, en 1691, había
tenido lugar la de Banica. Los isleños también tuvieron papel fundacional en
Puerto Plata, en el norte del país. Asimismo, en la villa de Samaná, en 1756; y
en Sabana de la Mar, en 1760. La localidad de Azua también fue reforzada con el
aporte de varias decenas de familias insulares. En 1768, surgieron otras dos
villas de frontera con gentes de las islas. Además, con un cometido
determinado: poner freno a las usurpaciones francesas. Se trata de San Miguel
de la Atalaya y Las Caobas, a las que más tarde se uniría en el norte Dajabón,
convertida en parroquia en 1776.
Según Hernández, el extraordinario impacto de la migración canaria se
puede apreciar en el vertiginoso crecimiento de Santo Domingo entre 1740 y
1760, ciclo en el que llega a duplicar su población. La media de miembros por
familia era de 6,25, valor elevado; pero llega a un incremento aún mayor en las
isleñas, con 8,69 en Banica como máxima.
El asentamiento de familias de la elite mercantil lagunera, como los
Saviñón, los Lousell, los Núñez Loysell o los Pitaluga significa otra prueba de
la aportación tinerfeña. Estos apellidos aún subsisten en la elite local. Otro
dato: la apertura del libre comercio con La Habana lleva a la conversión del
puerto norteño de Montecristi
-como ocurrirá también con el de Aguadilla, en Puerto Rico-, a ser un
punto de escala en el comercio canario-cubano.
En definitiva, una conmemoración del 12 de octubre en un marco distinto
al de los últimos años, con un formato también distinto. Pero todo, no menos
interesante. Sobre todo, para medir la presencia canaria en aquella isla y su
iniciativa para fundar núcleo poblacionales, como bien indicó el profesor
Manuel Hernández González…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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