El
amigo del Puerto de la Cruz; Agustín Armas Hernández. Remitió entonces
(07/10/2017) estas notas que tituló; “EL CHÓFER Y LA FE”: “…Un
artículo del conocido escritor don Antonio Martí, aparecido en el periódico
“ELDÍA”, hace ahora algunos años, y que llevaba por titulado: («Hay que ayudar
al milagro») me ha sugerido algunas ideas en relación con la fe, el
milagro y el destino del hombre.
Es cierto que todo chófer debe hacer lo posible para evitar los
accidentes, y no basta invocar a San Cristóbal o la Virgen de Candelaria. Pero
mi pregunta sería ¿cuál es más importante para salvar la vida? Pues dice el
Santo Evangelio: « ¿quién puede alargar en un solo codo su vida?» (Mit. VI,
27). Cuando el choque de los dos jumbos en Los Rodeos (marzo de 1977) ¿por qué
se salvaron unas 60 personas entre 500, o más que perecieron? Sin duda que fue
el destino de cada una, pues todas estaban en la misma situación y nada
pudieron hacer para conservar sus vidas. El citado articulista da sensatos
consejos a los conductores según el adagio: <<ayúdate y Dios te
ayudará>> En cuanto a llevar fotos de coches destrozados o espa-
churrados, los psicólogos desaconsejan tal método, pues esas imágenes nefastas
producen impresiones negativas en el subconsciente que pueden provocar
precisamente esos accidentes que se pretenden descargar. En nuestro centro
«Crisipo» se nos enseña a autosugestionarnos con pensamientos positivos para
mejorar la salud y evitar más fácilmente los peligros. Así se producen pequeños
milagros del orden natural; y mejor, todavía si se excita la fe en algún Santo
de la propia devoción.
Por idénticas razones es muy dañoso que los niños jueguen con
juguetes bélicos o que tengan pinturas y fotos feas, o agresivas. Peor todavía
que vean cosas obscenas en la televisión o de crímenes, si queremos tener
ciudadanos sanos y pacíficos.
Un teólogo (de esos que todavía tienen fe robusta) se expresó
así: «cuando exclamó San Pedro: mándame ir a ti, sobre las aguas, Jesús no le
respondió: sigue en la barca, y no seas imprudente. Le dijo: ven, y el apóstol
se lanzó al oleaje. Pare-ce claro que el Señor le agradaba más la fe de Pedro,
aunque débil todavía, que la prudencia de quienes se quedaron en la nave». Me
hizo reflexionar mucho esta explicación, pues con frecuencia lo que creemos
prudencia, sensatez y sentido común no son sino indecisión y cobardía.
Se usa la palabra «milagro» en diversos sentidos: «la fe hace
milagros»; «el milagro alemán»; «me salvé por milagro», etc. Hay, pues,
milagros de orden natural, producidos por la fe natural, por la confianza en la
propia misión o destino. Por otra parte, nos enseñan los esotéricos y
parapsicólogos que la valentía aparta el peligro, y hasta las balas del pecho
físicamente, lo que no deja de ser un «milagro natural». También los hay de
orden sobrenatural, los verdaderos milagros, como los que se producen en
Lourdes.
Se insiste mucho en que los conductores conduzcamos con prudencia y no
con demasiada velocidad, pero debemos escuchar también a los parapsicólogos,
según los cuales es aún más importante tener confianza en sí mismo, no dudar, y
pensar que estamos protegidos por fuerzas invisibles. Estos pueden ser el Ángel
guardián, los santos, la Virgen María, o el mismo Jesucristo. Los hinduistas
pensarán que es Visnú o Krishna; los budistas, que Amitabha Budha; los
musulmanes que Alah, o un ángel. Otros que no practican ninguna religión, dirán
que les protege el Ego, el yo superior o supra-consciente. El efecto, el
«pequeño milagro» se produce igualmente. Se cuenta que los lamas tibetanos
cuando había que subir en globo para recoger hierbas medicinales en la montaña,
decían a un compañero: «sube tú, pues está anunciado que no morirás sino que
vivirás muchos años». Pero claro, ¿cómo va el ministro de transporte a decir:
«encomendaos a San Cristóbal o a Kirhna», cuando da consejos a los chóferes o
conductores? Por eso está bien que escuchemos además a los ocultistas y parapsicólogos,
quienes pueden enseñarnos cosas interesantes.
Los taoístas chinos y los yoguis de la India aconsejan la respiración
pausada para relajarse, y obrar con calma y autocontrol en medio del peligro.
Volviendo sobre el enfermo y la salud, saben muy bien los
médicos que es más importante devolver la confianza al paciente que
suministrarle los medicamentos. Aquí se cumple con frecuencia eso de que «la fe
hace milagros». El mantra o la jaculatoria también hacen milagros en cuanto a
la salud y aumentar la autoconfianza pero nos dicen los yoguis y místicos
cristianos que hay que repetir la fórmula sagrada muchas veces muchas horas y
días, para que tenga pleno efecto.
Ojalá que estas consideraciones nos ayuden a los conductores y a
los enfermos para librarnos del peligro y desarrollar nuestras cualidades, pues
no está todo en proclamar: «conduzca despacio». IHay otras «entidades»
invisibles que pueden ayudarnos!
Un saludo y nuestros recuerdos al distinguido y apreciado articulista…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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