viernes, 13 de octubre de 2017

LOS PRIMEROS TURISTAS DEL PUERTO DE LA CRUZ


Pienso que el Puerto de la Cruz ya vivía en la década de los años cincuenta del siglo XX, los carnavales en prohibición por el franquismo. Tomás Guardia Ascanio (fallecido), amigo desde la infancia de la Villa de La Orotava, me contó una vez que su padre don Juan Guardia Doñate, lo habían despedido como alcalde de La Villa por haber autorizado los Carnavales, esta causa hizo que se autorizarse en el Puerto de la Cruz, donde el alcalde don Isidro Luz Carpenter miraba hacía el horizonte del BOON turístico.

Esta estampa realizada al final de la década de los años cincuenta en la gran y desaparecida terraza de la playa del Puerto de la Cruz Martiánez, me llama la atención, no sé si esa señora era una turista de las de antes, o es oriunda del Puerto, no lo sé, pero en la cabecera de dicha foto podemos leer; “El cuñado de Adolfo el de doña Catalina la Inglesa vivió en el convento de Santo Domingo del Puerto de la Cruz”. En este mensaje tengo dudas, si esta señora es una autentica turista inglesa, asidua visitante de la primera ciudad turística de Canarias.

Lo que sí está claro, que a la derecha de la foto se observa la fachada principal de la inolvidable piscina Martiánez edificada por el Mando Económico del general Franco, el acantilado Martiánez aún virgen y al fondo en construcción el Hotel Oro Negro.

El amigo del Puerto de la Cruz; JOSÉ YANES FUENTES remitió entonces (17/12/2012) estas notas: “…él es Cristóbal el del bar en el Polígono y luego en san Telmo, especialista en pulpos…”

De esta panorámica portuense me cuenta mi amigo JOSÉ JAVIER HERNÁNDEZ: “…A la izquierda vemos a Cristóbal, y a la derecha doña Catalina, natural de Escocia y residente en el Puerto.

Fue, con su marido, propietaria del hotel Monopol. Mantuvo muy buena amistad con mi abuela paterna, a quien visitaba con frecuencia.

Falleció en el Puerto y está enterrada en el cementerio anglicano junto a su marido y a su hijo "Martinito".

Doña Catalina no salía a la calle sin su característico sombrero. Se sentía una portuense más y así lo manifestaba…”

 

BRUNO JUAN  ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

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