Nació en Marsella en el año 1794 y murió en Santa Cruz de Tenerife 1880.
Durante su juventud se enroló en navíos de la marina francesa y en mercantes
que hacían la ruta de las Antillas. A principios de la tercera década del siglo
XIX llegó a Tenerife, en donde residió durante unos diez años. En La Villa de
La Orotava fundó un Liceo, en colaboración con su amigo Alexander Auber, y allí
trabajó como docente. Se encargó también del Jardín Botánico del Puerto de la
Cruz, interesándose en la flora insular. De esos años son ya varias
publicaciones suyas sobre aspectos de la historia natural de las islas. Así,
cuando el botánico inglés Webb llegó al Archipiélago ya en la mente de
Berthelot se divisaba el proyecto de elaborar una historia natural de las
Canarias. Durante un tiempo Webb y Berthelot exploraron las islas, verificando
observaciones y tomando infinidad de datos para esta magna empresa. Después se
trasladaron a París en donde trabajaron durante años en la elaboración de un la
Histoire Naturelle del Iles Canaries, con la colaboración de un grupo
importante de naturalistas franceses. Esta es la obra más importante del género
que se ha publicado sobre el Archipiélago Canario. Webb y Berthelot, que
mantuvieron una estrecha cooperación, terminaron distanciados y las relaciones
entre ellos se agriaron hasta la ruptura total. La aportación de Sabino
Berthelot la Historia Natural de las Islas Canarias -su trabajo más importante-
y por las Misceláneas Canarias, conjunto de descripciones, noticias, episodios
y observaciones sobre las islas. Ambos trabajos integraron el tomo primero de
la obra. En la Etnografía Berthelot ofreció un catálogo completo de las
costumbres, organización social y política, religión, cultura material,
lenguaje y tradiciones históricas de los aborígenes canarios, valiéndose de las
noticias recogidas por los primeros cronistas y por los historiadores clásicos
de Canarias, y fundamentándose en las señales manifestadas por las fuentes
arqueológicas. Esta fue la primera contribución importante a la prehistoria
canaria. En ella se establecen varias conclusiones generales que han
permanecido vigentes en el campo de la antropología física referida a las
antiguas poblaciones insulares. La Etnografía sería completada cuarenta años
más tarde por las Antigüedades Canarias, una de las últimas obras de Berthelot.
En los años de su estancia en la capital francesa tuvo oportunidad de relacionarse
con relevantes científicos. Allí desempeñó durante cuatro años el puesto de
secretario de la Sociedad de Etnología y participó activamente en eventos como
el Congreso Científico de Francia de 1846.
Enamorado de las Islas Canarias, Sabino Berthelot contempló la realización
de volver al Archipiélago cuando en 1847 el Gobierno francés le nombró cónsul
en Santa Cruz de Tenerife. Incorporado a esta misión formó parte de la sociedad
tinerfeña como un canario más, interesándose y participando en cuestiones como
la libertad de comercio o la defensa de la naturaleza insular, tal como en e su
primera estancia se había preocupado en la propagación del cultivo y
explotación de la cochinilla. Otros temas atrajeron también el interés y la
laboriosidad del naturalista: la ornitología y los estudios sobre las
pesquerías. Por otro lado, el Gobierno francés le había encargado en 1843 un
estudio sobre la pesca en las aguas mediterráneas de Francia y España, fruto
del cual fue un libro sobre el tema; por el otro, su afición por la ornitología
le llevó a realizar un estudio sobre aves y especies marinas migratorias y a
publicar un libro de divulgación titulado Mis pájaros cantores. Asimismo,
numerosos artículos de Sabino Berthelot sobre temas de botánica, geografía y
etnografía fueron publicados en diferentes boletines científicos. Entre ellos
debemos destacar aquí la Noticia sobre los caracteres jeroglíficos grabados en
las rocas volcánicas de las Islas Canarias, que fue el primer estudio realizado
sobre los petroglifos e inscripciones aborígenes del Archipiélago Canario. La
obra de Berthelot fue, en conjunto, el trabajo de un naturalista que, además,
se convirtió en prehistoriador, campo en el que ofreció sus más valiosas
aportaciones. Con él se inició hace siglo y medio la antropología prehistórica
de las Islas Canarias. Sólo esto último bastaría para calibrar la importancia
de la tarea llevada a cabo por este estudioso francés afincado y compenetrado
con Canarias, hijo adoptivo de Santa Cruz de Tenerife -como oficialmente fue
nombrado- y realmente de todo el archipiélago. Al llegar a la cima del Teide
cesa la fatiga en presencia del admirable espectáculo que se desarrolla bajo
nuestros ojos: “… ¿Cómo describir esta sorpresa acompañada de éxtasis, esta atención
seguida de vértigo que allí se experimenta? Acabamos de alcanzar uno de los
puntos culminantes de nuestro hemisferio, y desde él saludamos los primeros el
nuevo día, pues según Humboldt los rayos del sol llegan a la cúspide del Pico
unos doce minutos antes que a la llanura. Sumíanse nuestras miradas sobre el
vasto océano desde una colosal altura. Hacia el Oriente percibíamos la isla de
Lanzarote al extremo del horizonte; luego Fuerteventura que se alargaba hacia
la Gran Canaria; en el Occidente la sombra del Teide extendíase sobre la Gomera
en forma de triángulo; y un poco más lejos las islas de la Palma y el Hierro
mostrábannos sus escarpadas cumbres. De modo que, todo el archipiélago canario
estaba allí reunido como sobre un plano de relieve, y bajo nuestros pies Tenerife,
con sus grupos de montañas y sus profundos valles. ¡Qué admirable panorama!
Histoire Naturelle des Iles Canaries, París 1839…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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